Todo el mundo del baloncesto habla del Australia-USA de esta noche. El país oceánico está siendo la sensación de estos juegos, como se vaticinaba en la encuesta realizada tanto entre lectores como colaboradores, y los estadounidenses demuestran partido a partido la seriedad con la que se toman estos Juegos.
En cuanto a jugadores, las conversaciones se centran en Dellavedova, mejor base hasta el momento en dura pugna con Kalnietis y Campazzo, en lo jugón que es Mills o en la clase que tiene Bogut. Por el lado de los de las barras y estrellas se comenta lo gran clutch player que es Irving o la monstruosidad de partido de Carmelo. Pero, algo más lejos de los focos, un viejo rockero de la generación del 80 volvió a tocar la guitarra como solo él sabe. David Andersen emigró de su Australia natal a la tierna edad de 19 años a Italia en los años en que el Pallacanestro discutía a la ACB el título de segunda mejor liga del mundo. Allí ganó una euroliga con la Kinder Bologna de Ginóbili, Rigaudeau, Smodis, Jaric y Rashard Griffith. En Italia conquistó, en diferentes etapas, dos Legas, 3 copas y una supercopa.
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En el 2004 fichó por el CSKA donde con Papaloukas, Trajan Langdon, Siskauskas, Holden y otra vez Smodis bajo la batuta de Messina ganó dos Euroligas más. También sumó cuatro ligas rusas, tres copas y una VTB. No pudo repetir título de Euroliga en su paso por nuestro país pero si fue pieza clave en el campeonato de liga para el FC Barcelona que nos permitió disfrutar de este gran jugador en las pistas españolas. Solo estuvo en nuestro país una temporada ya que en 2009 decidió escuchar los cantos de sirena que le venían llegando desde la NBA año tras año y ahí fue donde desapareció un poco de los focos, ya que en dos temporadas solo jugó 103 partidos con un papel marginal.
Volvió a Italia y volvió a ganarlo todo en el país transalpino con la Mens Sana Siena siendo determinante, pero poco a poco la edad y el físico comenzaron a hacer mella en su juego y dejó de ser el jugador dominante de antaño, considerado por la mayoría el mejor 4-5 de Europa durante casi una década. Sin embargo, ante Estados Unidos demostró que los viejos roqueros nunca mueren y volvió a impartir una lección de cómo se debe jugar alternando las dos posiciones interiores. 13 puntos, 5 rebotes y 14 de valoración en tan solo 18 minutos de juego con solo dos fallos en el tiro.
Lo mejor no fueron sus estadísticas, si no el tomar siempre la opción correcta: cuando lo defendía uno de los aleros reconvertidos a cuatros como Carmelo le hacía sufrir su juego al poste y cuando su pareja eran Cousins o Jordan salía fuera de la zona para exhibir su magnífico tiro exterior. Un partido digno de enseñar a los más jóvenes. Mantuvo a Australia en el partido cuando los titulares tenían que descansar y también fue importante compartiendo pista con ellos. Una delicia verlos a él y a todo el equipo australiano jugando al baloncesto. Se merecen una medalla sea del metal que sea.