La tercera es la vencida
Quizás el mayor mérito de Saras Jasikevicius no sea llevar al Barça a la final de la Euroliga. Puede que el hito más importante que haya conseguido sea que tanto su equipo como la masa social que lo acompaña hayan disfrutado del camino. La realidad es que todo se mite en títulos, en logros, en números, pero lo impalpable sigue siendo fundamental. Aquellas sensaciones de las que tanto se habla son las que realmente dibujan o no una sonrisa en los hinchas. Y Saras dibujó muchas. El pasado lo ayudó, claro, porque no era difícil mejorar lo de antaño, pero su valor no es el qué, sino el cómo. Para el Efes la situación es un tanto distinta. Son ya tres años con un núcleo bastante semejante y este parece ser el último. El primero se quedaron a las puertas, el segundo se vio truncado por la pandemia y ellos querían aplicar la famosa ley de ‘la tercera es la vencida’.
Volver al barro
El plan de partido del Barça parecia bastante claro. Mucho más fácil idearlo que ejecutarlo, eso sí. Llevar el partido al barro era la única forma de frenar las transiciones rápidas de Efes, y así lo hizo el conjunto blaugrana. Con Claver como bandera, la defensa del Barça volvió a ser protagonista del juego blaugrana. El valenciano se emparejó con Micic y eliminó su potencial generador. También apareció en segundas ayudas y colaborando en el rebote. Claver se multiplicó tantas veces como el Barça lo necesitó. De su intensidad se contagió el resto del conjunto culé, que no cesó en las ayudas y se hizo fuerte bajo su propio aro. También Bolmaro y Davies se pusieron manos a la obra, aunque a ellos no les hacen falta mono y botas. Para ellos el barro siempre fue su ambiente más natural.
Sanli como válvula de escape
Sabía Anadolu Efes que toda la atención de la defensa blaugrana iba a estar puesta sobre dos hombres: Larkin y Micic. Es quizás la única desventaja de contar con los dos mejores generadores con balón de Europa, que sabés que no contarán con la libertad necesaria para campar a placer. Y menos en partidos de este calibre. Cuando todos los ojos miraron a un lado, Sanli decidió hacerse hueco en el otro. El pívot del conjunto turco, que está en una de sus mejores temporadas como profesional, entendió que debía ser él quien aprovechase los descuidos sus defensores para caminar con sigilio por la corniza de la indiferencia. Porque ese fue el trato que recibió de incio por sus rivales. Hasta que respondió. Sus puntos oxigenaron a un desacertado Efes que sufrió en exceso la ralentización a la que el Barça lo condenó. Sanli fue el soporte de un equipo que aguantó estoico hasta que aparecieron Larkin y Micic.
La bocina más esperada por efes
@AnadoluEfesSK es el CAMPEÓN de la #Euroleague
— DAZN España (@DAZN_ES) May 30, 2021
¡Enhorabuena!
¡Felicidades también al @FCBbasket por una temporada que ha sido espectacular y por luchar hasta el final! pic.twitter.com/DAdLnOyqF3
El carácter tan ansiado
Había sufrido Efes en los cierres de diversos partidos a lo largo de la temporada. La retina nos recuerda la serie contra el Real Madrid y el partido de semifinales ante el CSKA de Moscú. Las ventajas obtenidas en aquellos duelos parecían suficientes, pero no quitaron que los turcos sufrieran. Les había faltado carácter, calma, temple. Cosas que se obtienen con la experiencia, pero también con los títulos. Porque el ansia de ganar es tan angustiante como la desazón de la derrota. Y este Efes aún no sabía lo que era ganar. No a nivel continental. Decía Mario Benedetti que siempre había que estar preparado para lo peor, aunque en realidad nunca se estuviera. Tenía razón. Efes ahora sí lo estaba. Y también sus jugadores. Su selección de tiro en los minutos finales evidenció una madurez antes inexistente. Sus generadores aprovecharon las ventajas obtenidas para atacar el aro y no para buscar triples inauditos. Dejaron de lado egos y heroísmos. Esa es la mejor receta hacia la victoria.
Los ilusionistas
Larkin y Micic. Micic y Larkin. Los pueden poner en el orden que quieran, que el orden de los factores no altera el producto. La enésima exhibición de los dos mejores jugadores de Europa tuvo lugar en el partido más importante de la temporada. Por cosas como esta es que lo son. Uno tuvo que conocer el ostracismo en la NBA para volver a ser una estrella. El otro tuvo que convertirse en una para llamar la atención de la NBA. Sus caminos podían cruzarse, pero parecía difícil que se encontraran. Contra todo pronóstico lo hicieron, y además coincidieron sus mejores versiones. Fueron ellos quienes dinamitaron el partido a base de talento puro. Su lectura del juego en las acciones de bloqueo directo permitió a Efes gozar de una ventaja constante que luego supieron explotar a la perfección. La fórmula del éxito consistía en rodear a la pareja de bases de los mejores complementos posibles, Ataman lo logró. Micic y Larkin jugaron como jugarían los ilusionistas, siempre un paso por delante y con un as bajo la manga.