Tras el reciente comunicado que hacía oficial la venida de uno de los hijos por excelencia del «baskonismo», como es Pablo Prigioni, saltó a la palestra con prontitud el debate sobre lo que el base de Río Tercero puede aportar al capital de juego de la plantilla vitoriana. Y en Solobasket nos hacemos esa misma pregunta. Por ello, intentaremos dar luz a algunas de las cuestiones que se ponen sobre la mesa al respecto.
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Trayectoria y logros en Vitoria
Son de sobra conocidas las peripecias de este argentino de 1,90 de estatura en el Saski Baskonia, pero no está de más hacer un breve repaso por algunos momentos destacados.
Prigioni recaló en el equipo que preside Josean Querejeta, por primera vez, en la temporada 2003/2004; viniendo de hacer buenos números en aquel Lucentum Alicante de Velimir Perasovic y Lou Roe, con el que había ascendido a la liga ACB un año antes. Todos recordaremos los compañeros que acompañaron al director de juego en su curso de debut como azulgrana, muchos de ellos históricos en la capital vasca: Luis Scola, Andrés «Chapu» Nocioni, Arvydas Macijauskas, Kornel David, un jovencísimo Tiago Splitter, etc. Y no es para menos su mención, ya que el bueno de Pablo lograba hacerse junto a ellos con su primera Copa del Rey, en Sevilla. Nada mal para empezar. No obstante, aunque el TAU Cerámica logró la tercera posición en liga regular, caería por 3-2 ante Estudiantes en las semifinales. Sus números, sin ser excelsos (5,6 puntos y 3,5 asistencias; aumentados en el playoff), no resultaron nada incorrectos teniendo en cuenta con quiénes compartía vestuario.
De todos modos, este base no ha destacado nunca por unos guarismos escandalosos. Lo demuestran sus promedios estadísticos en las siete temporadas que ha disputado en Álava, los cuales, acumulados, dan una media final de 7 puntos, 4,3 asistencias y 10,7 de valoración (en la Euroliga son algo más bajos: 6,1 puntos, 4,4 asistencias y 6,2 de valoración). No. La mayor virtud que ha hecho valer sobre el parqué es su capacidad para percibir el juego y controlarlo. Y es tal la manera en que ha llegado a conocerlo (gracias, evidentemente, a su larga experiencia), que fue la razón por la que los Knicks le acabarían fichando a la edad de 35 años, siendo el rookie más mayor de la historia de la NBA; así como por su físico tan característico.
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Empero, tras su primera vivencia en el País Vasco a las órdenes de Dusko Ivanovic, la segunda temporada, también a cargo del técnico montenegrino, el argentino no pudo saborear ningún título. Tanto a nivel personal como colectivo, el término de la 2004/2005 dejó un regusto algo amargo en el ambiente azulgrana: Prigioni tuvo menos protagonismo, disminuyendo sus registros; y, aunque el Baskonia fue capaz de quedar primero en liga regular y llegar a la Final Four de la Euroliga (dejando una semifinal para el recuerdo ante el todopoderoso CSKA de Moscú y un subcampeonato), no alzó ningún entorchado (permanece grabado en el recuerdo, en especial, la noche negra del triple de Herreros, que despojó al club alavés de su segundo trofeo liguero). No obstante, 2006 sería un gran año para el internacional albiceleste. Con la marcha de Ivanovic al FC Barcelona y la entrada de Pedro Martínez (que sería sustituido por «Peras» a los dos meses de comenzar el curso), el TAU lograría ganar la Supercopa y la Copa del Rey; y, más tarde, clasificarse para la final a cuatro, de nuevo en competición europea, gracias a la toma del OAKA en los cuartos de final (con un tercer partido que ha pasado a los anales baskonistas).
Las 15 asistencias de Pablo (vídeo de ACB.com):
Pero si, en concreto, 2006 fue un gran año para el jugador, es porque sus números hicieron más que duplicarse (de 4 puntos, 3 asistencias y 6,5 de valoración, a 8 puntos, 7 asistencias y 14 de valoración; resultando líder, además, del apartado de pases a canasta en la Euroliga); porque fue MVP de la final copera (batiendo el récord de asistencias en ese momento del torneo, con 15); y porque fue nombrado mejor base de la ACB. Y todo ello por no hablar de su papel fundamental en la famosa victoria en Atenas, contra el Panathinaikos.
