En los dos primeros encuentros como local (Barcelona y Joventut), con el 40% de aforo permitido, la entrada en el recinto de Siete Palmas, que recordemos puede llegar a albergar hasta diez mil espectadores, no llegó a la mitad (unas dos mil personas por encuentro). Contra el Betis, en esta última jornada fue el primer partido con el 80% de aforo permitido. Después de la campaña de abonados más extraña y rápida de la historia reciente del club claretiano, la entrada en el Gran Canaria Arena fue de menos de 5000 espectadores, de los que al menos el 10% eran invitaciones de espectadores que no pagaban.
Está claro que la gente lo ha pasado mal durante los diecinueve meses que llevamos lidiando con la pandemia y es más reticente que nunca a involucrarse en grandes aglomeraciones, más teniendo en cuenta que es un recinto cerrado, pero este problema no es reciente y desde antes de la pandemia ya se vio un regresión en el número de aficionados que acudían al recinto insular.
La pregunta es la de siempre, es el equipo el que ha de tirar de la afición o al revés. En Gran Canaria siempre ha habido afición al basket y con el cambio del Centro Insular de Deportes al Gran Canaria Arena se dio un gran salto en número de abonados. Debemos esperar alguna jornada y ver la evolución de esta crisis sanitaria, pero los dirigentes del Gran Canaria, ya deberían estar pensando en soluciones para atraer a aquellos aficionados que han dejado de lado al equipo. No se puede permitir el ya manido mensaje de "es que casi todos estamos así" y trabajar para llenar el Gran Canaria Arena.
En el aspecto deportivo, vital para que un mayor número de aficionados acuda al pabellón, el Gran Canaria está bien posicionado en la clasificación, aunque su juego está lejos de ser equilibrado y consistente. Al equipo de Porfi Fisac le está costando arrancar los partidos y tener consistencia. Es normal que en los inicios de temporada haya más altibajos, pero aunque su capacidad de reacción sea buena y el balance de victorias positivo, al Granca le está costando tener un juego definido. Fisac quiere a un equipo más intenso defensivamente y compartiendo mejor el balón en ataque, aspectos que hemos visto en momentos puntuales.
Ante el Barcelona no se pudo competir en ningún momento y se vio a un Granca muy superado por el rival. En el choque disputado en el Martín Carpena el Granca se compitió bien durante los cuarenta minutos y se llevó la victoria en el último suspiro con la canasta de Kramer. Contra el Fuenlabrada dejaron escapar una ventaja de 25 puntos para acabar doblegando al conjunto madrileño en la prórroga.
A los jugadores amarillos les está costando, especialmente, arrancar concentrados los encuentros. En casa contra el Joventut el parcial de salida fue 4 a 16 y frente al Betis de 2 a 9. En estos dos partidos los jugadores y Fisac reaccionaron de forma rápida y liquidaron el partido de forma plácida. Más dañino fue el parcial (30 a 10 de salida) que le endosó el Morabanc Andorra en el Principado. El Granca reaccionó y se llegó a poner por delante en el tercer cuarto, pero lo pagó muy caro en el último parcial, en el que volvieron a encajar un parcial vergonzoso, más teniendo en cuenta las bajas de los andorranos (Hannah y Diagné jugaron poco y mermados en su condición física).
Slaughter está incómodo en un rol secundario, o al menos, no tan predominante como en la temporada anterior, en la que fue el líder absoluto y brilló en la gran segunda mitad de año que realizaron los amarillos. Cuando está en pista con Ennis el juego no fluye con y se abusa del uno contra uno. Pustovyi no termina de rendir como se esperaba y tanto Stevic, como Diop han tenido mejores actuaciones que el ucraniano. Como en el tema del público, hay que tener paciencia y esperar alguna jornada para sacar conclusiones más definitivas.
El partido contra el Betis puede marcar un punto de inflexión porque se vio a un buen Granca y hubo conexión con la grada, provocada por varias acciones espectaculares y una gran ventaja en el marcador desde el segundo cuarto. También fue el primer partido con el aforo al 80% y con la campaña de abonados cerrada y esto va a provocar una mayor afluencia de público.
El problema de base reside en la gestión del C.B. Gran Canaria, en el que las cosas no funcionan correctamente desde hace años. El fallido intento de venta por parte del Cabildo de Gran Canaria a un grupo de inversores canarios, la falta de patrocinador, la lamentable campaña de abonados o la falta de público son solo los problemas más visibles de un club propiedad de una entidad pública y con déficit económicos perpetuos.