Solapas principales

Una nueva era comenzaba tras el draft del 2003 (Foto: SportsIllustrated).

La camada de 2003, diez años después

  • La generación de 2003 ha tardado en cosechar éxitos colectivos
  • Una nefasta primera ronda mancha uno de los drafts más mediáticos
Y el almanaque llegó a esa fecha señalada con un círculo en rojo. Aterrizó al calendario terrícola el 26 de junio de 2003, un día en el que había muchas miradas puestas. Sobre todo, en Nueva York. Bajo los focos del Madison Square Garden, el parquet se había convertido en engalanadas mesas cual restaurante para disfrutar de una velada única en todo el año. En el atril, una voz anunciaría la siguiente parada para 60 nombres. La NBA vivía un nuevo draft. Pero no uno cualquiera.

Muchos analistas y expertos catapultaron la gala como una de las más prolíficas de talento e importantes en la historia de la liga. El futuro de la NBA estaba en el retumbar del micrófono que iría señalando, uno a uno, los nuevos jóvenes integrantes del baloncesto estadounidense. Futuras promesas que tenían una historia que forjar.

De aquello han pasado diez años. Una década en la que la generación de 2003 ha recorrido las diferentes canchas de baloncesto del país con suerte dispar. La mirada echa la vista atrás de reojo sobre aquellos cachorros que pasaban al mundo profesional con la incertidumbre y las expectativas por bandera. Cachorros que hoy son ya adultos, aunque eso no quiere decir que exitosos miembros de su camada.

Estrellas

Aquel draft tenía – y tiene – un nombre: LeBron James (número 1). Sin siquiera haber debutado en la liga, ya tenía un contrato multimillonario firmado con Nike, lo que demuestra el tirón mediático que traía a sus espaldas. Su historia era perfecta para un guión cinematográfico de leyenda en la NBA, recalando en el solar que eran los Cleveland Cavaliers, equipo de su estado natal. Sin embargo, LeBron fracasó una vez tras otra – a excepción de 2007, cuando llegó a las Finales en las que San Antonio Spurs les barrió – sin encontrar la clave para alcanzar el éxito. Una presión visceral que acabó con su partida hacia el calor de Miami Heat en busca de su primer anillo, ése que tanto se resistía. Lo consiguió, hasta dos veces, y por mucho que haya necesitado de una galaxia de estrellas para lograrlo, ‘King’ James ha sido el líder de la franquicia y su versión en las dos últimas campañas ha estado entre las cinco mejores de la historia. Jugador total.

De aquel draft salieron sus dos escuderos en los Miami Heat, Dwyane Wade (número 5) y Chris Bosh (número 4). El primero fue el que antes triunfó en la liga, alzándose con el anillo en el año 2006 junto a Shaquille O’Neal y siendo el MVP de las Finales. Wade fue toda una sorpresa, ya que a pesar de que su talento era conocido, nadie esperaba un impacto tan inmediato y acusado en la NBA. Sólo ha faltado una vez a la cita con los Playoffs, lo que demuestra su capacidad de liderazgo, ya que en Florida no siempre han tenido un equipo de extraordinarias galas. Los problemas físicos le han hecho decaer  en los últimos años, pero es el jugador más laureado colectivamente de su generación. Chris Bosh aterrizó en Toronto Raptors, con los que creció bajo la sombra de Vince Carter y a los que lideró tras el traspaso de éste. Desde que llegó demostró ser un activo importante para la NBA en el futuro, y lo confirmó años más tarde al ser un jugador de 20-10 de promedios. Sin muchas opciones de éxito en Canadá, marchó a Miami para con LeBron y Wade ganar dos anillos, pese a que es el tercero en discordia y pasa ensombrecido la mayor parte del tiempo. Un famoso anónimo.

