La presente campaña se presentaba clave en la carrera de Rudy Fernández (1.98/26 años) en la NBA. Dejaba atrás tres temporadas de un sabor un tanto agridulce en los Blazers para, sin ni siquiera haber vestido la camiseta de los Dallas Mavericks (equipo en el que recaló en verano tras ser traspasado por la franquicia de Oregón), comenzar una nueva etapa en los Denver Nuggets. La franquicia del Estado de Colorado parecía la ideal para que Rudy por fin pudiera desplegar su juego en la mejor liga del mundo ya que las condiciones del internacional español se adaptaban al estilo rápido y alegre que imprime a su equipo el coach George Karl. En los pasados cursos, Nate McMillan fue apuntado con el dedo por prensa y aficionados españoles como responsable, en parte, de que Rudy tuviera minutos limitados en los Blazers y de que su rol de tirador castrase el juego polivalente del español. Ahora George Karl surgía como la tabla de salvación de nuestro protagonista. Con una temporada asegurada y con la próxima condicionada por la posibilidad de que hubiera una oferta cualificada por parte de los Nuggets, era hora de que Rudy se reivindicara en la NBA.

Las perspectivas para Rudy eran realmente positivas. Era su gran oportunidad. Con Arron Afflalo como titular indiscutible en la posición de escolta, el español partía desde el banquillo liderando el perímetro de la segunda unidad de los Nuggets. En principio, su promedio de minutos en pista no difería en exceso de los que disponía en los Blazers (22.9 minutos por 23.3 la pasada campaña), pero a Rudy se le veía disfrutar en la cancha promediando 8.6 puntos, 2.1 rebotes y 2.4 asistencias. Sin embargo, volvió otra constante en su corta experiencia en la NBA: los problemas físicos con la espalda como protagonista. Sin ser aparentemente nada excesivamente serio, pero si sumamente molesto, Rudy entraba y salía de la lista de lesionados sin que esta circunstancia le permitiera coger ritmo de competición (solamente ha podido disputar 31 de los 47 encuentros que los Nuggets han jugado, hasta el momento, en la presente campaña). Por este motivo, en las últimas semanas su promedio de minutos fue disminuyendo (unos 15 de media), perdiendo enteros frente a Corey Brewer, que comenzó a convertirse en el primer recambio del juego de perímetro de los Nuggets. Para colmo, Wilson Chandler regresaba de su experiencia China y casi de forma instantánea se hacía con una plaza en el quinteto inicial de los de Denver. Malas noticias para un Rudy Fernández que veía que su situación en lo Nuggets estaba en serio peligro. En el contexto adecuado, con el entrenador ideal para exprimir sus condiciones como jugador, pero, por uno u otro motivo, el español seguía sin explotar en la NBA.

Si esto no fuera suficiente, su espalda volvía a dar problemas en los últimos días, siendo baja en el encuentro ante los Pistons del pasado 21 de marzo. Y en las últimas horas llegaba la noticia de que Rudy iba a tener que pasar por el quirófano para solucionar sus problemas lumbares, perdiéndose lo que resta de temporada en la NBA. Aún por confirmarse el tiempo de recuperación, se estima que estará fuera de las canchas por un periodo no superior al mes y medio, por lo que su participación en los JJOO de Londres no correría peligro. Ya pasó por esto en Portland y entonces estuvo 6 semanas en el dique seco.

El paso por el quirófano de Rudy Fernández para solucionar sus problemas de espalda puede ser la puntilla de una carrera NBA que se encuentra en una encrucijada. Podemos estar viviendo los últimos estertores del bravo jugador español en la liga norteamericana. Y en Real Madrid le esperan con los brazos abiertos de cara a la próxima campaña para intentar que el jugador vuelva a retomar el vuelo como el Ave Fénix y sea feliz jugando al basket. Un mensaje de la cuenta personal de twitter del prestigioso periodista Gonzalo Vázquez escrito ayer parece hoy profético: "Mes y medio queda a Rudy en la NBA".