La progresión de Alberto Abalde no puede haber pillado a nadie por sorpresa a estas alturas. El jugador gallego, formado en la prolífera cantera de Joventut de Badalona, venía apuntando alto desde su época de chaval, en la que fue campeón de España cadete, y de España y Europa Junior (elegido MVP de la final). No en vano, forma parte de una familia baloncestística de pura cepa, en la que su padre (Alberto también) fue jugador de Liga ACB en varios equipos (Obradoiro y Ferrol) y su hermana Tamara tiene una dilatada y exitosa trayectoria profesional, sumando además varios títulos de Liga y Copa. La próxima temporada la disputará en el Kutxabank Araski de Vitoria tras dejar recientemente Valencia Basket.
En mayo de 2017, nuestro compañero Xan Ramos nos contaba con todo detalle la historia y trayectoria de esta familia tan particular para nuestro deporte:
Alberto Jr. firmó por Valencia Basket al finalizar el curso 2015-16, en el que había comenzado a destacar en la Penya con 19 añitos, y estuvo cedido una temporada más en Badalona, en la que se consagró como una de las mayores promesas del baloncesto español. Esa última temporada en Joventut, ya totalmente asentado en los esquemas de Diego Ocampo, fue una de las revelaciones del curso. Un año en el que, casualmente, el que iba a ser su próximo club conquistó por primera vez en sus 30 años de historia la Liga Endesa-ACB. Las expectativas no podían estar más altas para Alberto: equipo campeón y a jugar Euroliga en su primer curso taronja. Esa última temporada de verdinegro ya dio señales inequívocas de su potencial, e incluso logró alguno de sus registros más altos en lo que lleva como profesional, incluyendo los tres años como valencianista: promedios máximos en minutos (23’9), puntos (10’1) y rebotes (3’5).
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llegada a valencia
Su primer entrenador en Valencia fue Txus Vidorreta, y de aquella temporada se recuerda especialmente la tremenda plaga de lesiones que sufrió el equipo taronja, que vio afectado inevitablemente su rendimiento. Especialmente en Euroliga, donde tras un buen inicio, encadenaron una racha negativa de 11 derrotas consecutivas que aniquilaron cualquier perspectiva halagüeña que pudieran tener. También afectó al resultado final en la liga doméstica, ya que cayeron contra pronóstico ante Gran Canaria en la ronda de cuartos. Pero como en todo, de los momentos de crisis surgen otros de “oportunidades”, y el gallego vio como Vidorreta encontró en él un relevo de garantías para suplir las lesiones de sus bases (Van Rossom, Vives y Diot). Dos años y medio después podemos asegurar que Abalde, que contaba por entonces con 21 años, realizó un curso acelerado y concentrado de “playmaker”, un máster profesional en plena etapa evolutiva como jugador, que aumentó su autoconfianza (siempre alta), y lo hizo más completo. Para el recuerdo queda aquel partidazo en el que Valencia Basket tumbó al CSKA con un Abalde pletórico y decisivo. Poco después pudimos hablar con él en SB en esta entrevista exclusiva:
El segundo curso del ferrolano en Valencia (18-19) coincidió con la llegada de su hermana Tamara a la sección femenina del club que maneja Juan Roig. El proyecto de las chicas daba un gran paso al debutar en LF1 y con aspiraciones de llegar pronto muy arriba (como así está siendo), mientras que los chicos sufrían un frenazo al no poder participar en Euroliga, tras el fiasco de los taronja ante Herbalife en el partido decisivo de cuartos en la Fonteta, que supuso finalmente la salida de Vidorreta. Fue por tanto el primer año de Ponsarnau al mando de la nave, y si bien en Liga anduvieron lejos de cualquier aspiración, los de la Fonteta encontraron el páramo de su torneo fetiche, la Eurocup, que vencieron ante el Alba de Berlín de Aíto en una Fonteta de júbilo. Abalde, sin embargo, vio frenada su progresión y disminuido su peso en el equipo. El técnico de Tárrega no acababa de encontrarle acomodo, y fueron varios los partidos en los que apenas contó con el gallego. Sus promedios bajaron hasta los 17’5 minutos, 5’9 puntos, 2 rebotes y 1 asistencia por encuentro (en su primer año fueron 20’, 7’2 +3’1 +2’4). Y cabe recordar también el polémico episodio vivido con su compañero Will Thomas al inicio de la temporada, donde el de Baltimore recriminó en público y en pleno tiempo muerto la “actitud egoísta” del gallego.
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madurar, florecer, explotar
Retomando el hilo cronológico nos encontraríamos a las puertas de esta última temporada, la 2019-20, a la que Alberto podría (o debería) haber llegado como flamante campeón del Mundo. Sin embargo, el ferrolano (que había debutado con la absoluta en junio de 2018, en el penúltimo partido clasificatorio para el Mundial ante Eslovenia), decidió hacerse a un lado poco antes de los descartes definitivos de Scariolo de cara a la cita de China, prefiriendo tomarse el verano como recuperación y preparación para la siguiente temporada.
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En este último año como taronja, Abalde pasó por varios ciclos de forma e importancia en el equipo: comenzó fuerte y siendo una de las piezas más importantes, pero se diluyó algo hacia mitad del curso, para acabar recobrando su peso gracias al buen estado de forma en el tramo fianl de competición pre-covid, con varios partidos de mucho mérito (especialmente en Euroliga), como aquella gran victoria en la pista del Fenerbahce, con un Alberto sublime en ambos lados de la pista. Luego llegó el parón, y tras él, la explosión definitiva.
La figura de Alberto Abalde ha cambiado en este último mes de competición de la 19-20. Su aura se ha agrandado y su currículum ya no es el de un meritorio sino el de (casi) una estrella. Su Fase Final Extraordinaria ha sido, sencillamente, espectacular. No en vano fue escogido en el mejor quinteto del “torneo”, con unos números grandilocuentes, como los de su compañero Mike Tobey, recientemente renovado por la entidad valenciana. Abalde fue el cuarto jugador mejor valorado, tras Tavares, Tobey y Campazzo, con 17’8 créditos, con 14’8 puntos de promedio (cuarto mejor anotador), 2’8 rebotes y 3’8 asistencias (también cuarto mejor). Además, el balance +/- fue, con mucho, el mejor de su equipo (+17). Su aportación fue fundamental en las victorias valencianistas, y su baja fue capital en la derrota frente a Baskonia en las semifinales. Pero su imagen, como decíamos, se había consolidado como uno de los aleros más importantes de la liga, por su polivalencia, su madurez y su determinación.
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nueva vida, nuevos horizontes
Ahora le llega al gallego un reto mayúsculo. Llega a uno de los mejores equipos de Europa para ser importante, en una plantilla que debe reinventarse y donde no habrá margen de error. El “fin de ciclo” se anuncia y la aportación de muchos de los veteranos debe ser cada vez menor, para dar paso al empuje de los menos experimentados. Abalde cumplirá 25 años en diciembre, y tendrá el reto de ser la “cara A” de Rudy Fernández (palabras mayores). Habrá que comprobar si se adapta bien al nuevo escenario, a su rol dentro de un club obligado a ganar, y que necesitará que el pequeño de los Abalde acepte el reto y demuestre que su progresión todavía está ”modo on”. Está llamado a ser uno de los jugadores más importantes de la Selección en los próximos años si cumple con lo que ha venido proyectando. Por personalidad y ambición no será, así que habrá que estar preparados para su explosión más luminosa.