Mientras los focos sólo apuntaban a la figura de LeBron James, había otro nombre en el sorteo destinado a llevar las riendas de la NBA. Carmelo Anthony (número 3) hubiera sido el primer elegido en cualquier otra edición, pero aquella ya se sabe que fue especial. El jugador con más recursos ofensivos de toda la camada, aunque también el más anárquico. Nunca ha faltado a una postemporada, pero es el único de los grandes hijos de aquel draft que aún no ha saboreado la gloria. ‘Melo’ chocó en Denver en una Conferencia Oeste indomable, y en los Knicks ha hecho hincapié en su mayor déficit hasta el momento, su capacidad de liderazgo. Un jugador único en la liga al que se le acaba el tiempo para dejar su sello en las vitrinas de la NBA. Carmelo Anthony tiene una cuenta pendiente, pero parece difícil que logre ajustarla.

Notables

Al bajar de las estrellas, el draft de 2003 no se quedó en un solar sin talento. Muchos jugadores han tenido carreras más que decentes en la liga e incluso se han codeado con los más grandes en alguna ocasión. Jugar en la NBA es lo máximo para cualquier baloncestista, pero hacerlo en el All-Star Game es un pequeño trozo del cielo conquistado y besado. De esta especie hay nombres en la lista. David West (número 18) tardó en hacerse un sitio tras pasar las dos primeras temporadas compartiendo penas con el banquillo, su mejor amigo. Pero explotó, se convirtió en el compañero de lujo para Chris Paul en unas batallas que el mayor triunfo arrojado fue ganar su división en 2007. Pero fue reconocido individualmente con dos presencias en el partido de las estrellas. De rebote llegó Chris Kaman (número 6), que creció en Los Angeles Clippers paulatinamente y se convirtió en un pívot sólido – tampoco deslumbrante – en una franquicia desterrada en la derrota. Dos lesiones importantes le lastraron cuando alcanzó su cúlmen, su orgasmo baloncestístico, pero ha sabido reciclarse para ser un pívot aprovechable, aunque tenga muy lejos, de momento, soñar con el anillo.

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Josh Howard (Foto: nba.com).
Josh Howard (Foto: nba.com).
Como un relámpago en una noche inesperada se cruzó con las estrellas el hoy desahuciado Josh Howard (número  29). Destacó en los Mavericks, con los que se ganó un puesto de titular en un ‘contender’ y llegó a rozar la veintena de puntos por partidos. Una de las sorpresas más agradables de la generación de 2003 que, al igual que aquel destello de inicio de carrera, de forma inesperada sucumbió en el olvido, divagando en un océano sin fin hasta tocar fondo en los Austin Toros de la D-League. Carrera notable también la de Mo Williams (número 47), que tras pasar su temporada ‘rookie’ inadvertido en Utah Jazz, marchó a Milwaukee Bucks donde se hizo un nombre como un buen base anotador. LeBron James le reclutó para su enésimo intento por alcanzar el anillo, pero Williams no fue suficiente pese a que ése fue el año en el que llegó al All-Star (2009) y rindió a un buen nivel. Sin su camarada, Williams ha dejado de ser un nombre notorio en la liga, pese a tener unos números que le hacen ser un base apetecible. Las lesiones en los últimos años contribuyeron bastante a ello.

Sin ser ‘All-Star’, otros jugadores han dignificado mucho su trayectoria deportiva. Sin embargo, por una razón u otra, siempre se quedaron en la categoría de “les faltó algo más”. El caso más destacado es el de Kirk Hinrich (número 7), que se hizo alma de los Chicago Bulls y mostró un baloncesto excelente durante sus primeras cuatro campañas, logrando devolver a la postemporada a los de Illinois. La llegada de Derrick Rose le apartó y las lesiones terminaron de acribillar su calvario para deambular por la liga en esa continua búsqueda de volver a ser el de antes. Pero aquella fantasía jamás volvió. Otro base blanco que ha firmado una orgullosa carrera es Luke Ridnour (número 14), que llegó a los extintos Seattle Supersonics para lograr ser titular y tener unos promedios respetables. Quizás le ha faltado tener estabilidad en un rol importante dentro de una franquicia, pero allí donde estuvo siempre cumplió.