Prigioni en el OAKAZO (vídeo de We Are Baskonia):
A partir de aquí, Prigioni se asentó como uno de los capitanes de la nave vitoriana, viendo cómo compañeros suyos se iban y se constituía la famosa conexión con Scola en el pick and roll; que más tarde heredaría Tiago Splitter en el puesto interior. La 2006/2007, aunque en el estrato del grupo no fructificó en casi nada (solo una Supercopa y la floja participación en la Final Four, bajo los mandos de Maljkovic), sí que permitió al argentino coagular su alta categoría a nivel continental: de nuevo con promedios sólidos, siendo integrante del mejor quinteto ACB como el base más destacado y liderando en robos la Euroliga. Fue en 2008 cuando, tras 5 años con la misma elástica, logró, junto con sus compañeros (a destacar un enorme Pete Mickeal), ganar la Supercopa y la final de la liga (esta última ante el Barça de Xavi Pascual por 0-3), mostrándose clave en la dirección. Sería la temporada 2008/2009 la última de su primera etapa, marchándose al flamante Real Madrid de Ettore Messina con otra Supercopa (siendo MVP de la misma) y Copa del Rey a sus espaldas, y dejando al último TAU de la historia en su punto más álgido (primero de liga regular y finalista ante un gran Barça). Individualmente, el saberse como uno de los mejores directores de Europa y, de nuevo, integrante del quinteto ideal de la liga. Como diría aquel: «no es poca cosa».
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Tendríamos que esperar dos años para volver a verle por las frías tierras alavesas, de nuevo con Dusko Ivanovic en el banquillo (una de las razones por las que regresó). Y, con la grada claramente dividida por su retorno, su carácter y pundonor hicieron el trabajo suficiente para meterse en el bolsillo a los aficionados de nuevo. Un Pablo que había estado al máximo nivel y que ya había cumplido 35 primaveras. Sin duda, su experiencia fue elemental para que, tras una temporada bastante negativa, el Baskonia lograra competir otra vez (dejándonos unas bonitas semifinales ante el incipiente Madrid de Pablo Laso, en la que un mate suyo quedó grabado en nuestras retinas). Sus promedios: 6,6 puntos, 3,6 asistencias y 10,8 de valoración. Este renacer en Vitoria y un estado físico muy cuidado le sirvieron para conseguir un último billete de ida a EEUU, donde, finalmente, Nueva York fue su destino.
Pero, como dice el famoso dicho, «no hay dos sin tres». Ya con 39 añazos y después de cuatro temporadas en la NBA (de 2012 a 2016, donde ha pasado también por Rockets y Clippers), Prigioni tiene una última chance para estar en el club que siempre será su casa. Los baskonistas le esperan con impaciencia para apuntalar una plantilla donde hay talento para regalar, y en la cual tendrá un compañero de puesto al que ya conoce y a quien puede ayudar: Shane Larkin.
¿Qué puede aportar ahora?
Dejando atrás su largo palmarés y extensa trayectoria, y más allá del carácter, ¿qué es lo que queda del bueno de Pablo en lo que respecta al estado físico? Y, en un sentido más técnico y táctico, ¿puede su estilo de juego repercutir positivamente en el actual Baskonia? Con todo esto, es necesario analizar los aspectos donde mayor y menor impacto pueda tener, y ponerlo en relación con las virtudes de sus compañeros.
Y para ello no hay mejor forma de empezar que con el apartado físico, en el cual se fundamentan las características de juego más básicas de estos deportistas del baloncesto profesional. Al respecto, Prigioni nunca ha destacado por atributos que, por lo general, suelan ser vistosos para el espectador, como puedan ser un tren inferior muy explosivo, gran altura o una musculatura muy desarrollada. A excepción, quizás, de poseer brazos más o menos largos, el base argentino no suele ajustarse al estereotipo de físico que normalmente se asocia a este deporte. O, por lo menos, no al que se relaciona típicamente con ser un buen jugador; esto es: aquel que tenga una técnica individual depurada, con un tiro en suspensión cuya mecánica logre que el brazo esté en un ángulo perfecto de 90 grados, un dribling que rompa las cinturas rivales en el uno contra uno, un salto que le permita machacar de forma plástica; etc. Este director de juego no ha dispuesto, ni dispone, de estas cualidades entre sus puntos fuertes. Pero, paradójicamente, gracias al desarrollo de unas habilidades muy concretas y al trabajo sobre un cuerpo muy característico, ha logrado dominar el juego.
