Escribir sobre traspasos NBA suele ser un ejercicio de futilidad. Máxime cuando aún andamos lejos del 15 de diciembre, momento en el que los jugadores que firmaron contratos este verano pueden ser traspasados por sus nuevos equipos. Generalmente es difícil predecir qué jugadores van a ser traspasados, pues los planes estratégicos de las franquicias son secretos, las reglas salariales enrevesadas, y las buenas ideas a corto plazo a menudo vienen enfrentadas con las buenas ideas a largo plazo.
El caso de Omer Asik en Houston es distinto.

Desde que Dwight Howard firmó por los Rockets, Asik ha pedido con reiteración a la franquicia que lo traspasen, llegando incluso a indicar a su entrenador Kevin McHale que le dejase en el banquillo por no estar en condiciones mentales de salir a la pista. Los números dan la razón a Asik. Houston no funciona con Dwight y él en cancha a la vez, acumulando hasta la fecha un -35 en tan solo 92 minutos (el peor de todas las combinaciones de dos jugadores de Houston). El equipo está anotando unos pírricos 87 puntos por cada 100 posesiones con un 41% en tiros de campo con Asik y Howard en juego a la vez. De hecho, los Rockets anotan 18 puntos más por cada 100 posesiones con Asik en el banquillo que cuando está jugando. Una barbaridad.
Tener a un Asik deprimido jugando 15-20 minutos por partido no tiene sentido para los Rockets, y todo indica que la franquicia está buscando –con buen criterio– un traspaso que equilibre su ya de por sí estupenda plantilla. Pero Houston ha dejado igualmente claro que no piensa regalar al turco.
Asik es uno de los mejores pívots defensivos de la NBA. El año pasado promedió 10 puntos y 11.7 rebotes por partido en apenas 30 minutos de media, siendo este último el tercer mejor registro reboteador de toda la liga. Cuando Asik descansaba los Rockets recibían unos horrorosos 107 puntos por cada 100 posesiones, un impacto mayor que cualquier otro jugador del equipo. Dentro de una plantilla de tan escasa vocación defensiva como los Rockets, Asik era fundamental.
El pívot turco tiene un gran valor teórico de mercado –bastante más del que mucha gente está dispuesta a concederle– y los Rockets quieren aprovecharlo. Su sueldo además es razonable, pues si bien cobra 5,2 millones esta temporada y unos horrendos 14,9 kilos la que viene, el tipo de contrato extraño que firmó en Houston hace que, en lo que al tope salarial se refiere, sólo cuente como 8,4 millones al año.
Sin embargo, el mercado tiene sus propias reglas, y ese alto valor teórico podría no ser tanto en la práctica debido a la falta de demanda y a la propia necesidad de Houston de realizar el traspaso.

Muchas plantillas NBA ya tienen un pívot defensivo de buen nivel, por lo que recibir a Asik no es en absoluto prioritario (adiós Indiana, San Antonio, Memphis, Knicks, Milwaukee, Chicago, Cleveland, Golden State, Clippers). Otras franquicias están en reconstrucción y no tienen un interés especial en ganar muchos partidos a corto plazo algo (adiós Philadelphia, Boston, Orlando, Phoenix, Sacramento, Utah). Equipos como Lakers o Heat no quieren comprometer dinero más allá de este verano, mientras que otros como Denver, Toronto, Brooklyn, Detroit, Washington o Minnesota ya tienen el puesto de pívot bien cubierto, y es difícil que estén interesados en hacerse con Asik sin mandar un pívot similar pero inferior –digamos J.J. Hickson– en la dirección opuesta. Esto último es algo en lo que los Rockets no están en absoluto interesados, lo cual sugiere que la solución podría acabar necesitando tres o más equipos.
El otro factor es, por supuesto, entender lo que Houston busca. A día de hoy los Rockets son el tercer mejor ataque de la NBA a nivel de puntos por posesión, pero tienen una defensa mediocre en sus días buenos. En particular, su línea defensiva exterior está siendo un desastre, e incorporar a un buen defensor versátil les haría dar un salto de calidad considerable. Por otra parte, Houston se encuentra en una disyuntiva salarial interesante. No tienen ningún mal contrato y mantienen una cierta libertad económica de cara a este verano, pero en 2015 necesitarán una gran inversión si quieren mantener a Chandler Parsons en el equipo.
A partir de ahí, surgen tres caminos posibles.
La primera posibilidad es traspasar a Asik por algún jugador de corte defensivo en su último año de contrato que pueda producir inmediatamente. Alguien tipo Thabo Sefolosha o Shawn Marion. Con Grizzlies y Warriors en problemas por lesiones, una adición como las anteriores sería el contrapunto perfecto a su ataque de élite, y les podría dar el factor cancha en la primera ronda de Playoffs para soñar a partir de ahí. Y una vez terminada la temporada, Houston podría usar el espacio salarial creado por la baja de Asik para contratar algún agente libre. ¿El problema? Tanto Sefolosha como Marion son actualmente casi imprescindibles en sus equipos.