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Boris Diaw
Boris Diaw
Y dentro de esta terna de notables, hay jugadores que han cumplido con un buen rol en las rotaciones de sus equipos, pese a no ser en ningún momento figuras en ciernes. Leandro Barbosa (número 28) se convirtió en el Mejor Sexto Hombre en Phoenix Suns, pero una vez abandonó la franquicia de Arizona el brasileño nunca se ha reencontrado hasta ser un jugador residual. Sí se han reciclado en sus papeles jugadores como Boris Diaw (número 21) o Carlos Delfino (número 25), especialistas dentro de sus equipos que tuvieron algún punto álgido en estos diez años de baloncesto.

Con un menor impacto, pero con cierta relevancia dentro de la liga, en 2003 también vieron la luz tiradores como Kyle Korver (número 51) o Matt Bonner (número 45), que hicieron de su lanzamiento su modo de sobrevivir en la NBA. Steve Blake (número 38), Willie Green (número 41) y Nick Collison (número 12) han sido miembros de rotación válidos para aquellas franquicias en las que han estado con una regularidad que, con más altos y más bajos, le han servido para tener una carrera estable dentro de la liga. Por último, Zaza Pachulia (número 42) se hizo con el puesto de titular en unos Atlanta Hawks que volvieron a los Playoffs tras su paso poco próspero por Orlando Magic y Milwaukee Bucks.

Estrellados

Fuera de los anales de la historia, de las anécdotas gloriosas contadas a los que el día de mañana compartirán con los hoy presentes madrugones importantes o el trasnochar cansino mientras el reloj parece no pasar las horas, se quedarán nombres que fueron llamados a hacerse un hueco en la liga, pero salieron por la puerta de atrás. Cachorros que nunca crecieron, estrellas que se quemaron antes de brillar en el cielo, nombres que pasaron con más pena que gloria, casi como cualquier transeunte en una calle céntrica de cualquier ciudad.

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Darko Milicic
El nombre por excelencia es Darko Milicic (número 2), que ganó el anillo en su primera temporada aunque su presencia en los Detroit Pistons fue testimonial. Su carrera ha sido siempre la de unas expectativas que parecían a años luz de cumplirse. Sólo en Minnesota Timberwolves pareció tener algo de importancia en los esquemas de un equipo, pero esa segunda posición en un draft tan mediático siempre le pesó, hasta el punto de desaparecer de la NBA. Drama serbio para aquella producción cinematográfica.

T.J. Ford (número 8) tampoco se escapó. El veloz base llegaba con la vitola de ser uno de los mejores ‘playmaker’ del futuro, pero el futuro le devoró a él. Bien es cierto que las lesiones le borraron del mapa y cortaron su prometedora progresión, pero cuando estuvo mínimamente sano no se desquitó nunca de ser un base individualista con cierta capacidad para hacer números en anotación pero inviable para ser fundamental en un proyecto ganador. Hoy es de los pocos miembros de esta camada que ya se ha retirado, hastiado por unas lesiones que terminaron de acabar con él. Mickael Pietrus (número 11) o Marcus Banks (número 13) han sido otros dos nombres que se han paseado por la liga sin ninguna conquista y con un número alto en su graduación que jamás se hizo realidad. También Kendrick Perkins (número 27) cuya buena reputación en sus primeros años en la NBA siempre será un enigma.

Pero dentro del olvido hay capas aún más profundas. Oscuridad en las que hasta da miedo adentrarse por temor a quedarse anclado en él. Si el de 2003 se dice que fue uno de los mejores drafts de la historia, es una alarmante sorpresa encontrarse con una primera ronda fraguada de fracasos deportivos. Tanto, que en cómputo global, la segunda fue hasta más provechosa en cantidad de jugadores que han hecho un mínimo en el baloncesto estadounidense. Mike Sweetney (número 9), Jarvis Hayes (número 10), Reece Gaines (número 15), Troy Bell (número 16), Zarko Cabarkapa (número 17), Zoran Planinic (número 22) y Ndubi Ebi (número 26) son nombres olvidados. Moradores que nunca moraron en la NBA, o parecieron no hacerlo. Casos curiosos que pusieron el fracaso que todo éxito necesita. El draft de 2003 no podía ser menos.

