En el (poco) tiempo que llevo siguiendo la página Don Basket en Facebook, no he encontrado a ninguna compañera de la generación del 59, así que voy a relatar someramente una experiencia que vivimos con la intención de rendir a todas un pequeño homenaje, porque se lo merecen -nos lo merecemos-.
Nosotras fuimos las que, bajo las órdenes de la singular e inolvidable Ita Poza (en la foto de arriba dándonos instrucciones en un tiempo muerto. La nº 8 es Rocío Jiménez y la nº11 es Chus. La que está detrás, con la mano en el cuello ayudando a que pase el trago es Sole Granados. Y la de los mofletes hinchados Jenny Barnola. Una servidora es la nº12) y Pilar Godia, representamos a España en el primer campeonato de Europa juvenil femenino. Fue en la ciudad polaca de Szczecin, en agosto de 1976 –antes de la revolución de Lech Walesa-.
Recuerdo que pasamos el muro de Berlín (frontera entre capitalismo y comunismo) a pie por los subterráneos del metro, cada una cargada con su propio equipaje y la parte equivalente del común. Apunto que en esa época no había maletas con ruedas y os aseguro que a mí me pareció una caminata interminable, aunque realmente puede que fuera poca distancia, no sé decir. Al llegar a la zona oriental el contraste fue brutal, las caras de la gente eran serias, sus miradas recelosas, sus trajes grises, nadie hablaba.
Pero la aventura no había hecho más que empezar, ya que no dejaron pasar al otro lado al autocar que nos llevó hasta la frontera con Polonia, así que nos dieron a cada una nuestro pasaporte y fuimos pidiendo a los particulares que iban a atravesarla y tenían sitio el favor de que alguna se metiera en sus coches. Una de nosotras llevaba el pasaporte suyo y el de otra -quizá pensando que iban a estar juntas- pero la metieron rápido en un coche y cuando la otra fue a pasar no la dejaron –iba indocumentada-, así que hubo que hacerle llegar su pasaporte desde el otro lado, creo recordar que en un coche particular, pero no lo aseguro.
Llegamos a Szczecin una semana antes del inicio del campeonato porque teníamos concertados tres partidos de preparación con las anfitrionas en los que, debo decir, nos pasaron por encima, pero nos hicimos amigas de ellas. Casi todas nosotras volvimos a España con las maletas medio vacías, sólo con las equipaciones –teníamos que devolverlas-, porque las polacas se morían por unos vaqueros, una camiseta, una cazadora, un dólar,… Qué menos, pobre gente, lloraban de emoción. Yo estuve escribiéndome con una de ellas –Yvonna Kaminska- durante bastante tiempo, me enviaba unos sobres llenos de corazoncitos rojos –era su manera de agradecer, pero a mí me daba una vergüenza horrorosa- y también alguna vez un paquetito con regalos. De verdad que pocas veces en mi vida me he sentido tan compensada por un acto de generosidad: fue muy tierno, aún hoy el recuerdo me emociona.
Cuando llegamos, los edificios destinados a alojamiento estaban en un terreno inhóspito que, en una semana, los militares transformaron en canchas de baloncesto de cemento entre parterres de flores y, gracias a Dios, pusieron puertas a los váteres de los alojamientos porque si no la mayoría hubiéramos tenido problemas intestinales.
Hasta la realización de este escrito, no sabía en qué puesto habíamos quedado, de verdad, pero sí podía decir que habíamos ganado a la gigantesca y temida Italia (la jugadora italiana nº15 de la foto estaba por los dos metros. La más alta de nosotras era Elvira Gras con 1.82) renunciando al rebote ofensivo y eso fue para nosotras un triunfo tan grande que nos sentíamos unas campeonas. Más abajo tienen un recorte de la revista 'Rebote' que, amablemente, nos pasó Raúl Barrera de Espacio 2014 y Enrique Cuevas de la FEB donde tienen todos los datos
Fuimos una de las selecciones más populares y comentadas en prensa porque la única lesión que tuvimos en nuestras filas fue la de la entrenadora. Jajajajaja. Mi querida “pájaro” (Sole), siempre te llevaré en mi corazón, con la certeza de que estás perfectamente donde sea que te encuentres. Eras una niña maravillosa.