La segunda posibilidad es similar a la anterior, pero distinta en espíritu. Se trata de traspasar a Asik por algún mal jugador en su último año de contrato, y pedir a cambio alguna ronda del draft como compensación. Dichas elecciones de draft pueden después convertirse en jugadores de nivel, como los propios Rockets saben –véase Harden, James–. El problema aquí es que no hay muchos equipos que tengan a la vez este tipo de contratos y una necesidad de Asik para ganar partidos. Lo más parecido podría ser el caso de Oklahoma City. Los Thunder tienen elecciones de draft e incluso algún joven interesante como Jeremy Lamb con los que podrían pagar a los Rockets, tanto por Asik como para que les quitasen de encima a la estatua de cera anteriormente conocida como Kendrick Perkins (Perk acaba contrato en 2015). Un problema potencial con ese traspaso concreto es, por supuesto, si los Rockets estarían dispuesto a ser los artífices de añadir a estos ya de por sí temibles Thunder un pívot de calidad cuando ellos mismos intentan prevalecer en el Oeste.
La tercera posibilidad es mantener un ojo en esta temporada y otro en la que viene, buscando algún jugador que pueda producir inmediatamente pero a quien le reste más de un año de contrato. Tres ejemplos de esto serían:
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Paul Millsap. Tiene contrato durante los próximos dos años con Atlanta, donde está rindiendo a gran nivel. Los Hawks podrían estar interesados en Asik para por fin poder mover a Al Hortford al puesto de cuatro, así como para mejorar su deficiente rebote (es el segundo equipo de la NBA que menos rebotes ofensivos captura). Con la Conferencia Este hecha unos zorros, si Atlanta consiguiese un pilar defensivo como Asik y Lou Williams se recuperase bien de su lesión, los Hawks podrían acabar metiéndose en semifinales de conferencia como quien no quiere la cosa. Por otro lado, imaginar a Millsap en estos Rockets haría salivar a cualquiera.
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Wes Matthews. O en otras palabras, vender cuando el producto está en alza. El escolta de Portland ha iniciado el año con una efectividad absurda (de buena), y los Blazers se están aprovechando de ello. No obstante, la defensa de Portland no parece tener los mimbres necesarios para mantenerse, y Matthews es la tercera o cuarta opción ofensiva del equipo. Los Blazers son cuartos por la cola en la NBA en porcentaje de rebotes defensivos, y tienen además un recambio directo (pero menor) para Wes en Dorell Wright, y a otro más a largo plazo en el rookie C.J. McCollum. En cuanto a los Rockets, la incorporación de Matthews les ayudaría muchísimo en ambos extremos de la pista. Por ejemplo, la idea de colocar a Chandler Parsons como falso cuatro en un modelo smallball alrededor de Dwight es muy tentadora, y tener a un jugador de las características de Matthews facilitaría muchísimo esa idea.
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Ryan Anderson o Tyreke Evans. Si esto fuese “Quién quiere ser millonario”, Asik por Anderson sería el traspaso que saldría al usar el comodín del público. Los Rockets conseguirían a un ala-pívot tirador que abriría el campo para Dwight, Harden y compañía mientras que los Pelicans lograrían aprovechar a pleno rendimiento la polivalencia interior de Anthony Davis y crear una de las parejas defensivas interiores más potentes de la NBA. No obstante, no queda claro que ese sea un buen movimento para unos Pelicans que no tienen un gran tiro exterior más allá de Anderson y Morrow, ni para unos Rockets a los que Anderson no aporta nada en su problema más acuciante (la defensa). Una segunda posibilidad sería un traspaso de Asik por Tyreke Evans. El vacío que Evans dejaría en la generación de juego parece asumible por el dúo exterior Pelican de Jrue Holiday y Eric Gordon, mientras que la teórica rotación interior Davis-Asik-Anderson da miedo. Por su parte, Tyreke supondría en Houston una vía de creación de juego y puntos alternativa a Harden –algo que a los Rockets les vendría de perlas llegados los Playoffs– así como un jugador que sin ser un gran defensor, es al menos una mejora sobre lo visto hasta ahora en Houston. Algo que, dicho sea de paso, tampoco es difícil. La duda principal aquí quizás la pudiese tener Houston ante los cuatro años de contrato y 44 kilos que le quedan a Evans por cobrar, pero Tyreke es joven aún, y es de esperar que pueda evolucionar para bien.
El caso Asik es singular. No sólo por el grado de certeza de su eventual traspaso sino también por sus posibles consecuencias, principalmente en la Conferencia Oeste. Dependiendo de dónde termine jugando Asik y de qué reciba Houston a cambio, es posible que la lucha por el anillo acabe dando un giro inesperado.