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Sweetney, en Puerto Rico pasadísimo de peso (Foto: court-side.com)
Sweetney, en Puerto Rico pasadísimo de peso (Foto: court-side.com)
Sweetney llegó a la Gran Manzana como pieza del cambio que necesitaban unos Knicks siempre anclados a excepción de su mágico inicio de década de los 70. Una masa excesiva de peso que duró cuatro temporadas y hoy se pierde en el baloncesto puertoriqueño. Hayes aterrizó en Washington Wizards, pero las lesiones y un rendimiento que, salvo inusuales destellos, fue decepcionante, le hizo emigrar a Europa para estar hoy en el baloncesto italiano. Reece Gaines también acabó en Europa e incluso pasó por Granada después de que los Magic apostaran por él y se dieran de bruces con un jugador que nunca destacó en nada.

Troy Bell duró meses en Memphis Grizzlies, el equipo que le seleccionó. El Real Madrid figura en su trayectoria, aunque no con demasiado grato recuerdo. El base fue un esperpento que jamás cumplió con aquello de dar minutos de descanso a Jason ‘Chocolate blanco’ Williams y ha pasado por media liga italiana donde aún continúa. De Zarko Cabarkapa poco se sabe. Cuando pareció brillar lo más mínimo, una grave lesión en la muñeca le condenó a un futuro errante. Volvió a los balcanes, donde se retiró prácticamente en el anonimato.

Zoran Planinic, base de dos metros, parecía un diamante en bruto proveniente de la talentosa serbia. Muñeca de seda y un físico capacitado para competir en Estados Unidos, pero se estrelló en unos New Jersey Nets que tenían a Jason Kidd como estandarte y donde apenas participó. Sin nombre alguno volvió a Europa, donde tampoco ha vuelto a ser ese chico que se llevó el MVP de la liga croata en su primera temporada. Ndubi Ebi fue de esas apuestas para sacar pecho en el escaso porcentaje de que salgan bien. Lo intentaron en Minnesota Timberwolves, pero el británico casi ni apareció. Su enorme porvenir le ha llevado a jugar actualmente en el Líbano.

Otros nombres de aquel draft que jamás fueron alpinistas para escalar tan dura montaña son los de Maciej Lampe (número 30), Luke Walton (número 32), Sofoklis Schortsianitis (número 34), Slavko Vranes (número 39) o Nedzad Sinanovic (número 54).

Comparación

Alvin Robertson

Alvin Robertson, hombre orquesta de los Spurs (Foto: nba.com).
Alvin Robertson, hombre orquesta de los Spurs (Foto: nba.com).
¿Fue el mejor draft de la historia? Para gustos, una paleta pictórica. Pero observando los datos y el pasado del sorteo universitario, se puede establecer una buena referencia. 1984 y 1996 son los otros grandes competidores por tan relativo galardón. En el caso del primero, la historia ya ha zanjado por completo la trayectoria de sus integrantes treinta años más tarde. De aquella noche de verano salieron los nombres de Hakeem Olajuwon, Michael Jordan, Charles Barkley y John Stockton. Hoy, ambos cuatro son miembros del Hall of Fame, máximo reconocimiento individual que puede tener un jugador. Estrellas que alcanzaron el sol, la gloria y el cielo. Cuatro leyendas como en el futuro lo serán LeBron James, Dwyane Wade, Carmelo Anthony y Chris Bosh – quizás éste no tan reconocido –. Hubo más fondo de armario en el sorteo de 2003, pero tampoco hay que olvidar que jugadores como Alvin Robertson o Kevin Willis lograron alcanzar a final de temporada un puesto en los mejores quintetos de la NBA, algo que, salvo los cuatro nombrados anteriormente, no ha logrado nadie más en la edición de 2003. Resulta difícil calibrar cuál fue mejor, porque la presencia de otros buenos complementos como Sam Perkins, Otis Thorpe, Jay Humphries o Vern Fleming, entre otros, contrarrestan a otros buenos jugadores de rotación del draft más contemporáneo.

