¡101 años! ¡A lo Kirk Douglas! Encarna Hernández es nuestra hércules del baloncesto en Europa. Nacida el 23 de enero de 1917 en Lorca (Murcia), pero llega a Cataluña con diez años. Y es pionera de pioneras en esto del baloncesto. Empezó jugando con sus amigos en una canasta improvisada en 1929 y ya no paró hasta el 53. El baloncesto era (y es) su pasión, pero iba a ser 1931 y sus otras canastas en el Laietà, el Sants, el Cottet y el Barcelona. Gracias a la construcción del libro "Historia del baloncesto en España" tuve la ocasión de conocerle en persona y hacerle partícipe de la obra.
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Fue con doce años. En Barcelona, en la calle Entença número 131. Delante de casa. Los chicos del barrio, uno de ellos iba a ser mi futuro marido, apañaron una canasta de madera en un campo de tierra que había. Allí jugábamos chicos y chicas, horas y horas. En 1931, aquellos chicos que iban a ser mi cuñado y marido, y otros más, fundamos el Atlas Club. Luego, jugué en el Laietà donde me entrenó Fernando Muscat, que había sido internacional. Yo era la capitana. En ese primer año, 1933, llegamos a quedar campeonas de Cataluña ganando al Barcelona, que eran las favoritas. Más tarde jugaría allí, en el 1944, y estaría nueve temporadas. En mi equipo estaban Meri Morros, que era la mejor defensa, Carmen Sugranyes…
Fernando Muscat, que, como jugador de la selección española, participó en el primer Europeo de baloncesto en 1935 y llegó a ganar la medalla de plata, ¿fue su primer entrenador?
No, mi primer entrenador fue un chico del barrio llamado Camilo Jordà, que también jugó conmigo. Nos fuimos a jugar al Laietà todos los del club. Fernando era magnífico, un chico estupendo. Se casó con Carmen Sugranyes, que también era jugadora del equipo. Ganamos el campeonato con ella también.
¿Por qué se fueron todos al Laietà?
Porque vendieron el terreno donde jugábamos e hicieron pisos. Entonces, en el 32, nos fuimos al Laietà. Cuando se hizo la Sección Femenina, a la vez que jugaba, tuve la ocasión de ser la primera mujer entrenadora de Cataluña y, seguramente, de España. Fue en la postguerra, cuando el deporte estaba controlado por la Falange.
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Sí, así me llamaban, «La niña del gancho», porque era mi especialidad. Entonces, no había tanta programación. Improvisabas y… si eras ágil. Pero era muy pequeñita, medía 1.54. Era un medio metro. Hacía de todo. De defensa y de atacante. Estaba en todos los sitios. En el Atlas club, antes de fichar por el Laietà, fui la máxima anotadora tanto de chicos como de chicas (13.8 puntos, el segundo fue Pedro Coll con 9.45).
¿Cuál fue el momento histórico más importante del baloncesto femenino en el que has participado?
El Campeonato de Cataluña, aunque me quedaría con el momento de ahora en el que me están haciéndome muchos homenajes. Mi casa siempre está llena de periodistas. ¡Parece un museo! Me hace mucha ilusión. Y las jugadoras también se están portando extraordinariamente bien. Laia Palau viene mucho a verme. Me hacen muchos regalos y me dice: «De capitana a capitana».
¿Quién es la mejor jugadora de todos los tiempos?
Laia (Palau) me gusta mucho, se parece mucho a mí cuando jugaba. Siempre corriendo por el campo haciendo de todo. También es muy buena la chica que jugó con ella, la Amaya (Valdemoro). No me acuerdo de todos los nombres, pero sigo todos los partidos tanto de chicos como de chicas. Tengo noventa y ocho años (la entrevista se realizó, aproximadamente, hace dos años), pero el baloncesto es mi pasión, mi vida. En casa todos hemos jugado al baloncesto; mi hijo, también.
Encarna estrenó, tan sólo hace unos meses, un documental dirigido por Raquel Barrera sobre su 'baloncestística' vida. En la 'cinta', «La niña del gancho» recorre (sin dejar el balón de baloncesto a un lado) una República, una dictadura de más de cuatro décadas y la actual democracia. Nunca dejó atrás su sonrisa, lucha y un fuerte optimismo. Un ejemplo a seguir. Amigos de la FEB, Consejo Superior de Deportes, ACB, F.C. Barcelona... aún están a tiempo de reconocer su irrepetible trayectoria de una forma que perdure para siempre.