Valencia Basket irrumpe en feudo del Barça (90-100)

CON SABOR A EUROLIGA

Con la miel en los labios. Así se quedó el Barça después de desperdiciar en Francia la oportunidad de cerrar un mes de noviembre perfecto. Los culés, más allá de la derrota ante el Asvel, llegaban al partido después de un mes de excelentes resultados y también de un nivel de juego muy alto. El encuentro ante Valencia, adelantado correspondiente a la jornada 17 de la Liga Endesa, se disputó con olor a Euroliga. El día invitaba. El escenario también. Por primera vez desde que se reanudaron las competiciones, las gradas del Palau no se vieran desnudas. Sin público, pero con una pancarta que ostentaba un mensaje tradicional ya en Can Barça: “Aquí jueguem tots!” (Aquí jugamos todos). Valencia Basket se presentaba con algunas bajas (Sastre, Labeyrie, Marinkovic) y en medio de un diagnóstico ciclotímico que lo ubica tercero en la Euroliga (7-3) pero decimosegundo en Liga Endesa (4-6). Los culés, en su búsqueda de inciar diciembre con el pie derecho, siguieron sin poder contar con Victor Claver, aquejado de una fascitis plantar desde hace casi dos meses.

FUEGO CONTRA FUEGO

El análisis del partido lo hacía Saras mientras la locura ambientaba el Palau. Brazos cruzados, cara de incredulidad, gritos imperiosos, apertura de brazos para acusar la indiferencia de los suyos. Y así sucesivamente durante la primera parte. Jasikevicius jamás disfrutó de la anarquía, y mucho menos si esta venía disfrazada de competitividad. El ritmo atronador, causante del descalabro defensivo culé, fue el mismo que permitió que el Barcelona siguiera palo a palo el partido. Por aquello de que el fuego, a veces, se combate con fuego. Calathes encontró en el pick and roll la mejor forma de dañar al Valencia mientras que Mirotic, habitué del roce con Derrick Williams y Jaime Pradilla, se secó desde la larga distancia y recurrió al contacto para poder sumar. Desde la banca solo Hanga pudo dar respuestas, tanto en nivel e intensidad defensiva como en velocidad para correr el campo.

LA MANO DE PONSARNAU

El ritmo bajó a medida que transcurrió el encuentro. En parte porque así lo quería el Barça y en parte por el cansancio producto de la velocidad frenética. Oriola y Calathes entendieron que el partido necesitaba roce y así lo buscaron. La respuesta fue contundente. Derrick Williams catapultó su nivel hasta un escalón que recordó a aquel jugador seleccionado en el puesto número 2 del Draft del 2011. Kalinic volvió a exhibirse desde la sombra. Defensa constante, rebotes importantes y una generosidad digna de quien conoce el baloncesto europeo como pocos. El contraste a la vorágine anotadora lo puso la versión más generosa de Prepelic. Esta vez entendió que poner su talento al servicio del equipo era la mejor forma de ayudar a los de Ponsarnau. A medida que disminuía el ritmo del partido empezaron a brillar los hombres grandes. Tobey demostró su valía, mientras Dubi confirmaba su valor. El montenegrino desarticuló la defensa de Saras siendo capital en todas las facetas del juego. Ambos castigaron una zona culé que cada vez que se enfrenta a un pívot dominante evidencia aún más la falta de un fichaje en el puesto de ‘5’. Ponsarnau, tantas veces en el ojo de la tormenta, dio una clase de magia en casa del mago.