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Allen Iverson anotó 60 puntos ante los Magic (foto: NBA)
Allen Iverson anotó 60 puntos ante los Magic (foto: NBA)
La balanza se desestabiliza más cuando la pesa de 1996 ocupa su trono. En función de los criterios establecidos antes por reconocimientos individuales, aquella edición se ha ganado el derecho a ser considerada la mejor de todas. Hasta siete jugadores han formado parte de los mejores quintentos de la temporada, y en total, diez han sido All-Star. Los nombres dictan sentencia: Allen Iverson, Stephon Marbury, Ray Allen, Kobe Bryant, Peja Stojakovic, Steve Nash, Jermaine O’Neal… Hasta un jugador que no fue seleccionado ha alcanzado las mieles de la NBA, como fue el caso de Ben Wallace. De todos estos nombres, habrá más de tres miembros del Hall of Fame en el futuro. Grandes carreras las cuales algunas no han escrito su punto final todavía, aunque sus últimos coletazos ya sean débiles.

De hecho, el draft de 2003 se vuelve más humano al compararse con otros sorteos no tan mediáticos. Si, por ejemplo, se selecciona el de 1993, hubo más jugadores que fueron nombrados en los mejores quintentos de la NBA, más una clase media más que decente y que mejora a la del draft del siglo XXI. Pero, por si se cae en el famoso mito de que cualquier tiempo pasado fue mejor – a veces cierto, a veces excusa –, si se analiza el de 2005, se observa el mismo número de jugadores que han alcanzado los mejores quintetos de la NBA (4), con una clase media algo más pobre que antaño, pero no inferior a la de 2003. Por tanto, y aunque la paleta pictórica de cada uno es tan subjetiva como los diferentes cristales a elegir para ver la vida de uno y otro modo, el draft de 2003 ha dado unos pocos nombres de leyenda, pero en conjunto, la esencia de aquel draft guarda una estela mediática promovida por la crisis que sufría la NBA a principios de los 2000, y no un summum de talento para el baloncesto.

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Comentarios

El problema q veo no es en sí el "contenido", sino el "continente", el nivel de la NBA menguó en el momento de pasar de 24 a 30 equipos, con el consiguiente aumento de jugadores "no válidos" para jugar allí, y sí en Europa. Al haber más opciones, los jugadores tienen menos presión de hacerlo mejor, y como se dice en muchos casos, "ya cualquiera q despunta en Europa, puede "jugar" en la NBA" (luego hay q ganárselo). Y eso q x norma general, muchos americanos tienen condiciones físicas increíbles (añadiendo el correspondiente dopaje q luego les insuflan).

Yo soy joven y no tengo el ni el recuerdo ni la memoria de décadas anteriores, pero creo q los drafts del 1996 y 2003, son los mejores de la "época reciente". Está claro q el draft del 84 fue majestuoso ya de x sí, pero creo sinceramente, q entre estos 2 drafts, esta el quid de la cuestión de la actual NBA (en cuanto a jugadores estrella se refieren)

Gran articulo, pero echo en falta que se hable de jugadores de este mismo draft como por ejemplo, un Jason Kapono que fue doble campeón del concurso de triples y numero 31 de ese draft, un Mario Ausin que pudimos ver en Alicante, de Travis Hansen, y de los gigantes Remon Van de Hare, Neznad Sinanovic o Andreas Glyniadakis. Amen de algun que otro jugador, que tuvo una carrera medio decente en la NBA como James Jones o Dahntay Jones(este un poco menos). En fin, lo dicho, buen articulo, y si me tengo que quedar con un draft... el del 84 es sin duda el mejor, aunque sin el del 96 no entenderiamos la NBA como es hoy dia. Un saludo y seguid asi.

