Que Darko Miličić no triunfara con los Detroit Pistons, ni en ninguna de sus etapas de la NBA es una de las historias sobre fracasos más conocidas en la historia reciente de la liga americana. El pívot serbio, nacido en la antigua Yugoslavia, forma parte de un selecto club de jugadores europeos que consiguieron ser seleccionados en las más altas posiciones del Draft. En su día, igualó a Rick Smits (1998) con el pick número 2, teniendo tan solo 17 años. Más tarde serían superados por la primera elección de Andrea Bargnani, por parte de los Toronto Raptors, en 2006.
En 2003 llegaba a Detroit un rookie que promedió 14’2 puntos y 7 rebotes en Euroliga con el Hemofarm Vršac, por delante de promesas que luego se convertirían en superestrellas, como Carmelo Anthony, Dwyane Wade o Chris Bosh. Pese a ganar el anillo en 2004, su aportación fue secundaria, en ese año y durante toda su carrera. Y algo tuvieron que ver, en parte, sus compañeros de equipo.
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Contaba Alex Acker, un veterano jugador con notable presencia en Euroliga y, curiosamente, también drafteado por los Pistons, que la incorporación de Miličić en el equipo fue complicada desde el principio. “El equipo ya estaba completo cuando llegó, Darko no pudo ver un rol que pulir o desarrollar”, dijo el ex NBA en su entrevista en Basketball Network. Rasheed Wallace era uno de los pilares de la imagen y del carácter de aquellos Pistons que hacían recordar, a su manera, a los mejores tiempos de la franquicia, alrededor del final de los 80 y principios de los 90. Pese a ser compañeros, ‘Sheed’ no dejaba la competición de lado en ningún momento, ni siquiera en los entrenamientos. “Todos los días juegas contra Rasheed Wallace, que no para de hablar mierda. Con lo joven que era Darko, no estaba preparado para eso cada día y cada noche”. Lo que a otros jugadores les habría removido el orgullo por dentro, a Miličić le cortó las alas del progreso, llevándolo a un camino de autocomplacencia e inseguridad, sin darle tiempo a que su desarrollo cuajara y con la sensación de tener que rendir inmediatamente, siendo un adolescente.
La inseguridad de escuchar reproches sin cesar, de saber que otros jugadores de su promoción estaban rindiendo y prometían más que él. “Todo empezó desde el principio, desde Carmelo Anthony; pudieron tenerle. O a Dwyane Wade o Chris Bosh. Escuchar eso y no demostrar era casi como atacar al hombre dentro de ti, y no ser capaz de ser realmente quien eres”, reveló Acker, sabedor de las preocupaciones de Miličić en sus primeros días en la NBA.
BUSCANDO SU LUGAR
Darko Miličić vivió una carrera NBA muy poco estable, sin encontrar un lugar que le pertenezca y donde rendir mínimamente al nivel que se esperaba de él. 468 partidos para seis equipos distintos en diez años. Una media de 46’8 partidos por temporada, poco más de la mitad de la totalidad de encuentros por campaña. La época de mayor rendimiento la dio en su octavo año en la liga, con los Minnesota Timberwolves: en 69 partidos jugados promedió 8’8 puntos, 5’2 rebotes y 2 tapones.
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2013 seria su último año en la NBA, siendo la de los Boston Celtics la última camiseta que vestiría para retirarse del baloncesto y pasarse al kickboxing en 2014. Tras ya dejar de lado esa etapa, en 2019 decidió volver al parqué. Casi siete años después de su retirada de la alta competición, el pívot firmó con el KK Novi Sad, de la segunda división serbia, con el objetivo de ayudar al crecimiento de los jugadores más jóvenes. Con un evidente sobrepeso, pudo anotar dos puntos antes de lesionarse levemente el hombro, en el último coletazo de una carrera más peculiar.