
La máquina yugoslava: los años de oro (1989-1991)
- La selección de Yugoslavia protagonizó tres años de baloncesto de ensueño entre 1989 y 1991 antes del desmembramiento del país
- Tres años de magia: la Jugoplastika de Split (1989-1991)
- Petrovic y la Cibona: la pesadilla del Real Madrid de los años 80
Petrovic, Perasovic, Danilovic, Kukoc, Paspalj, Zdovc, Djordjevic, Vrankovic, Divac, Komazec, Radja y Savic. Esta plantilla bien podría haberse reunido en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 en ese hipotético partido tantas veces imaginado contra el Dream Team de Estados Unidos, pero las tensiones existentes desde hacía tiempo en la República de Yugoslavia estallaron unos meses antes, dando lugar a una guerra que, entre otras consecuencias mucho más trágicas, nos dejó sin aquel enfrentamiento. Por diferentes motivos, los doce jugadores nombrados nunca se juntaron, pero todos ellos pasaron por la selección plavi entre 1988 y 1991. Tres años en los que los aficionados pudimos disfrutar de una de las mayores concentraciones de talento que se hayan producido en un mismo país en toda la historia del baloncesto.
Zagreb 1989
El ambiente era propicio y el momento, el adecuado: después de haber crecido poco a poco, manteniéndose en la élite internacional pero sin hacer mucho ruido (bronce olímpico en 1984, bronce mundial en 1986, bronce europeo en 1987, plata olímpica en 1988), el Eurobasket de 1989, disputado en casa, en Zagreb, era el momento perfecto para que explotase todo el talento que atesoraban las jóvenes perlas yugoslavas.
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En todos esos éxitos de los ochenta (que para un país que había dominado la década de los 70 casi parecían poca cosa) había ido entrando en la selección plavi una generación de jugadores absolutamente maravillosa, con un talento descomunal que habían podido desarrollar gracias a que habían debutado muy jóvenes en la liga yugoslava, donde no había extranjeros y no importaba la edad de los jugadores si eran tan buenos como éstos. Además, como decía, habían entrado poco a poco en la selección, sin hacer ruido… hasta que llegó este campeonato y el estruendo se oyó en todo el mundo.
Kukoc, Divac, Paspalj y Radja, de apenas 21 años, Jure Zdvoc y Zdravko Radulovic con 23 o un todavía más joven Danilovic, que apenas contaba con 19, habían debutado en su liga siendo adolescentes y ya llevaban varias temporadas adquiriendo experiencia en sus clubes. A ellos se unían Petrovic y Vrankovic, con 25 años, para formar la columna vertebral de aquella selección, que completaban Cutura, Radovic y Primorac, más veteranos. En la temporada 1988-89 aquellos jugadores habían dominado las competiciones europeas de clubes, al conquistar la Jugoplastika de Kukoc y Radja la Copa de Europa, el Real Madrid de Petrovic la Recopa y el Partizan de Divac, Paspalj y Danilovic la Copa Korac.
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El torneo fue muy corto, con sólo ocho participantes y disputado en apenas seis días. Después de una primera fase con tres partidos se pasó directamente a las semifinales, a las que accedieron Yugoslavia, Italia, Grecia y la URSS. Los soviéticos se presentaban con un equipo similar al del anterior Eurobasket pero con Sabonis en lugar de Tkachenko. Parecía la ocasión para que la URSS vengase la derrota sufrida dos años antes frente a Grecia, que esta vez no contaba a su favor con el espectacular ambiente del Palacio de la Paz y la Amistad. Pero los de Galis y Yannakis volvieron a dar la sorpresa y repitieron presencia en la final. Yugoslavia, por su parte, había arrasado a Grecia y vencido por más de veinte puntos a Bulgaria y Francia en la primera fase. En la semifinal se enfrentaba a Italia, que había vencido sin problemas a España y Holanda y había caído por sólo tres puntos contra la URSS. Los italianos, liderados por el gran Antonello Riva, hicieron lo que pudieron pero el rodillo yugoslavo, que llevaba unos años engrasándose, ya estaba funcionando a pleno rendimiento.