Para mi es mejor el de 2008 con Derrick Rose Westbrook Kevin Love Brook Lopez Hibbert Batum Ibaka Pekovic Gallinari y Eric Gordon

Le faltan 5 años más para poder catalogarlo como tal. A día de hoy van muy bien y si no se tuerce la cosa probablemente desbamque a la del 2003.

Enhorabuena por el artículo,muy interesante y bien redactado. Yo me quedo con el del 84. Muchos jugadores pueden acabar en el Hall of Fame después de carreras sobresalientes. Pero la matrícula de honor es otra cosa. Jordan supera a Lebron, Stockton supera a Nash (creo), Barkley supera a Bosh, Olajuwon supera a cualquier alapivot de los últimos 20 años. Por cierto, tengo la incertidumbre de saber quien ganaría un concurso de comer perritos calientes,Schortsianitis o Sweetney. Saludos.

Comparar cualquier draft con el que ocupó Michael Jordan, es casi, casi imposible; y si suman a uno de los cinco mejores pivot de todos los tiempos, (junto a Chambelain, Russell, Kareem y Shaq), son palabras mayores, pero es que además, está Charles Barkley, o John Stockton, buff, sumar también a Sam Perkins, (que grande hasta su época de Indiana), o Alvin Robertson, o 4x4 Otis Thorpe...

Buenas! soy nuevo a la hora de comentar noticias en es esta página, que mejor forma de hacerlo que con este gran artículo.
Tremendo Draft el de 2003, 4 jugadores top en el, aunque Bosh, a pesar de sus números, se ha quedado un tanto anclado. Muy bueno también el del 96, y posiblemente el mas completo, pero para mi gusto, hablar del draft del 84 son palabras mayores, aunque el nivel medio no sea tan alto, hablar de esos 4 jugadores, es hablar 3 tipos que son números 1 y de un Dios. Todos han dejado un legado tremendo en la liga y siempre serán reconocidos como jugadores referencia. del 2003 creo que solo Lebron dejará este legado y del 96, Iverson.
Mi voto se decanta claramente por los chicos del 84. Un saludo!

Impresionante artículo, siempre me ha gustado hacer comparativas de los mejores Drafts de la NBA y siempre concluía que tanto 1984, como 1996 y 2003 eran los mejores.

Cierto es, que son los mejores por la cantidad de superestrellas que han aglutinado y que quizás existan otros con más cantidad de buenos jugadores.

Yo personalmente me quedo con el de 1996, es impresionante esa primera ronda, con jugadores de muchísimo nivel.

Enhorabuena Daniel, hacía tiempo que no leía nada tan beuno sobre la NBA.

Gran artículo, la verdad es que es casi imposible quedarse con uno. Creo que los de 1996 y 2003 tienen más calidad media, en 1996 salieron además Samurai Camby, Abdur Rahim o el Soldado Universal, Antoine Walker, pero un draft en el que se encuentren Olajuwon, Jordan y Barkley..dificil de batir.

A título personal, no estoy de acuerdo con algunos a los que catalogas como fracasos. Creo que T.J Fort tuvo una buena carrera mientras estuvo sano, Mickael Pietrus ha sido un buen role player y Kendrick Perkins (que no me gusta nada) lleva siendo pívot titular de buenos equipos NBA durante más de un lustro, lo cual no está mal para un número 27, Luke Walton tuvo algún momento bueno en su carrera..y luego de los europeos algunos no triunfaron, o nunca llegaron a ir a la NBA, pero gente como Planinic, o Big Sofo, son fundamentales para entender el basket europeo de la última década.

Te felicito por el artículo, por cierto, lanzo la idea de analizar las universidades que más talentos exportan a Europa. Maryland y Cinccinatti son un vivero de no drafteados. Ahí queda.