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Todos hablan de Stephen Curry y Kevin Durant y pocos lo hacen de Draymond Green y Klay Thompson. Ambos vitales en los Warriors que conocemos hoy en día.
En este caso nos vamos a ocupar de Klay Thompson, el otro “Splash brother”. No es ni el primer espada, ni tampoco el segundo, de unos Warriors a los que solo les vale ganar el anillo. Todo lo que no sea hacerse con el título será considerado un fracaso. Con la llegada de Kevin Durant, Thompson ha pasado a un tercer plano que muchos jugadores de su talla no hubieran asumido. Pero Klay es especial. Bajo esa fachada desenfadada, se esconde un jugador capaz de crear una nueva guerra dentro de la misma, una psicológica en la que somete al rival y lo lleva al extremo.
El de Los Ángeles, vigente campeón del concurso de triples (2016), es el primer jugador en alcanzar los 500 en sus tres primeros años de carrera y lleva las últimas tres temporadas siendo el segundo máximo triplista, solo por detrás de un tal Stephen Curry.
Tras tres años en la Universidad Estatal de Washington, donde promedió 17.9 puntos, 4.8 rebotes y 2.7 asistencias, además de batir el récord histórico de anotación de los Cougars con 733 puntos en su última campaña, los Golden State Warriors apostaron por él en el draft de 2011. Donde otros tan solo vieron a un simple tirador, los de Oakland profundizaron más allá de lo superficial, encontrando la verdadera identidad del hoy tres veces All-Star.
El “11” de los Warriors es el Rey del Catch&Shoot. No hay nadie como él. Con una mecánica de tiro perfecta y una rapidez de ejecución poco común, anota 11.3 puntos por encuentro tras recibir y lanzar. Sencillamente escandaloso. Especialmente peligroso en las secuencias sin balón, no traumatiza el desarrollo normal del juego, ya que apenas necesita entrar en contacto con el balón para encestar. Prácticamente cada dos balones que toca, se traducen en un punto (0.462 puntos por toque), lo que le convierten en uno de los jugadores más rentables de la liga. Tan solo absorbe 1.5 minutos de posesión en todo un partido (Harden y Westbrook alrededor de 9 minutos) y la bola pasa 47.5 veces por sus manos, donde rara vez supera los 2 segundos (1.91). Su rapidez para ejecutar y su forma de moverse sobre la pista, le permiten lanzar el 65% de sus tiros sin tener que realizar ninguna acción de dribbling, lo que le convierte extremadamente peligroso.
La llegada de “Durantula”, si bien le ha restado protagonismo mediático, no ha sido tan traumática sobre la pista. Cuando el “Big Four” coincide en cancha, el californiano es el que más tiros asume de los cuatro, lo cual nos habla de su personalidad. Lanza los mismos tiros que el año pasado (17.3) y el 25.5% de las jugadas que finalizan los de la bahía llevan su sello, anotando un tercio de los triples del equipo.
En palabras del propio Steve Kerr: “No lo ves, no lo oyes, nunca habla, no dice nada, pero está ahí y es un jugador increíble…” .Quizás eso sea lo que le convierte todavía más peligroso. Con todos los focos puestos sobre Curry y Durant, Klay emerge desde la sombra para ejecutar a su rival. Nunca debes subestimarlo.
“Klay es como el primer Terminator. Tiene una misión y la cumple. La de Terminator era salvar a Sarah Connor y la suya es ganar el partido” comentó en una ocasión Bob Myers, General Manager de los de Oakland. Lo cierto es que razón no le faltaba. El escolta puede cambiar un partido en tres minutos. Capaz de entrar en un trance anotador para el que todavía no hay cura, Klay puede sentenciar al rival en un abrir y cerrar de ojos.
Hace dos años pudimos verle anotar 37 puntos en un solo cuarto, escribiendo así una nueva página en la historia de la NBA, donde en apenas 11 minutos de juego encestó 13 tiros de campo sin fallo, incluidos 9 triples. Un auténtico escándalo que puso en pie a todo un Oracle Arena muy mal acostumbrado últimamente.
No tuvo que pasar mucho tiempo para volver a ver a Klay en ese estado mental que lo hace entrar en ebullición y lo hace imparable. Esta misma temporada frente a los Pacers anotó 60 puntos en 29 minutos, convirtiéndose en el primer jugador en hacerlo en menos de 30 minutos y el segundo en los últimos 20 años en conseguirlo en tres cuartos. Tan solo Kobe Bryant, espejo de los sueños del pequeño Klay, anotó 62 puntos en tres cuartos. Cuando Steve Kerr nos privó de saber lo que hubiera pasado al sentarlo en los últimos 12 minutos, el escolta promediaba 2.07 puntos por minuto. El día que Wilt Chamberlain anotó 100 puntos, promedió 2.08 por minuto. Que cada uno saque sus propias conclusiones. Yo, maldigo a Steve Kerr.
El escolta, que promedia 21.8 puntos, 3.8 rebotes y 2 asistencias en lo que vamos de temporada (números calcados a los de la temporada pasada, que fue la mejor de su carrera), se está mostrando especialmente acertado en los últimos partidos (10), donde ha firmado 25 puntos, 4.2 rebotes y 2.2 asistencias rozando el 50% en tiros de tres (48.8%). Un jugador que siempre ha ido de menos a más y que ya en su tercer año promediaba 18.4 puntos, 3.1 rebotes y 2.2 asistencias. Tras esa temporada, su futuro pudo haber cambiado para siempre si no hubiera sido por Jerry West. El logo de la NBA, que se opuso desde un principio al traspaso de Thompson (un jugador que empezaba a brillar) por Kevin Love (una estrella consagrada en ese momento), llegó a poner su puesto encima de la mesa para convencer a Bob Myers. Por suerte para todos, lo consiguió. Klay se quedó bajo el sol de California y meses después firmó una extensión de contrato por 4 años a razón de unos 70 millones de dólares. Una cifra que ha día de hoy (viendo los contratos que se han firmado) está muy por debajo de su nivel.
Un jugador que no solo aporta en ataque, sino que atrás es uno de los mejores defensores de perímetro. Al igual que ocurre con los Warriors (mejor defensa), su labor constructiva a veces eclipsa a la destructiva y no se le presta demasiada atención. Su envergadura y sus buenos brazos le permiten defender diferentes tipos de perfiles, algo de lo que Stephen Curry se lleva aprovechando mucho tiempo. Cuando él defiende, los porcentajes de los rivales bajan un 2% en tiros de campo y un 2.9% en tiros de tres, convirtiéndole en un jugador total.
Thompson es fundamental en estos Warriors. Por lo que aporta en ambos lados de la cancha y por lo que genera a su alrededor. Como decíamos al principio de este artículo; Klay es especial. Muy Especial. Un asesino silencioso en unos Warriors que hacen mucho ruido.