Teníamos una ilusión inmensa, sentíamos un compañerismo tan grande como el orgullo de representar a España, sabíamos del valor de la amistad y del cariño y…cómo nos reíamos.
Muchas de nosotras seguimos juntas en la selección junior, disputando dos europeos. Nuestros entrenadores fueron José María Solá y Javier Sampedro, personas tan distintas como el día y la noche pero que formaban un tándem magnífico, donde el respeto y el cuidadoso trabajo fueron sus máximas. Yo personalmente les estoy inmensamente agradecida por la confianza que depositaron en mí.
Algunas, tuvimos el enorme privilegio de debutar con la selección senior siendo todavía junior.
Todo ya era distinto…
ALGUNOS DATOS, por Carlos Jiménez.
-Participaron 16 selecciones nacionales, en una época en la que participar en un campeonato del máximo nivel internacional era una enorme experiencia para las jugadoras españolas. Al podio subieron la Unión Soviética, Hungría y Bulgaria.
-Margarita ‘Ita’ Pozas (Madrid, 1925) fue la entradora. Hablar de 'Ita' es hablar de la historia y difusión del baloncesto femenino en sus inicios. Para ella es difícil contabilizar cuántos títulos reunió entre su etapa como jugadora, a las órdenes del ‘Cholo’ Méndez, y entrenadora. La mayoría de estos galardones llegaron con el CREFF, club que fundó y para el que recolectó a las mejores jugadores de los colegios de Madrid en los que daba clases de Educación Física. Según explica en el libro Historia del Baloncesto en España: "Me enganché (al baloncesto) gracias a Pedro Gil, que jugaba junto a sus hermanos en el América, un equipo de baloncesto importante en España en los 40 ganando varios campeonatos de Castilla. Pedro fue mi primer entrenador. Allí también jugaron los hermanos Alonso (ganaron el primer Campeonato de baloncesto en España en 1933), que fueron la primera generación de grandes jugadores. Creo que Pedro hizo el primer polideportivo que hubo en España, estaba en la calle Espronceda, pero se derrumbó. Él había apostado tanto por aquello que acabó arruinado y tuvo que marcharse. Se fue a México".
-Pilar Marín (Madrid, 1959) era pívot y medía 1.78. Después de aquel acontencimiento Pilar no consiguió ningún título con el equipo revelación de entonces, el Celta de Vigo "equipo al que iba, equipo que quedaba segundo. Me fichó 'Cholas' Rodríguez junto con una peruana enorme para "reforzar" (ya ves tú) al Celta campeón de Liga que debía jugar la liga europea. Quedamos segundas en la competición española. Posteriormente el Iberia quiso hacer un equipo ganador y se hizo con una plantilla de 'figuras' que nos acabaron llamando 'el belén' porque decían que no nos movíamos. Quedamos segundas". Llegó a coincidir con una de las mejores jugadores de la historia del baloncesto femenino, Marisol Paino, en tiempos en los que la variedad sexualidad era un tabú. "Sí, de hecho fue un año muy convulso, Cholas la apartó del equipo y yo estaba lo que podía con ella.... En fin. Medía 175, no más, hacía mates. Tenía un físico tremendamente fibroso y...era consciente de que su peculiar aspecto, muy masculino, así como su forma de jugar. Daba mucho espectáculo. Pero luego, detrás de todo eso había mucho desconcierto y desamparo en ella. Yo la tenía mucho aprecio y me inspiraba ternura".Volviendo a Pilar, también fue 36 veces internacional con la selección absoluta, 1 europeo juvenil y 2 junior. Nuestra protagonista se retiró en el 2003. Ella misma me sigue explicando que "tuve una mala lesión en la rodilla -pudo ser en el año 2000- que fui recuperando como podía y seguí jugando al máximo entre liga y selecciones. En febrero del 2002 me operó Cristóbal Rodríguez. No quedé bien. Estuve un año recuperendo y jugué algunos partidos con el Iberia con una rodillera de hierros con la que algunos árbitros no estaban conformes. Estaba mal, no podía. La temporada siguiente jugué algunos partidos en segunda pero era imposible, tuve que dejarlo definitivamente. Y... hasta ahora, que sigo medio coja y la espera a que los médicos decidan ponerme la prótesis de titanio".