Ni estamos jubilando a Supermán Howard ni Andre Drummond es lo que se denomina un ‘fake’. El pívot de 2.08 y 122 kilos -ha menguado en altura desde su explosión en High School– deberá esperar una temporada más para confirmar todo lo que parecía vislumbrarse claramente en el instituto: que era un pívot sólido para la NBA; que podría ser un jugador importante, sobre todo a nivel ofensivo. La joven promesa de Connecticut ha llegado una temporada después de que los Huskies se proclamaran campeones de la NCAA, gracias sobre todo a un Kemba Walker supersónico. Walker pasó a profesionales y la responsabilidad recayó en Shabazz Napier y, sobre todo, Jeremy Lamb, que ya fue importante la temporada pasada. Evidentemente, Drummond ha tenido un plus de presión por todo lo conseguido en High School -donde impuso su físico- pero no ha tenido el protagonismo necesario que pudo tener, por ejemplo, Jared Sullinger la temporada pasada en Ohio State.

A Drummond se le ha visto pesado, como Greg Oden en los Buckeyes, pero sin ser una de las primeras opciones en ataque. La ausencia de un base director y el recelo visto en Napier y Lamb nos ha impedido ver si realmente Drummond puede llegar a ser algo más que una versión mejorada de Greg Oden -sin lesiones- o Marcus Camby, en lo defensivo, y acercarse a la figura de Dwight Howard, pívot de los Magic. En su contra decir que no es muy ducho en temas ofensivos y sus problemas en ataque se han visto aumentados al pasar a un nivel más competitivo. Ahora mismo sería inaceptable en NBA.

Deberá esperar, como mínimo, una temporada más, como hizo Jared Sullinger, otro prospect que parecía que iba a arrasar en su primer y presumiblemente único año en la NCAA. Sullinger ha crecido y Drummond debería hacerlo durante el próximo curso. 10 puntos, 7.7 rebotes y 2.7 tapones no es mal comienzo, pero deja un mal regusto en la boca y asusta, por ejemplo, su 29.5% en tiros libres pero también el que haya lanzado sólo 2.6 por partido cuando gran parte de la ofensiva de UConn debería haber pasado por él.

Connecticut dijo adiós a la locura de marzo a las primeras de cambio. Su impacto en este March Madness era toda una incógnita. Ya se sabía lo que podían dar de sí Napier y Lamb, pero gran parte de sus posibilidades residían en lo que pudiera aportar Drummond, viendo el bajón de Oriakhi en esta temporada.

Iowa State les apartó rápidamente del sueño del repeat (64-77). Drummond se quedó en 2 puntos, 3 rebotes, 4 tapones y 5 personales en 21 minutos de juego.

Diamante por pulir. Puede y debe mejorar.