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Este cuerpo (su cuerpo), como se puede apreciar, destaca por su inmenso número de fibras musculares y la definición que han alcanzado, producto de un buen cuidado alimenticio y de la preparación personal (de hecho, en más de una entrevista ha sacado a relucir la manera como las lleva a cabo). Esto le ha permitido conducirlo hasta un límite de fatiga mayor al de otras personas que, con la edad, se lesionan más fácilmente. De hecho, la longevidad de la que hace gala el de Río Tercero es producto de esto, sumado al hecho de que, además, tiene un auto-conocimiento muy alto de sus limitaciones, lo cual le ha permitido dosificarse cuando ha hecho falta (sobre todo, en la NBA). En realidad -y se hace más evidente a medida que se exponen sus características-, es la combinación de una buena base física y la favorable administración de la misma, para un progreso beneficioso sobre la cancha, lo que le ha hecho continuar tanto tiempo. Esto se ve en que, durante las últimas temporadas, Prigioni se ha adaptado mucho mejor al baloncesto estadounidense de lo que podríamos haber pensado cuando se marchó rumbo a los Knicks. Lo demuestran numerosas actuaciones (3,5 puntos y 3 asistencias por encuentro) y la cantidad de minutos de media disputados (17 en los cuatro años). Son números que, estando lejos de los mejores, para alguien que ha cumplido los 39 y que se dedica, exclusivamente, al rol de director más puro, no están nada mal. Pero, sobre todo, son las sensaciones de control y de inteligencia en la pista lo que más destacan de esta experiencia en EEUU. Y compensar sus limitaciones en lo que respecta a la rapidez, la fuerza y la explosividad (él mismo ha reconocido en entrevistas la diferencia que notó al aterrizar en la Gran Manzana), hablan de alguien que no depende exclusivamente del físico para jugar bien.
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Por ello, si se acepta la premisa de que su rendimiento ha sido bueno, parece que hay razones más que suficientes para el optimismo; por lo menos en lo que al físico se refiere. A no ser que una lesión grave e inesperada rompa ese equilibrio que ha formado entre complexión y mente, parece complicado que llegue un bajón considerable. Nunca ha de descartarse, pero teniendo en cuenta que el nivel físico es menor en Europa en comparación con la NBA y que tiene dos compañeros más ligeros de piernas (los cuales, podrán apoyarle cuando haga falta), si Sito Alonso es capaz de repartir bien los minutos, podemos ver a un Prigioni con energía para dar batalla. Solo hace falta ver si este pequeño parón, desde que los Rockets le cortaran, afectará mucho o poco a las posibilidades de entrar lo más rápido posible en ritmo de competición. En el caso concreto de la plantilla de Sito Alonso, las revoluciones a las que se juegan no son pocas. Y, con argumentos sobre la mesa apoyando su adaptación, hay que ver el momento en que pueda completarla.
Algunas jugadas de su estancia en Nueva York (vídeo de DownToBuck):
Después, habría que ver los elementos que más va a potenciar del juego ofensivo del equipo, en base a sus virtudes y flaquezas. De esto último no hay mucho que decir, pues casi todos conocemos cómo juega el internacional albiceleste: debido a su inteligencia en la cancha y sus características físicas, nunca ha sido muy avezado en lo que respecta a jugar el uno contra uno; aunque, por otro lado, es un maestro cuando se trata de ejecutar el bloqueo y continuación (y lo hemos visto con todo tipo de interiores: desde buenos tiradores de media distancia, como Scola, pasando por algunos más grandes como Splitter; e incluso con físicos privilegiados como Tyson Chandler). En lo que respecta a ejecutar las jugadas, Pablo siempre ha tenido buen ojo para leer las situaciones, ver las ventajas de sus compañeros y poner el balón donde hiciera falta. Sabe administrar el esférico, sin abusar de él y pasando y tirando con buen criterio. En este sentido, reúne condiciones que al actual Baskonia le hacen falta, sobre todo en relación a jugar situaciones de pick and roll de la forma más clarividente posible (lo cual ayudará a aprovechar las virtudes de gente como Bargnani, Tillie, Voigtmann o, incluso, Diop; y abrirá espacios para los tiradores). Esto puede ayudar a desarrollar los ataques con mayor eficiencia, y también a que los compañeros ganen cierta confianza. Porque, la verdad sea dicha, hay hombres que no están rindiendo al mejor nivel, como puedan ser el pívot italiano, Chase Budinger o el ala-pívot francés (aunque parece que este último va recuperándose las últimas jornadas). Que Prigioni pueda tener algo del balón en el ataque puede dar criterio al juego y no ver situaciones caóticas en las que la selección de tiro es floja o la circulación del balón no es suficiente (un ejemplo perfecto lo tenemos en los triples del último partido, ante Estudiantes). Sobre todo, dará cosas buenas en lo que respecta a controlar un poco más el juego. El técnico madrileño deberá saber cuándo ponerle como contrapunto a Larkin o, incluso, cuándo han de compartir pista.
