Palau Sant Jordi. Barcelona. Dos años después el verde vuelve a ser el color reinante en el balonesto europeo al vencer el Panathinaikos su sexta Euroleague en el mejor partido de la Final Four. Esto supone que Zeljko Obradovic en su duodécima temporada en el conjunto del trébol consigue su octavo título, aumentando la leyenda del entrenador más laureado de la historia. Los verdes dominaron el tempo del encuentro de principio a fin con una defensa que bordó la perfección en muchos momentos. Dimitrios Diamantidis además de ser el mvp de la liga regular consiguió el mvp de la cita con un dominio absoluto y firmar 16 puntos, 5 rebotes y 9 asistncias.
Dos estilos contrapuestos, dos leyendas del baloncesto europeo. Maccabi se disponía a salir de inicio como siempre con un juego muy volcado en Schortsianitis, enfrente la dureza de Vogioukas. Panathinaikos encontraba su estilo, la defensa con dureza extrema, made in Obradovic, cerraba las puertas del aro, que solo Pnini en un tiro esquinado conseguía romper. En el otro lado la clarividencia de Diamantidis mandaba.
Eidson, perforaba con un triple, no estaba dispuesto a esperar al segundo tiempo para mostrar su juego total. Esfuerzo colectivo para parar a Sofo, Maric ingresaba por primera vez en la Final Four. Constantes 2×1 sobre la recepción del griego que no acertaba a doblar balones. El partido pintaba extraordinariamente duro. Contacto y más contacto, con un juego dominado en principio por Obradovic, aún así la igualdad era máxima. Fotsis dominaba, Maccabi se estrellaba cerca del aro y solo era capaz de anotar exterior.
Las tornas se cambiaban, Panathinaikos defendía y corría, Maccabi no podía jugar rápido. El balón era constantemente amasado por Pargo, que no veía con claridad el juego y permitía a Panathinaikos coger las primeras ventajas “importantes” de siete puntos al final de cuarto. PAO destrozaba literalmente a Maccabi en el juego del Pick and Roll entre Diamantidis y Batiste.
Blatt intentaba recomponerse con una zona match-up y en ataque intentar salir mucho más rápido. Nada, el juego tenía un dueño, nada más y nada menos que el Mvp de la competición, aunque lograban frenar en parte la sangría verde. Eidson tomaba la responsabilidad, la defensa amarilla estaba ya más ajustada, aunque en ataque realmente estaban viviendo demasiado del tiro exterior en balones doblados. Diamantidis y Eidson disputaban un precioso duelo, de dos superestrellas, dominantes, supremos.
Obradovic realizaba una defensa muy fuerte en el lado fuerte, dejando el lado débil hundido para llegar a las ayudas y flashes y hacer de la zona un fortín –2 de 15 en tiros en la zona para Maccabi-, sobre todo para no dejarse arrasar por los 1×1 y los 2×2, por lo cual Maccabi seguía viviendo de sus opciones exteriores. Schortsianitis volvía para abrir un hueco en la pintura, fallaba, los potentes 2×1 le cegaban. 30-33 para los verdes al descanso, aunque el ritmo era totalmente ateniense.
Maccabi no puede
Maccabi salió con la lección aprendida de los vestuarios, su defensa pretendía cerrarse aún más, subieron líneas defensivas haciendo incluso una zona press y ofensivamente lograban abrir la zona para colocarse por primera vez por delante en el marcador. El nivel físico del partido iba in crescendo si aún era posible que creciera más. PAO replicó con la moneda amarilla y un tiro de Nicholas y dos triples de Sato les disparaban de nuevo en el marcador para irse a siete.
Panathinaikos seguía martilleando la press convertida en 2-3 de Blatt desde fuera, Nicholas anotaba otro triple que hacía mantener un colchón muy cómodo. Los giregos se sentían muy cómodos, con Schortsianitis en el banco, la ventaja se había disparado hasta alcanzar los 11 puntos con una canasta de Calathes –impecable en el tempo con Diamantidis fuera- y un mate de Antonis Fotsis. Un triple de Blu y otra vez respondiendo Sato de tres hacían llegar el partido al final del tercer cuarto con un 43-54.
El cuarto final comenzaba con un Maccabi que parecía cansado físicamente, algo raro en un equipo que ha apabullado precisamente por eso. La defensa de Obradovic rozaba la perfección, dejando en 30 minutos al equipo más anotador de Europa en 45 puntos.
Maccabi conseguía responder canastas, pero Nicholas seguía ametrallando, espectacular la sangre fría del norteamericano. El intercambio favorecía a PAO que con un estelar Nicholas abría aún más brecha hasta los 14 puntos con 7 minutos por jugar.
