STANLEY ROBERTS, ¡ QUE SOLO ESTÁS !
Hay una casa en South Carolina, a las afueras de Columbia, a un lado de la interestatal, pasando la High School de Lower Richland.
Es una casa majestuosa, de diseño moderno, con dos plantas y garaje, fachada de piedra, ventanas francesas y pizarra en el techo, con seis baños.
Es una casa a medio construir y vacía, nunca se ocupó, alrededor de ella solo hay rastrojos y malas hierbas, una obra inacabada.
Frente a ella, al otro lado de la interestatal, hay una vieja caravana.
Desde su puerta, al caer el día, una señora, ya mayor, observa con pesar lo que pudo ser la carrera de su hijo.
STANLEY ROBERTS era un chico tímido y retraído, físicamente no especialmente agraciado, que jugaba con los amigos a football y apenas sabía lo que era un balón de basket.
No fue hasta noveno grado que dio el estirón y en un año pasó a ser un mocetón de dos metros, que en el año siguiente crecieron hasta esos siete pies con los que se asocia a los centers de leyenda.
Para entonces su hermano mayor Wayne, una especie de padre subrogado, ya lo había llevado a entrenar con su equipo de High School, y el entrenador local había apreciado el margen de mejora que este talento natural escondía.
Como todos los que dan el estirón tardíamente, Roberts era un atleta coordinado, y ocurría, además, que el chico tenía buena mano, por lo que no es de extrañar que al acabar el instituto los servicios de reclutaje lo situaran como nº 3 nacional en sus rankings, solamente por detrás de Alonzo Mourning y Billy Owens.
Tras ganar dos años seguidos el campeonato estatal, y barrer de la pista a Mourning en el McDonalds All American y en el Roundball Classic, media nación lo pretendía, aunque solamente tres equipos lo tenían cerca: Georgia Tech, LSU y el equipo local, los Gamecocks de South Carolina.
Fue uno de los recruitings más salvajes que se recuerdan, ya que por un lado, su madre trabajaba como custodia en la Universidad local por las noches, y por otro una espada de Damocles pendía sobre la familia.
Wayne Roberts, había disparado a un chico de 18 que intentaba atracarle, y afrontaba un difícil caso por homicidio en legítima defensa. Se dice que el Juez encargado del caso llegó a llamar a la familia, aconsejándola que Stanley ingresara en los Gamecocks, y ni que decir tiene que la seguridad laboral de la madre podía estar en juego.
Podría decirse que todo el Estado presionaba al joven pívot para quedarse en casa y dar gloria a su Universidad, incluso su madre, temiendo represalias, imploraba una decisión a favor de South Carolina.
Finalmente Roberts eligió Baton Rouge y su hermano resultó absuelto, pero dos agentes del FBI lo acompañaban contínuamente por el instituto, en previsión de represalias, por lo que apenas pudo disfrutar, como cualquier otro estudiante, la ceremonia de su graduación, pues no bien recogió el diploma, un helicóptero lo trasladó directamente al campus de los Tigers.
Al final Dale Brown, y su excelente equipo reclutador, se salieron con la suya, y se lo llevaron para Louisiana, tierra de pelícanos y magnolias.
Una nueva vida, plena de promesas de bienestar, se abría ante Roberts, en aquel lejano verano sureño de 1988, mas no fue un camino de rosas para el chaval, que hubo de sentarse el año freshman, al no superar los requisitos de la Proposición 48, una polémica regla que exigía determinado rendimiento escolar a los atletas para obtener la beca.
Sin embargo, la espera mereció la pena, pues ese año LSU dio un nuevo golpe reclutando al jugador más deseado sobre la tierra, un coloso de 2,15 y 140 kilogramos de puro músculo, proveniente de la High School de San Antonio.
Nadie en el cuerpo técnico de los Tigers olvidará el primer enfrentamiento entre ambos atletas en un entrenamiento, al fin y al cabo son pocas las veces que una Universidad consigue reunir a dos gigantes, dos probables Hall of Famers, en su plantilla y en años consecutivos.
Todo comenzó con un mate de Shaquille, llevando a Stanley bajo aro, a lo que respondió éste exactamente con la misma jugada, y así hasta cinco mates más. Físicamente se trataba de dos colosos, que podían jugar de igual a igual.
Las canastas resonaban como truenos y finalmente Stanley, en su cuarto turno, decidió dar por terminada la contienda, planteando un escenario distinto.
Se alejó a cuatro metros del aro, amagó una penetración y encestó una suave y limpia suspensión sobre un atónito O,Neal, que intento copiar la fórmula, pero ni su mano ni su juego de pies eran comparables a los de Roberts.
Cuestión zanjada, sí, porque así era de bueno Roberts en aquella época.
Todos coincidían en señalar que Stanley era un mejor prospect que Shaquille, que no pierde ocasión de afirmar que es lo que es gracias a la competencia de Roberts, pues aquellos entrenos y el reto de enfrentarse a la superioridad técnica manifiesta de un rival a su mismo nivel físico, le llevaron a dar el máximo, a exprimir su don natural hasta la última gota.
Incluso años después, cuando se le pregunta sobre el tema, The Diesel continúa reconociendo a Roberts como el único jugador con el que ha coincido en un parquet NBA, capaz de enfrentarse a él en el cuerpo a cuerpo.
Roberts solamente disputó un año en LSU, año que fue bastante duro, pues LSU era favorita para ganarlo todo, incluso Blue Ribbon sacaba en portada al trío maravilla, los dos pívots y un Chris Jackson que había levantado, en su año freshman, unas expectativas enormes, con legítimas comparaciones con Pete Pistol Maravich, un tótem en el estado de Louisiana.
El año fue bueno a nivel de equipo ( ) e individual, donde promedió 14 puntos y 9 rebotes por partido, aunque Dale Brown siempre achacó al pívot su falta de intensidad defensiva y a veces lo sentaba en el banquillo, para poder poner, a toda cilindrada, su famosa defensa individual.
Sin embargo, en el Torneo Final, los Yellow Jackets de Anderson, Scott y Oliver , la famosa LETHAL WEAPON III, acabaron en segunda ronda con los sueños de los Tigers, que habrían de esperar a la temporada siguiente si querían levantar el trofeo.
Pero ni el rendimiento académico ni la situación familiar de Roberts entendían de retos deportivos, y en el mes de Agosto, tras saber que no había obtenido la nota mínima para su elegibilidad, y con el Draft ya celebrado, buscó la fórmula para evitar quedarse todo un año parado.
Finalmente ese año, no fue en blanco, sino de blanco, y el Real Madrid se cruzó en su vida
¿Cómo pudo, pues, un hombre predestinado a la gloria acabar en Europa y vegetar en la NBA con una carrera mediocre en el mejor de los casos?
¿Que tenía O,NEAL que nunca tuvo ROBERTS y que hizo de sus carreras mundos opuestos?
Son preguntas a las que trataremos de responder en el segundo capítulo de esta historia