Sin embargo, no todo son luces. Uno de los apartados que más llamó la atención a la afición alavesa durante la última campaña del argentino en Vitoria fue su escaso acierto tras la línea de 6,75 (un 29%, el cual, en la NBA, aumentó hasta el 37%). En 2012 tuvo muchos galones y, quizás, la cantidad de esfuerzo que llevaba en la mochila era demasiado para pedirle una gran puntería; mientras que en la liga norteamericana tuvo un papel secundario y la mejoró. Si se sabe dosificar quizás no desentone en el triple, pero, suponiendo que tendrá un rol clave en los ataques, habrá que ver si afina su muñeca. Y el equipo, a estas alturas, no está para seguir fallando desde el exterior. Y, después, las transiciones. Aquí pueden verse diferentes situaciones: que sepa calibrar cada pase al milímetro, que frene al equipo, o que el nivel físico le acompañe y pueda correr. En base a lo que se ha apuntado antes, puede que se dé la última. Parece complicado que Prigioni se vea incapaz de afrontar el desafío y vuelva al Baskonia a medio gas. Habrá que ver, pues, cómo se solucionan estas incógnitas.
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Para terminar, es lo debido rubricar todo este artículo con una visión sobre lo que el uno argentino puede aportar en el apartado defensivo, el cual, seguramente, proporcione dudas a una gran cantidad de aficionados. En contra de lo que pudiera parecer, es posible que Prigioni encaje bien en el entramado que Sito Alonso ha construido para que sus muchachos logren que el rival no anote. Y esto se debe a que, como otros de sus compañeros (Larkin, Luz, Beaubois, Blazic, Bargnani o Tillie), no es un gran defensor en el uno contra uno. Quizás las piernas no le den para llegar a las ayudas más largas, pero nos ha demostrado multitud de veces tener una cabeza privilegiada para colocarse en lugares estratégicos y recuperar balones. Si en la actual plantilla, donde vemos que la defensa no se sustenta en cambios automáticos, sino en ajustes y ayudas rápidas (cuando se hace correctamente), así como en la presión de la primera línea de pase; puede que Pablo sea capaz de adaptarse al nivel si es apoyado por compañeros, él mismo es capaz de no quedarse en los bloqueos y si está atento a esos pases que pueda robar al contrario. Evidentemente, no es un especialista, y la edad hace mella. Seguramente sea el espacio del juego donde más le vaya a costar, sobre todo con bases bajitos y rápidos. Pero, tras ser capaz de «mangarle» tres balones a Chris Paul, ¿quién no le da una oportunidad?
Pablo Prigioni ante los Clippers (vídeo de LR Highlights):
Basta concluir que, desde esta perspectiva, Prigioni tiene aún bastante juego que aportar en su tercera (y parece que última) etapa en Vitoria. Dejando de lado el carácter y su liderazgo en la plantilla (lo cual no podemos a entrar a valorar, debido al desconocimiento personal del jugador y de las situaciones que se generan tras las puertas del vestuario), el argentino es aún un valor en el baloncesto internacional. Veremos si todos los elementos descritos pueden plasmarse sobre el parqué, y este Baskonia, repleto de talento, nos ofrece un bonito espectáculo.