CIUDAD DE HUELVA 86 CAI ZARAGOZA 104

HUELVA: Vickery (23), Doblado (23), Antonio Gómez (3), Oscar Rodríguez (14), Stuckey (2) -cinco inicial-, Montaner (0), Alex Burgos (13), Morón (3) y David Fernández (5).

CAI ZARAGOZA: Ciorciari (23), Carlos Martínez (0), Derrell Washington (17), Otis Hill (17), Petruska (19) -cinco inicial-, Fran Murcia (14), Rodrigo San Miguel (2), Panadero (9) y Uriz (3).

Parciales: 26-31, 50-52 (24-21), 68-81 (18-29) y 86-104 (18-23).

Final de trayecto. El Ciudad de Huelva ratificó su descenso a la Liga LEB-2 tras volver a perder con el CAI Zaragoza. Al conjunto de Joaquim Costa volvió a condenarle su extremada laxitud en defensa y la calidad de un rival que decididamente es muy superior. Si a ello le añadimos una pizca de mala suerte, en forma de lesión de Stuckey, el destino de los onubenses estaba sellado de ante mano. El CAI, por su parte, cierra de manera brillante una temporada aciaga, pero en Zaragoza siempre quedará la duda de que hubiera pasado si los refuerzos hubiesen llegado antes.

El choque se inició con los dos equipos a todo trapo. Fieles a sus filosofías, Ciudad de Huelva y CAI Zaragoza se embarcaron en un ir y venir de canastas, sin que nadie hiciera lo más mínimo por un apartado tan básico y determinante como la defensa. Los inevitables minutos de tanteo se vieron alterados por una excepcional racha de tiro de Vickery. El canadiense, muy metido en el partido desde el arranque, encadenó tres triples consecutivos que sembraron la incertidumbre en las filas mañas (15–10), máxime con su arma más letal, Washington (sólo 6 puntos en la primera parte), bien sujeto por Antonio Gómez.

Pero el reforzado equipo de Alfred Julbe cuenta con un arsenal de lo más variado. Un buen ejemplo es Otis Hill. El norteamericano impartió una lección de calidad y clase bajo tableros (17 puntos en 20 minutos) ante la impotencia de sus contrapartes onubenses. Hill encontró, además, la colaboración de las piernas más rápidas de la LEB, el base argentino Diego Ciorciari. ‘Speedy’, que encendió la mecha de la tangana final, justificó su apodo y sacó partido de su endiablada velocidad para liderar a los de Julbe a su primer break. La sobriedad en la pintura de Petruska hizo el resto, y los visitantes alcanzaron la primera estación de paso en ventaja (26–31).

Los protagonistas no variaron en el segundo acto. Tampoco el guión de la obra. La brecha aragonesa alcanzaría una máxima de ocho puntos (26–34), antes de que Vickery (23 puntos con 6/10 triples) y su escudero Doblado (otros 23 tantos) la soldaran (39–39). Pero los onubenses no culminaron la remontada y acabaron cediendo el segundo parcial (50–52) pese a un espectacular triple sobre la bocina de campo a campo de Alex Burgos.

El pase por vestuarios lo cambió todo. Stuckey, víctima de una rotura fibrilar, no comparecería más sobre el parquet (sólo pudo jugar 7 minutos) y el paso del tiempo comenzó a hacer estragos en un equipo poco físico y con menos rotaciones. Costa se la jugó entonces con una defensa zonal. Una opción no carente de lógica, toda vez que el CAI pasa por ser uno de los equipos más flojos en el tiro exterior. Pero a los defensores no les alcanzaba la gasolina y los de Julbe supieron circular bien el balón y encontraron los agujeros al dispositivo defensivo local.

Uno tras otro fueron cayendo los triples en la cesta del Ciudad. Abrió la veda Ciorciari, continuó Panadero y cerró la función Fran Murcia (el marcador pasó de un 61–65 a un 66–81). En total ocho supercanastas del CAI Zaragoza en esta segunda mitad que sepultaron las opciones de los onubenses.

El final sobró. Impotencia local, chulería de Ciorciari, rabia contenida, insultos, puñetazos… Triste epílogo para el baloncesto de Huelva. Sólo los aplausos finales del Palacio permiten mirar el futuro con algo de optimismo.

LA CLAVE: Por encima de aspectos tales como la lesión de Stuckey o el inesperado acierto de los tiradores caístas, la clave del tercer encuentro y de la eliminatoria ha sido la llegada de Ciorciari, Washington y Petruska. Valga un dato. Entre los tres han sumado el 55% de los puntos y el 47% de los rebotes del CAI en la serie, echando por tierra todas las teorías sobre adaptación, acoplamiento y similares.

LA FIGURA: El mejor y el peor del tercer partido. Diego Ciorciari demostró toda su clase dentro del parquet (23 puntos con 8/8 tiros de campo, 7 asistencias y 5 recuperaciones), como su falta de deportividad fuera del mismo. Con el descenso de los onubenses sentenciado, el argentino se acercó al banco local con un gesto provocativo que propició la tangana del final. Hay que saber ganar.