Y en la final llegó el espectáculo… Grecia se repuso del buen inicio de Yugoslavia para aguantar la diferencia por debajo de diez puntos hasta el minuto quince. A partir de ahí, una exhibición plavi, con magníficas combinaciones de pase y juego sin balón, contraataques y jugadas dignas de un All Star (de los de antes).
Petrovic lideraba pero parecía entender que estaba rodeado de excelentes jugadores y también se divertía compartiendo el balón con ellos. Era la explosión de un grupo que nos haría disfrutar tres veranos consecutivos, hasta que estalló la Guerra de los Balcanes.
Buenos Aires 1990
1990 fue el segundo de tres años maravillosos de dominio yugoslavo en las tres competiciones que disputó. En Argentina, Yugoslavia no pudo contar con uno de sus pilares, Dino Radja, lesionado poco antes del inicio del campeonato, pero dio igual. El moderno juego yugoslavo era inabordable para todos sus rivales, salvo cuando se dejaban llevar conscientes de su superioridad. Como en el Eurobasket del año anterior, la combinación de un Petrovic más experimentado que sus compañeros y la juventud y el descaro de Kukoc, Paspalj y Divac, acompañados por el serio Jure Zdovc, era un regalo para los ojos de los aficionados. No obstante, en la primera fase se dejaron sorprender por la gran sensación del campeonato, Puerto Rico, que derrotó a los yugoslavos en la primera fase y a Estados Unidos en la segunda. Los puertorriqueños tenían una extraordinaria pareja interior formada por Piculín Ortiz y Ramón Rivas, bien acompañada por alero Jerome Mincy o Edgar León y bajo la dirección de Federico López. A partir de la segunda fase, ya no hubo más sorpresas para los de Ivkovic, que se impusieron con claridad a Grecia, Brasil y la Unión Soviética.
De la segunda fase se pasó directamente a las semifinales, disputadas por Puerto Rico y la Unión Soviética, por un lado, y Yugoslavia y Estados Unidos, por el otro. En la primera, los caribeños, invictos hasta entonces, no mantuvieron el nivel de sus seis primeros encuentros y cayeron ante una Unión Soviética que no contaba con las estrellas lituanas (Sabonis, Marciulionis, Kurtinaitis, Homicius y Iovaisha), ya en proceso de independencia. Pese a no contar con jugadores tan importantes, los soviéticos se impusieron con claridad y pasaron a la final.
En la otra semifinal, Yugoslavia se presentó sin ningún complejo ante Estados Unidos, hasta entonces dominadores del baloncesto mundial sin necesidad de contar con jugadores de la NBA. Normalmente se presentaba a los Juegos Olímpicos y a los Campeonatos del Mundo con una selección de jugadores universitarios que, sobre todo en los Juegos, no tenían problemas para imponerse a las selecciones del resto del mundo. Pero las cosas estaban cambiando y estos yugoslavos ya habían pasado por encima de una selección estadounidense, concretamente los de la generación del 67 y el 68 (Radja, Kukoc, Divac y Djordjevic), que se habían impuesto en el Mundial junior de 1987 en Bormio, en la famosa noche mágica de los 11 triples de Kukoc.
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Estados Unidos llevaba un equipo donde destacaban estrellas universitarias como Christian Laettner, Alonzo Mourning y Kenny Anderson y otros jugadores que harían carrera en la NBA como Billy Owens, Chris Gatling o Todd Day. Después de tener que conformarse con el bronce en Seúl, la exigencia era máxima para los chicos de Mike Krzyzewski, pero la zona planteada por Coach K se vio desbordada por el excelente tiro exterior de Yugoslavia, que llegó a mandar en el marcador por veinte puntos de diferencia.
