La pasada semana, aún inmersos en la primera fase, uno de los invitados al "Sport Center" de "La Sexta" fue Alfredo Julbe, con el que posteriormente tuvimos el privilegio de escuchar sus comentarios durante el partido Turquía-Brasil. Hablando de todos los aspectos positivos y negativos que había dado el baloncesto en su evolución en estos últimos años, precisamente hablaba del título de este artículo, aunque realmente sus palabras textuales fueron "la deshonestidad en el juego cuando alguien se interpone delante", que para el caso es lo mismo. "Con el enorme scouting de hoy día, se consigue destruir, pero creando a su vez otras aportaciones positivas. Pero en esta jugada se destruye sin crear nada a cambio". Creo que metió el dedo en la llaga en uno de los claros más evidentes del reglamento del baloncesto: la personal en ataque.

Recuerdo como hace 25 años, la personal en ataque era toda una lacra del juego, en el que los malos defensores se refugiaban en ella, para sacar partido y beneficio. El arbitraje incluso consentía que un hombre se pusiese debajo de alguien que ya estaba en el aire, y que con el único requisito de estar quieto en el momento del contacto, aunque el atacante hubiese soltado el balón momentos antes, y su salto estaba en trayectoria descendente. Claro, que lo que casi siempre sucedía es que se concediera la canasta. Pero no era suficiente. Con las escasas rotaciones de banquillo que había por aquellos años, era un motivo más para los titulares de cargarse de faltas, y no acabar los partidos por estar eliminados. Y eso, se ponía siempre sobre el tapete, sobre todo en los campeonatos internacionales. Recuerdo en el Europeo de Praga, que lo de la falta de ataque era toda una invasión, un virus en nuestro deporte al que había que buscarle remedio.

Y creo que el remedio, como bien decía Alfredo Julbe, se encuentra en la honestidad de los jugadores a la hora de realizar ese tipo de acciones. Y me preocupa que tras unos años en que parecía que no era tanto el problema (sí lo apreciaba más en el baloncesto universitario estadounidense), con la cantidad de estas faltas que han sido señaladas en este Mundobasket, el problema vuelve a ser de actualidad.

Yo no digo que se suprima esta falta, porque es imposible y sin mucho sentido, la verdad. Pero hay mucha diferencia entre el atacante que arrasa con todo lo que haya por su camino, o el señor que tras una estupenda acción individual para poder irse de su hombre, se eleva en el aire, y ahí está el avispado de turno, que se sitúa en la trayectoria final de su recorrido, para que caiga sobre él, y le castiguen con una falta personal. Es ilógico.

Se probó ese semicírculo bajo el aro, en cuya zona estaba penalizado el forzar falta en ataque. Y no me parecía  mala idea, pero su diámetro me parecía escaso, y tampoco solucionaba mucho el problema. Eso al margen de las presiones, en las que se fuerzan faltas en ataque a media pista, o incluso más adelantado, si pillas desprevenido al rival, o que venga a trompicones tras dribling y se sitúe uno en su camino. Forzar una falta de este tipo, a 20 metros del aro, me parece francamente ridículo.

La solución la desconozco. Aquí lo fácil es decir que doctores tiene la iglesia. Pero sí que no estaría de más buscar algún tipo de sanción, o no sanción, cuando se provocan estas faltas, que por regla general, evitan entradas a canasta con majestuosos vuelos o principios de contragolpes, que suelen ser dos de las acciones más espectaculares de nuestro deporte.  Difiero con Jack Ramsay, que decía que prefería una falta en ataque que un tapón. Efectivamente, es mucho más provechoso. Pero la falta en ataque debería ser un accidente, algo que el defensor no planea, que le salva de llevárselo por delante cuando un "animalito" inicia su camino hacia canasta, y no una estrategia del juego. Con el juego tan físico que hay hoy día, donde se busca el dinamismo por encima de otras cosas, la falta en ataque es algo que suena a trasnochado, y de cara al reglamento, debiera ser así.