Los Pistons recurrían al animalario en el draft de 1986. En primera ronda, con el número 11, elegían a una araña. En segunda, con el 27, apostaban por un gusano. Draft maldito donde los hubiere (Bias, Washburn, Bedford, Tarpley, Washington…), pero de aquel episodio se han escrito ríos de tinta.

John Salley y Dennis Rodman eran los novatos elegidos por los Pistons a los que se les unía el caísta Cozell McQueen, seleccionado en el draft anterior por los Bucks. Salley venía precedido de cierta fama conseguida por méritos propios en Georgia Tech. Rodman aterrizaba de tapado, desde la desconocida Southeastern Oklahoma State. Eso sí, con unos números terroríficos en su tercer y último año: 24 puntos y 18 rebotes de media midiendo 2.03. Muy a tener en cuenta para alguien que había empezado a jugar al baloncesto prácticamente a los 18 años.

“Rodman daba un 150 por ciento en cada partido. Día tras día” (James “Buda” Edwards).

Un diablillo de bolsillo, un asesino silencioso, un microondas, un niño bien metido a repartidor de mamporros, un maestro de los movimientos en el poste y un buen puñado de hombres, en el sentido westerniano de la palabra. Rodman encajó a la perfección en aquellos Pistons dirigidos magistralmente por Chuck Daly. Pronto los aficionados supieron estimar su inagotable lucha por cualquier balón que escupía el aro, su arte para forzar faltas personales, su sentido de la anticipación…

Rodman promedió 6.5 puntos y 4.3 rebotes en 15 minutos de juego, pero sus números quedaban a años luz de su contribución al juego de los Pistons. Los genuinos Bad Boys rozaron la final de la NBA de no ser por aquel magistral robo de Larry Bird que terminó en canasta de Dennis Johnson en el séptimo partido de las Finales de Conferencia del Este.

La temporada siguiente llegaría la final, perdida, contra los Lakers. Una de las más bellas que se recuerdan y en la que los Pistons robaron el corazón a un gran número de aficionados que sólo entendían de verde y púrpura y oro.

Luego llegarían dos anillos consecutivos. Rodman iba incrementando sus números en rebotes y en su quinto curso superaba la decena por partido (12.5). Desde la temporada a la 99-00, la de su retirada, no dejaría de sorprendernos: 18.7, 18.3, 17.3, 16.8, 14.9, 16.1, 15, 11.2 y 14.3. Los primeros guarismos en su último año en los Pistons; los siguientes en San Antonio, Chicago, Lakers y Dallas.

11954 rebotes (13.1 pp) por 6.683 puntos (7.3 pp).Cinco anillos de campeón (2 con Pistons y 3 con Bulls), siete temporadas -consecutivas- siendo el máximo reboteador de la competición; dos all star games; dos temporadas elegido mejor defensor de la NBA…Más premios sólo podían darse a las estrellas, algunas de cuna. Él surgió de la nada, se hizo hombre con su mentor Chuck Daly y acabó manifestándose como un jinete desbocado, para lo bueno y para lo malo.

El próximo 1 de abril, en el partido que enfrente a los Pistons y Bulls, la franquicia de la Motown procederá a retirarle su número 10, que colgará del techo del palace de Auburn Hill, junto a las de Isiah Thomas, Joe Dumars, Vinnie Johnson, Bill Laimbeer, Dave Bing, el propietario William Davidson y el coach Chuck Daly.

El novato Greg Monroe, que actualmente luce el número 10, deberá buscarse otro número a partir de abril.