La final tampoco tuvo mucha historia y, sin llegar a arrollar como a Grecia un año antes en la del Eurobasket, sí se vio a dos equipos que pertenecían a dos épocas distintas. Los soviéticos tenían una buena base de jugadores que habían alcanzado el oro olímpico (Volkov, Tikhonenko, Belostenny, Sokk), más algún veterano como Lopatov, rescatado ante la ausencia de los lituanos, o el prometedor Gundars Vetra, que acabaría jugando un año en la NBA. Pero contra Yugoslavia sí echaron de menos el talento de Sabonis, Marciulionis y compañía, viéndose impotentes ante las fantásticas jugadas que fueron capaces de enlazar principalmente Kukoc, Petrovic, Divac, Paspalj y Zdovc, pero también Cutura, Savic, Perasovic o hasta el veterano a punto de retirarse Zeljko Obradovic.
Aún nos quedaba un año para disfrutar de ese equipo de ensueño a la europea, que se desmembraría como consecuencia de la Guerra de los Balcanes. Justo al acabar la final, el incidente de Divac con la bandera que tan famoso se ha hecho tras la emisión del documental “Hemanos y enemigos” empezó a resquebrajar un grupo que hasta entonces se había limitado a disfrutar y hacer disfrutar a los aficionados de todo el mundo. En el Eurobasket de 1991 ya no participó Petrovic y ya en 1992 el territorio de la antigua Yugoslavia se encontraba en plena guerra, por lo que nunca llegó a producirse el duelo entre los dos “Dream Teams”.
Roma 1991
Al igual que en el campeonato celebrado en Zagreb dos años atrás, el Eurobasket de 1991 apenas contó con ocho participantes, si bien puede considerarse como una fase final, puesto que entonces se celebraban partidos de clasificación durante el año, como se sigue haciendo actualmente en fútbol. Como en el 89, la fase final se disputó en una sola sede y con dos grupos de cuatro equipos que daban paso directamente a las semifinales.
El torneo quedó algo deslucido, entre otras cosas, por la ausencia de uno de sus grandes dominadores en sus cincuenta años de historia. La Unión Soviética, en plena desintegración por el proceso de independencia de sus quince repúblicas que culminaría el día de Navidad de ese año, no se clasificó para la fase final, dejando espacio para que selecciones como Francia o España subieran algún peldaño en la clasificación.
Tras una primera fase donde Yugoslavia e Italia dominaron en sus respectivos grupos, ambas selecciones de deshicieron en semifinales de Francia y España, respectivamente. Tras la disputa del partido por el tercer puesto, donde España se hizo con el bronce derrotando a Francia, quedaba disfrutar de la final entre balcánicos y transalpinos. Los ‘azzurri’ se presentaron al campeonato con un equipo repleto de buenos jugadores (Riva, Gentile, Pitiis, Rusconi, Premier, Magnifico, Brunamonti…), pero lo de Yugoslavia eran palabras mayores. Con la Guerra de los Balcanes en plena ebullición, aquel sería el último campeonato en el que disfrutaríamos de aquella fantástica selección.
El equipo se presentaba con una sola baja, aunque no era menor: por diversos motivos, Drazen Petrovic decidió no acudir a la cita (Croacia estaba a punto de declarar su independencia, estaba reciente el famoso incidente de la bandera de Divac en el Mundial de Argentina y, además de todo ello, quería dedicar el verano a prepararse para triunfar en la NBA, después de una temporada en la que había sido traspasado a New Jersey Nets). La ausencia de Petrovic seguramente abrió la puerta a Sasha Djordjevic, de quien dicen que estaba vetado por el croata tras algún roce en un partido (lo cierto es que el base serbio llevaba ausente desde 1987). Junto con Djordjevic, completaban la plantilla una constelación de estrellas: Divac, Djordjevic, Kukoc, Paspalj, Radja, Komazec, Zdovc, Danilovic, Perasovic, Savic, Sretenovic y un más desconocido Jovanovic, del Estrella Roja, que ya había integrado el equipo el año anterior en ausencia de Radja. Sólo se echaba en falta a Drazen Petrovic y, en menor medida, a Stojko Vrankovic.
