Martes 28 de noviembre, el Akasvayu coge un avión en Girona que lo lleva a Lituania para jugar la Copa FIBA ante el Siauliai. En Nuremberg, Alemania, tenía que hacer una mínima escala técnica para continuar su viaje a Lituania. Las condiciones meteorológicas obligan al equipo catalán a pernoctar en Alemania, a 100km del aeropuerto de Nuremberg, porque no encuentra un hotel más cercano. Miércoles 29 de noviembre, después de estar todo el día en el aeropuerto alemán esperando, no se puede viajar a Lituania y el Akasvayu retorna a Girona sin haber disputado el partido. Total, dos días perdidos e intento de recorrer 5.454 km para nada.
El DKV Joventut tuvo más suerte, o no. Sábado 11 de noviembre, partido en Valladolid. Jueves 16 de noviembre, partido en Tel Aviv, a casi 5 horas de Badalona en avión. Sábado 18 de noviembre, partido en Málaga. Y miércoles 22 de noviembre, partido en Roma.
Al Real Madrid y al Gran Canaria les pasó lo mismo. La semana del 20 de noviembre, los blancos se metieron entre pecho y espalda más de 8.000 km para disputar dos encuentros, uno de ACB en Fuenlabrada (menos mal que era cerquita de casa) y otro de Copa Uleb en Kazan, en el margen de sólo 4 días. Y los canarios llegaron a los casi 9.000 km para jugar en la ACB y en la Copa Uleb en Lituania.
Ahora que está tan de moda debatir sobre el sistema de competición en la Liga ACB, no estaría mal que también se abriese el debate sobre las tres competiciones europeas: Euroliga, Copa Uleb y Copa FIBA. Tres competiciones que muchas veces son más un incordio para los equipos que un beneficio no sólo para ellos sino también para el interés general del baloncesto. Muchos viajes, muchos partidos y muchos puntos… puntos Iberia.