Pargo estaba desquiciado con la defensa ateniense, el partido lo tenían harto complicado, aunque un par de fallos ofensivos de los del trébol les daban cierto aire y les dejaba remotas opciones, aunque estas pasaban más por los fallos de un equipo tan experimentado como PAO que por otra cosa. 5 puntos consecutivos les ponían a 7 puntos a falta de 4 minutos y la marea amarilla se venía arriba.
Espejismo de nuevo, Batiste y de nuevo Nicholas dejaban el partido casi listo para sentencia con tres minutos de jugar. Diamantidis en búsqueda de templar el partido, pero Maccabi realizaba la última intentona. La zona press causaba problemas en la subida de balón a Panathinaikos, Maccabi recortaba a 7 puntos.
Calathes se comía un saque de banda por infracción de 5 segundos, Pnini fallaba su clásico tiro desde la esquina pero Eliyahu palmeaba para seguir insuflando oxigeno a los amarillos. 5 abajo, 1.20 por jugar.
Misión imposible, Batiste a pase del genio y un robo del propio Mvp, desenchufaban el la máquina que mantenía con vida al Maccabi, a pesar del carrusel de tiros libres final. Panathinaikos volvía a reinar en Europa, con el octavo entorchado del maestro de maestros: Mr Zeljko Obradovic.
El duelo de pizarras (por Fernando Gordo)
Lo logró ante el Barcelona, lo logró ante el Montepaschi y lo volvió a lograr contra el Maccabi. Obradovic consiguió llevar el partido hacía donde más le interesaba a su equipo focalizando el ataque en la primera mitad en el juego interior para dar rienda suelta a sus grandes lanzadores de tres en la segunda parte. Blatt por su parte consiguió apretar el partido cuando ya lo tenía perdido su equipo y mostró todo su recital de alternativas defensivas pero el genio serbio de Obradovic le ganó esta vez la partida.
El Panathinaikos trató en los primeros minutos sacar provecho de los bloqueos directos de Diamantidis que buscó en las primeras acciones a Vougioukas primero y a Maric después para forzar con faltas a Schortianitis que se tuvo que retirar al banquillo con dos personales en cinco minutos. Mientras Sofo estuvo en pista los griegos realizaban dos contra uno cuando recibía cerca del aro y se cerraban en la zona sobre las penetraciones de Pargo lo que aprovechó Maccabi para doblar balones fuera y conseguir triples cómodos de Pnini y Eidson. Con la salida de Batiste, el Pao siguió centrando su ataque en balones interiores que les permitió abrir la primera brecha en el marcador. La mejor versión de Diamantidis y Eidson apareció en el segundo cuarto y el duelo de las dos estrellas eclipsó los planteamientos tácticos de ambos entrenadores. Blatt seguía apostando por su habitual repertorio de defensas alternativas zonales de ajustes tejiendo una telaraña que sólo sabían interpretar Calathes y Diamantidis mientras que Zelkjo continuaba con su apuesta de negar las canastas cercanas del aro congestionando la zona y permitiendo lanzar de tres. El Maccabi sobrevivía gracias a su acierto desde fuera y el Panathinaikos se hacia fuerte en la zona en la primera mitas.
Tras el descanso el partido dio la vuelta por completo. El Maccabi quiso cerrar su zona en defensa pero Obradovic y Diamantidis desde la pista supieron leerlo y comenzaron a dar balones exteriores con los que masacraron al Maccabi a triples de la mano de Sato y Nicholas. Por su contra David Blatt ordenó meter más balones interiores tratando de compensar el déficit de juego interior de la primera mitad pero no podían seguir el ritmo anotador del PAO en el tercer cuarto y Blatt tenía que pedir tiempo muerto tras el parcial logrado por los griegos para recuperar las armas que en la primera mitad les habían permitido mantenerse en el partido. Sin embargo la distancia en el marcador ya se había ido a los once puntos. En el último cuarto el Panathinaikos siguió dando clases magistrales de cómo aprovechar los bloqueos directos. David Blatt ordenó presionar a toda pista para retrasar el ataque del PAO pero la zona que tantos resultados había dado el Maccabi comenzaba a dar síntomas de desgaste y la llama de Eidson se apagaba por momentos. Cuando todo parecía perdido para Maccabi, un par de balones recuperados tras la presión mandada por Blatt les volvió a hacer soñar con la victoria. Pero todo se quedó en un espejismo y Obradovic volvía a coronarse en la Euroliga para acrecentar así su leyenda como uno de los mejores técnicos de la historia del baloncesto europeo.