Los Dallas Mavericks afrontan la nueva temporada con las mismas ideas que la anterior: seguir creciendo en base a Luka Doncic. Tras convertirse en un jugador top-10 de la NBA en su segundo año, el esloveno necesita las piezas adecuadas a su alrededor para convencir su excelencia individual en resultados colectivos al máximo nivel - y eso es lo que ha intentado conseguir la directiva de la franquicia texana en esta offseason. No se han producido movimientos que nos hagan colocar a los Mavericks un peldaño por encima por sí solos, pero las nuevas incorporaciones indican que las intenciones del proyecto no se han movido en lo más mínimo.
El curso 2019/20 fue enormemente positivo para el equipo, registrando el ataque más eficiente en la historia de la competición y poniendo en apuros a Los Angeles Clippers en Disney con una plantilla diezmada. Una de las grandes preocupaciones de Rick Carlisle y su staff es la salud de Kristaps Porzingis, convertido en escudero perfecto de Doncic en su primer año en Dallas pero incapaz de escaparse al fin del fantasma de las lesiones. Tras ser intervenido del menisco en octubre, se espera que el letón vuelva a las pistas en enero; por el camino los Mavericks deberán seguir desarrollando un proyecto que este año puede enfrentarse a su primera prueba de fuego.
NOVEDADES
Seth Curry y Delon Wright son las dos bajas más sensibles de los Mavericks para esta temporada. El primero ha recalado en Philadelphia como parte del traspaso que mandó a Josh Richardson (del que hablaremos en el siguiente párrafo) a Dallas, mientras que Wright ha encontrado acomodo en Detroit. El menor de los hermanos Curry se ha convertido a lo largo del último lustro en uno de los tiradores más fiables de toda la competición (45.2% de acierto la temporada pasada) y ha sido uno de los compañeros de backcourt que más ha congeniado con Doncic; Wright, a pesar de haber disputado más de 21 minutos por partido, no ha tenido el mismo peso en el equipo y se espera que su papel pueda ser suplido sin demasiadas complicaciones. Además de estas dos hay más bajas, de las cuáles la más importante quizás sea la de JJ Barea, si no por su aportación deportiva de cara al futuro sí por su importancia dentro de la organización - los Mavs han decidido prescindir de sus servicios tras haber pasado 11 de sus 14 temporadas en la liga en la franquicia.
Josh Richardson, principal alta del equipo, es el ejemplo perfecto de por qué determinados jugadores funcionan en determinadas situaciones y en otras no. Nunca llegó a encontrar su sitio en un sistema disfuncional como el de los 76ers y ahora aterriza en unos Mavericks como pareja de baile perfecta para Luka Doncic: Richardson es un tirador promedio, único aspecto en el que pierde en una comparación con Seth Curry, pero es un defensor fiero y polivalente, puede generar juego y se puede aprovechar de la visión del esloveno en situaciones sin balón. James Johnson, otra de las incorporaciones, nunca ha recuperado el nivel que alcanzó en Miami hace unos años, pero si el físico le respeta puede ser una pieza útil de rotación. El resto de altas llegan vía Draft, como Tyrell Terry (que podría buscar un rol similar al de Barea, pero con 15 años menos en las piernas) o Josh Green, además de la llegada de Wes Iwundu como agente libre procedente de Orlando.
ESTRELLA Y SEGUNDA ESPADA
Tras una primera temporada llena de probaturas, Rick Carlisle ofreció a Luka Doncic las llaves de la franquicia sin fecha prevista de retorno en el curso 2019/20. Su habilidad como generador prácticamente único del equipo mientras está en pista le permite, además de registrar unas estadísticas de ensueño, regalar situaciones provechosas al resto de sus compañeros, un don con el que muy pocos jugadores cuentan. En su segundo año al otro lado del curso el esloveno flirteó con el triple-doble de promedio, yéndose hasta los 28.8 puntos, 9.4 rebotes y 8.8 asistencias con su acierto desde el triple (31.6%) como único punto negativo más allá de sus conocidos problemas defensivos.
