Guía NBA 16-17: Southwest Division

Dallas Mavericks 16-17: Salto, a priori, insuficiente

Cinco años llevan los Dallas Mavericks sin pasar de la primera ronda (en la 12-13 ni se clasificaron para Playoffs) en un proyecto que parece ya forzado, destila olores a épocas de élite y se cimbrea en el viento de una próxima reconstrucción. Dirk Nowitzki encara sus, probablemente, dos últimas temporadas (el alemán renovó por dos años a 25 millones de dólares cada una, la segunda opcional por la franquicia), y su nivel, obviamente, ya no es top, sí notable alto a sus 38 años. La llegada de Deron Williams el año pasado no implicó más que una decepción de golpe y porrazo por un rendimiento impropio de un base con ese cartel. Williams renovó sólo por esta temporada y tras operarse este verano de una pubalgia tiene una reválida con su pasado cara al futuro.

Las esperanzas texanas pasan por que Nowitzki y Williams mantengan y recuperen, en el caso del segundo, un nivel destacado en la liga. Pero la franquicia se ha movido más allá de eso en búsqueda de resortes para dar un paso adelante tras años de quedarse en la primera marabunta. De Golden State han llegado Harrison Barnes y Andrew Bogut. El primero tratará suplir la baja de Chandler Parsons, rumbo a Memphis Grizzlies. Tendrá que asumir mayores responsabilidades que en los Warriors ante el juego menos colectivo de Dallas y la apuesta hecha por él. Nuevo rol, pero irá motivado tras su salida de Oakland en la llegada de Kevin Durant. Bogut ya es más veterano, conoce cómo funciona el negocio y, además, tiene demasiadas lesiones en la cabeza. Su prioridad es volver al nivel anterior o, al menos, ser un pívot de los que no tiene a muchos más por encima de él en la lista. Intimida, rebotea y puede anotar. Limpiará faena sucia a Nowitzki. El quid es su estado físico.

No obstante, a pesar del salto cualitativo dado por los Mavericks (Wesley Matthews, anotador y tirador, completa un muy buen quinteto titular) la rotación es un solar. Si Deron Williams no regresa a su nivel, de Devin Harris y JJ Barea dependerá sostener el mínimo para alcanzar la élite. La diferencia es que ninguno de los dos son lo que eran, pese a prestaciones muy potables. El acierto exterior queda en sus manos, porque el resto son novatos o jugadores de baja rotación (Seth Curry, Kyle Collinsworth, Justin Anderson, Jonathan Gibson, Nicolás Brussino y Dorian Finney-Smith). Anderson dejó buenas sensaciones en el tramo final de temporada, y Brussino cuajó un muy buen año en Peñarol, pero parece insuficiente en un equipo que aspira a celebrar en junio. El juego interior no sale de un perfil de reboteadores, luchadores, pero de corta producción ofensiva (Quincy Acy, Salah Mejri y Dwight Powell) y dos rookies (A.J. Hammons y Jameel Warney). A jugar aguerridos por dentro y brillar en sus mayores talentos.

La ecuación es compleja, pero el resumen sencillo. Si Rick Carlisle da con la tecla, elabora bien los roles y saca jugo de cada jugador en él, Dallas podrá aspirar a algo más que una sempiterna primera ronda.