El pasado sábado, las Atlanta Dream dominaban a las San Antonio Silver Stars cuando, con 2:57 minutos para jugar en el primer cuarto, Danielle Adams salió del banquillo. En sus dos primeros partidos, Adams sólo había demostrado lo que se esperaba de ella: una luchadora en defensa, con demasiado peso y poca velocidad para defender a sus adversarias más explosivas. Además, su tiro exterior tardaba en salir, probablemente porque sus compañeras aún buscaban conocer su mejor posicionamiento en la cancha. Pero el sábado, 20 segundos después de entrar, Danielle Adams recibió el balón de las manos de Becky Hammon y, posicionándose en la izquierda, enchufó un triplazo que metió de nuevo a su equipo en el partido.
Pocos podrían saber que aquello sería el primer tiro del resto de su vida en la WNBA.
Danielle Adams mostró saber guardarse para los momentos más importantes. Después de dos victorias sobre las Tulsa Shock (el peor equipo de la WNBA), donde pontifica la grande promesa del juego interior de la liga, la australiana Elizabeth Cambage, Adams apareció en escena frente a las finalistas del año pasado, que cuentan en su plantilla con, tan solamente, Sancho Lyttle y Érica de Souza. Pero Adams obtuvo 11 en 19 en tiros de campo, con 5 en 11 en tiros triples, y una presencia perfecta en la línea de tiro libre, con 5 en 5. 32 puntos en total, sumándosele 7 rebotes y 1 tapón. Una performance fantástica para una jugadora muy joven y que podrá crecer aún mucho más, trabajando su físico y asegurando su gran capacidad de tiro.
Por ahora, las San Antonio aseguran una carrera 100% ganadora, aunque resulte complicado creer que las Silver Stars podrán continuar así cuando jueguen con los mejores equipos de su conferencia, en una temporada donde la WNBA está mucho más fuerte y competitiva en el Oeste.