Kristaps Porzingis no solo es el segundo espada de los Mavericks y el principal socio de Doncic, sino que de su continuidad y su salud dependen gran parte de las opciones de la franquicia de cumplir sus objetivos para este curso. No solo ejerce como ancla defensiva (50.5% de acierto permitido al rival en tiros a menos de seis pies del aro), sino que los desajustes que provoca en ataque con su combinación de altura y capacidad de lanzamiento le convierten en un arma que no necesita ni balón ni tiempo para hacer daño. Uno de los puntos de discusión más recurrentes en los Mavericks es quién puede funcionar como tercera espada, pero antes de responder esa pregunta el plan de futuro del equipo pasa por conseguir que Doncic y Porzingis, si la salud permite, consoliden su sintonía sobre el parquet.
COACH Y ESTILO DE JUEGO
El ataque con rating ofensivo más alto de la historia de la NBA (115.9). Los Mavericks del año pasado no son, evidentemente, el mejor equipo ofensivo de todos los tiempos, pero este dato da buena cuenta de la efectividad del sistema de Rick Carlisle, centrado alrededor de la magia de su base estrella y de un constante aluvión desde la línea de tres. Dallas fue la segunda escuadra que más triples lanzó en el curso 2019/20, logrando mantener un altísimo porcentaje de acierto desde el perímetro (36.7%, décimo mejor) teniendo en cuenta el volumen de lanzamientos. Tim Hardaway Jr., además, encontró su lugar en Dallas esta temporada, lanzando con los mejores porcentajes de su carrera con diferencia, y la mezcla de creadores exteriores con distintas bazas en el juego interior (Porzingis haciendo daño por fuera, Powell siendo incisivo en sus rolls hacia la zona) convierte al ataque de los Mavs en una fuerza muy difícil de contener.
La otra cara de la moneda la pasada temporada fue el costado defensivo. Dallas registró el segundo peor defensive rating del curso (111.2) entre los equipos que alcanzaron los PlayOffs y sufrieron especialmente en situaciones de contraataque (segundos que más puntos recibieron en fastbreaks). Las incorporaciones en esta Agencia Libre van encaminadas precisamente a paliar estos problemas atrás: Josh Richardson es el compañero exterior perfecto para Luka Doncic por el equilibrio defenisvo que brinda y novatos como Josh Green parecen preparados para contribuir desde el primer día de espaldas al propio aro.
La franquicia de Mark Cuban ha decidido no hacer grandes movimientos y mantenerse fiel a un plan cuyo objetivo último es convertir a los Mavericks en un aspirante al título. Aún debe transcurrir una fase de crecimiento antes de llegar a ese punto y faltan muchos rompecabezas por resolver (salud de Kristaps Porzingis, búsqueda de una segunda/tercera espada, construcción de una identidad defensiva), pero el lujo de contar con una superestrella como Luka Doncic es que su presencia te asegura que el equipo, en algún momento, va a conseguir dar ese paso para convertirse en una franquicia digna de colarse en las Finales.
Después de una primera toma de contacto con los PlayOffs, los Mavericks se plantan en esta nueva temporada, a priori, en un segundo o tercer escalón en la Conferencia Oeste detrás de Los Angeles Lakers y sus vecinos angelinos. Alcanzar esa segunda posición en la clasificación es el objetivo inmediato y no parece algo descabellado para una plantilla con uno de los mejores jugadores jóvenes de la liga, un ejército de tiradores y role players de lujo como Maxi Kleber o Dorian Finney-Smith, aunque la mira de la franquicia, por supuesto, está puesta mucho más allá.
No veo nada nuevo respecto al curso pasado... y creo que a Luka se le está yendo la olla un poco... el american way of live le está despistando, opinión muy subjetiva, lo sé