Cuando se habla de la Generación Dorada del básquet argentino, nos viene el nombre de Luis Scola a la cabeza. Un jugador para el cual ya no quedan muchos adejtivos, porque su legado y su carrera hablan por sí solos.
Podemos ver en bucle a ese cuerpo esbelto que baila al ritmo de Gardel en el poste bajo y que muestra y esconde una pelota entre sus manos como si se tratase de un as de corazones.
Un punto aparte es su juego de pies. Una delicatessen para aquel que lo ve y una ruleta rusa para el que se enfrenta cara a cara con él.
Pero más allá de su excelso juego y de sus miles de exhibiciones, hay algo más grande que el nombre de Luis Scola, y es todo lo que ha hecho él para el básquet argentino.
A día de hoy, el capitán de El Alma está disputando su quinto mundial y se ha proclamado como el segundo máximo anotador de la historia de los mundiales tras a superar a Gaze que contaba con 594 puntos. Solo mira desde abajo a una leyenda de este deporte, Oscar Schmidt, que tiene el récord con 906 puntos.
Para poner en contexto y, por qué no, hacer un homenaje a quien lo merece, vamos a hacer un repaso de las actuaciones mundialistas del último soldado de la Generación Dorada.
Indianápolis 2002:
Este es el primer mundial que disputó Scola. Lo hizo como jugador del Baskonia y fue su primera gran aparición con el combinado celeste y blanco.
Promedió 9,2 puntos, 3,3 rebotes y 1,1 asistencias, con un promedio de 50% de efectividad en tiros de campo y una media de 18,4 minutos en los 9 partidos que disputó.
Fue uno de los revulsivos del equipo de Rubén Magnano que se quedó a la puertas del título al caer en la final ante Yugoslavia tras un final polémico.
Japón 2006:
Acá la historia ya era otra. Argentina llegó al mundial con una medalla de oro colgándole del cuello tras subirse a lo más alto del podio en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Scola se despachó de la cita mundialista con promedios de 14,3 puntos, 7 rebotes y 1,6 asistencias, acompañados de un 53,6% en tiros de campo y una media de 25 minutos en sus 9 partidos.
La selección albiceleste hizo un gran papel pero se fue a casa con las manos vacías tras perder en semifinales ante una España que acabaría siendo campeona al derrotar a Grecia en la final.
turquía 2010:
Este fue el gran mundial de Scola. Llegaba ya como jugador de los Houston Rockets y siendo la referencia absoluta de un equipo que no contaba con Manu Ginobili ni con el Chapu Nocioni.
El papel de líder no le pesó en ningún momento y fue el goleador del mundial y la brújula de de la selección. Promedió 27,1 puntos, 7,9 rebotes y 1,2 asistencias con un 56,6% en tiros de campo y una media de 35,8 minutos.
Sin duda, Turquía fue el punto de inflexión que permitó a Luifa hacerse con el puesto de líder de un combinado albiceleste, llegando a anotar 30 o más puntos durante 5 partidos seguidos.
De todas formas, los dirigidos por Sergio Hernández cayeron ante Lituania en cuartos y se tuvieron que conformar con la quinta plaza tras derrotar a Rusia y España en los partidos de consolación.
españa 2014:
Este fue uno de los golpes duros, pero no solo por lo deportivo, sino también por lo institucional. La Confederación Argentina de Baloncesto pasaba un momento de crisis que, directa o indirectamente, afectó a la parte deportiva.
Una vez más sin Nocioni y sin Manu, Luifa fue la figura de una argentina que sufrió un golpe durísimo tras caer en octavos ante Brasil.
De todos modos, Scola hizo buenos números y promedió 19,5 puntos, 8,5 rebotes y 2,3 asistencias con un 48,2% en tiros de campo y una media de 32,5 minutos.
china 2019
Este está siendo (o eso creemos todos los mortales) el último mundial de Luis Alberto Scola. A sus 39 años está siendo una de las referencias del combinado argentino, como demostró ante Nigeria -cuando consiguió situarse segundo en la tabla de máximos anotadores de la historia de los mundiales- al acabar el partido con 23 puntos y 10 rebotes.
Lo más destcable, sin embargo, no son sus logros, sino su forma de llegar a ellos. Porque hace un año que Scola no tiene equipo y que se entrena de forma individual para llegar a esta cita mundialista en óptimas condiciones.
De hecho, en esta copa del mundo está promediando 17,4 puntos, 7,8 rebotes y 1,6 asistencias, con un 45,5% en tiros de campo.
El tiempo marcará qué lugar ocupa su nombre en la historia del baloncesto mundial. Quizás el de un jugador que supo hacerse un hueco entre los más grandes sin ser un gran tirador, ni un gran pasador, ni mucho menos un físico privilegiado. Un jugador que demostró que a veces, y sólo a veces, caminando se puede ir más rápido que corriendo y bailando se puede hacer más daño que luchando.