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Una lamentable consecuencia de la situación política que se vivía en Yugoslavia fue que el esloveno Jure Zdovc, que había tenido un papel destacado en los oros conseguidos por los plavi en los dos años anteriores, no pudo disputar los dos últimos partidos de este Eurobasket. Un día antes de la semifinal, Eslovenia declaró su independencia, lo que dio lugar al breve conflicto de los Diez Días que acabó con su escisión de Yugoslavia, y prohibió al base defender la camiseta azul bajo la amenaza de ser declarado traidor a la patria. Con lágrimas en los ojos, Zdovc tuvo que abandonar la concentración y despedirse de sus compañeros, que horas más tarde debían disputar sus dos últimos encuentros juntos.
Los yugoslavos se despidieron de la mejor manera posible, haciendo su mejor baloncesto como habían hecho en las dos finales anteriores, dejando claro que no tenían rival en Europa pese a que los italianos lo intentaron en la primera mitad, a la que se llegó con 8 puntos de ventaja de los balcánicos.
En la segunda parte continuó el espectáculo, con Kukoc y Radja manejando el partido a su antojo y disfrutando de su reencuentro (Radja llevaba un año jugando en ese mismo pabellón, para Il Messagero de Roma, mientras que Kukoc había levantado la tercera Copa de Europa consecutiva para la historica Jugoplastika).
Aquella final fue la despedida a tres años maravillosos de dominio del equipo yugoslavo sobre todas las selecciones que se enfrentaron a él. Un auténtico equipo de ensueño que no pudo enfrentarse un año después, en el mejor escenario posible (los Juegos Olímpicos de Barcelona) al otro Dream Team, el de Estados Unidos. Todos lo hemos imaginado alguna vez, ¿cómo habría sido aquel partido? Lamentablemente nunca lo sabremos. Siempre nos quedarán los vídeos de Zagreb, Buenos Aires y Roma para recordar el maravilloso baloncesto que hicieron juntos durante tres inolvidables años.
Podéis ver más artículos y vídeos de partidos de la época en mi blog, Aro Pasado.
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Comentarios
Viva Yugoslavia!!! Mueran los criminales y terroristas de la OTAN!!
Grandísima selección. Creo que MITIFICADA (con razón) por todos los que les vimos jugar en ese momento, también contribuye a ello su lamentable final asociado a la guerra. Su superioridad sobre la mayoría de los rivales en el planeta FIBA era abrumadora.
Me viene a la cabeza también una reflexión, la COMPARACIÓN con la irrepetible selección de ESPAÑA de los juniors de oro, para mí incluso de un nivel superior a esa generación yugoslava. Recordemos por ejemplo este ciclo: 2006-Oro Mundial, 2007-Plata Europea, 2008-Plata Olímpica, 2009-Oro Europeo. Por no seguir con 2011-Oro Europeo, 2012-Plata Olímpica... En estos años la supremacía de esta generación en el panorama FIBA Europa es arrollador. Nuestra generación ha sido más longeva y más competitiva contra las mejores selecciones USA del momento, ambas cosas ciertamente imposibles de realizar para la generación yugoslava por la desintegración de "su país", pero no por eso devalúa el éxito español, al contrario Dudo mucho que los yugoslavos podrían haber puesto contra las cuerdas el Dream Team como lo hizo España en 2008 y 2012 con una selección USA también de un nivel altísimo (y la comparación entre la USA del 92 y las del 2008-12 es otro debate).
Dentro de 25 años seguro que muchos valoran de otra forma a la generación de ORO del baloncesto español.
Madre mía, vaya sobrada de equipo: Petrovic, Perasovic, Danilovic, Kukoc, Paspalj, Zdovc, Djordjevic, Vrankovic, Divac, Komazec, Radja y Savic.
No quiero ni pensar lo que serían estos tíos con la preparación física de hoy en día.
Canela en rama, señores! Que pena que aquel equipo se desmembrara por aspectos extradeportivos... Creo que si una palabra lo definía era talento
Articulazo. Da vértigo leer todo esto.
Mira que nos machacaron a base de bien aquellos años, pero nuncá lamenté tanto la desaparición de un equipo como en aquella vez