Entre la resignación y la impotencia. Así acogieron los máximos responsables del Ciudad de Huelva el descenso a la LEB-2. Una catástrofe deportiva con que se cierra una etapa de siete temporadas consecutivas en la élite del basket nacional (seis en la LEB y una en la ACB). Desde el año 1988 (ascenso a Primera División, el equivalente de entonces a la LEB), el baloncesto onubense no figuraba en el tercer escalafón. Un panorama nada halagüeño de cara al futuro, máxime con 200 millones de pesetas de deuda.
El presidente de la entidad, Francisco Bayo, aceptó resignado el descenso de su equipo. El máximo mandatario quiso lanzar un mensaje de futuro: «este no es el final, es el principio. Me ha sorprendido y a la vez emocionado la respuesta del público, ha sido una inyección de moral, no hay que temer por la continuidad del equipo, pero necesitamos un mayor apoyo de las empresas y las instituciones para el nuevo proyecto».
Por su parte, Pedro Zalvide, director técnico del club onubense, hizo un llamamiento a la unidad para que «los ‘grupitos’ se acaben de una vez por todas en el baloncesto de Huelva. Este año lo hemos pasado muy mal económicamente y así es muy difícil sacar un proyecto deportivo adelante. Si los políticos y las instituciones no nos ayudan sera difícil continuar», sentenció.
De su lado, Joaquim Costa reconocía la impotencia de su equipo. «Cuando te enfrentas a un equipo tan superior, apenas hay margen para la victoria. Ellos son mejores y no hay más vuelta de hoja. Quizás la posibilidad de ganar la tuvimos en Zaragoza». Para el técnico catalán los fichajes de Ciorciari, Washington y Petruska habían sentenciado la eliminatoria de antemano. «En el cómputo general de los tres partidos ellos han obtenido 340 puntos de valoración y esos tres jugadores lograron 200 puntos». Interrogado por su futuro, Costa declaró que «ahora lo que quiero hacer es reflexionar y descansar. Por supuesto que voy a oír lo que el Ciudad de Huelva me proponga, pero esta decisión la tomaré cuando pasen unos días».