Que viene el lobo, que viene el lobo. La historia del pastor y el muchacho, no por antigua, deja de ser real. En esta versión, el muchacho puede ser Steve Kerr, el lobo es Kevin Durant y las ovejas, rendidas a un final de desgracia, los aficionados de los Raptors, que han pasado de poder celebrar el anillo en casa a tener que ganar en Golden State para evitar un agónico séptimo partido.
Volvió Kevin Durant, a la quinta noche de las NBA Finals, pero quién sabe, si lo hizo todavía a tiempo. Volvieron a ganar los Warriors en el Scotiabank Bank como hicieron en el segundo partido. Y por primera vez en meses, dieron la sensación de ser los Warriors, si me entendéis. De ser esa amenaza que tiranizaba la liga, dominaba la conferencia y abusaba de rivales y enemigos, sin importar raza, religión o nacionalidad.
El lobo duró doce minutos, pero la sensación de miedo temporal fue suficiente para ganar. Habrá, al menos sexto partido, la serie volverá al Oracle y falta saber si la victoria de los Warriors ha dado la vuelta, al menos mentalmente, a una serie que está siendo exasperante. Física y psíquicamente.
Directo a vestuario. Ovación del Scotiabank Arena que empieza a cantar 'KD, KD'. Han sido Lowry y Danny Green los que han pedido al público respeto. #NBAFinals pic.twitter.com/KojNx10zKY
— Alejandro Gaitán (@alejandroggo) 11 de junio de 2019
TORONTO RAPTORS 105 — 106 GOLDEN STATE WARRIORS (3-2)
Lo que parecía la salida perfecta, o lo que fue la salida perfecta, acabó siendo el prólogo de una muerte casi anunciada. Golden State ponía en marcha la death-line-up por primera vez en estas series, sentaba a Cousins y el balón se movió como aquellos Warriors. Klay sonreía, Curry anotaba y Kevin Durant hacía lo que no había hecho en un mes: jugar, sonreír y anotar, todo al mismo tiempo. Solo Marc respondía para Toronto, con 10 puntos y dos triples. Sin DeMarcus, era más fácil.
Y entonces el bajón. El golpe de efecto, el momento que podía cambiar la serie, para bien o para mal, faltaba por saberlo. Kevin Durant, intentando forzar, cayó lesionado de nuevo. En el peor lugar posible: confirmaba Bob Myers post-partido que se trata de una lesión de Aquiles, a falta de saber alcance definitivo y pruebas, que se harán en Golden State. El partido, el tempo, el ritmo se pausaba.
Empezaba un partido nuevo. Uno con Cousins, ahora sí. Kerr tenía que borrar el libreto y buscar nuevas ideas y DeMarcus era la mejor improvisación: nueve puntos y cinco rebotes casi seguidos inflingían oxígeno a la herida de los Warriors, a la espera de la cucharada de sal que iba a ser el descanso. Y lo fue.
A cada parcial de Toronto respondía Golden State. Lo hacían Curry y Klay, peligrosos a partes iguales. Fred VanVleet hacía la guerra por su cuenta, con tres triples en el tercer cuarto, pero a falta de un periodo seis abajo y Golden State dominando desde principio. Con o sin Durant, con o sin Cousins. Hasta Kerr se permitía el lujo de empezar el último tiempo con Bell, Cook, Livingston y Cousins juntos.
El TRANCE de KAWHI
— NBA Spain (@NBAspain) 11 de junio de 2019
Pocas veces verás algo así
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Y entonces apareció Kawhi Leonard. El mejor jugador de baloncesto hizo suyo el partido en tres minutos de absoluto escándalo. Una asistencia y seguido, diez puntos para poner a Toronto por primera vez con ventaja mayor a una posesión, +6 en el marcador. Quedaban escasos tres minutos, el público saboreaba la miel, soñaba con el champán y es malo vender la piel del oso antes de que los Splash Brothers lo permitan.
Triple de Klay asistido por Curry, defensa, triple de Curry, defensa, triple de Klay otra vez. Del -6 al +3 en escaso minuto y medio. Del cielo a la realidad. Y eso que Cousins le regaló una vida extra a los Raptors: primero con un tapón ilegal a Lowry para ponerse a solo uno, y por último con una falta en ataque para darle una última posesión a Toronto, con 105-106.
Falló Lowry. Lo taponó Draymond Green de hecho, para mandar el balón lejos y la serie de vuelta a Oakland. Habrá seis partidos, al menos. Y ojalá, por qué no soñar, siete. Aunque sin Kevin Durant, todo sabe peor.