Palau Sant Jordi, Barcelona.  El Panathinaikos optará a levantar su sexto entorchado al vencer por 77-69 a un Montepaschi de Siena que fue superior durante 15 minutos a los cuales no les supo sacar todo el provecho que debiera y por ello fue penalizado. El mejor Calathes a nivel profesional explosionó para liderar al rodillo verde con 17 puntos, 6 rebotes y 24 de valoración. Él junto al mvp Diamantidis y la mayor experiencia del equipo hicieron que sean los atenienses los que se jueguen el máximo entorchado continental, que sería el octavo de Obradovic.

Siempre es duro abrir una Final Four, los primeros minutos suelen ser momentos de imprecisiones, de manos que parecen fabricadas de mantequilla, de espiar el planteamiento táctico del rival. Las fichas de ajedrez colocadas por dos genios de los banquillos. Obradovic, sacó a Diamantidis defendiendo a la posición de tres y con Batiste fuera del escenario principal. Por los toscanos Jaric entraba en la posición de base.

Dos equipos jugando de tú a tú, tanteando el terreno. Pregunta, respuesta, Mens Sana parecía más preparado para el asalto. Lavrinovic iniciaba on fire, dentro y fuera, Sato respondía de idéntica manera. El ímpetu de los italianos era superior, la zona para los griegos territorio comanche por la fortísima defensa exterior del rival, que mandaba al creador casi a mitad de cancha.

Problemas para Panathinaikos que veía como Siena se iba a cinco puntos, la pintura era suya, con el nombre propio de Lavrinovic. Diamantidis estaba bien defendido, pero en cuanto veía balón, creaba, en el primer cuarto todos los puntos de campo del equipo ateniense venían precedidos de asistencia del base griego, que acumulaba ya 4 pases definitivos. El final del cuarto dio cuenta de lo que se veía en el parqué, un más intenso Siena se veía recompensado con una suspensión sobre la bocina de Zizis, que respondía a una canasta anulada al equipo griego por que Batiste, siempre impetuoso, se colgó del aro mientras entraba el tiro de Diamantidis.

Montepaschi iniciaba el cuarto como el primero, muy fuerte en defensa, atacando muy bien desde atrás el rebote ofensivo y anotando con más fluidez que el rival. Aún así la mala carta de tiro exterior impedía a un mucho mejor equipo italiano tener el partido en rentas mucho mayores.

Nicholas bajaba la renta a 4 con un extraordinario triple tras dribbling, pero la desesperación ante la dureza italiana, sobre todo de un Akindele extraordinario en defensa, hacía que a continuación Sato recibiera una técnica. La segunda unidad italiana no bajaba el pistón, ofensivamente bajaba el rendimiento, pero en cambio, eran capaces de aumentar aún más las prestaciones defensivas.

PAO voltea la situación

McCalebb aparecía como sospechoso jugador número 12 para Montepaschi de forma estelar, con un 2+1 puro de equilibrio y capacidad atlética. Respuesta automática de Vougioukas y Calathes –excelente su partido, defensivamente y cada vez más hecho al sistema ofensivo- con 2+1 consecutivos –aunque Calathes no anotaba el tiro libre- que ponían a uno a los verdes a falta de 3 minutos. PAO cambiaba el panorama, colocaba a Lavrinovic y Rakovic con 3 faltas y se hacía con el ritmo ofensivo y defensivo. Perperoglou y Fotsis anotaban triples, Mens Sana respondía con dos penetraciones, la locura favorecía a los griegos que sacaban tajada y se iban con 40-36 al descanso.

Fotsis abría el marcador, Hairston le respondía para iniciar ambos equipos una cadena de errores que se alargaba en el tiempo. La tensión se palpaba, el partido entraba en punto muerto durante cinco minutos de confusión. La culpa no era tanto de las defensas, sino más bien producto de los nervios que atenazaban sobre todo al equipo italiano, consciente de que errores propios en sus minutos de dominio habían sido inútiles ante la dinamita inconstante de los de Obradovic que a través de Calathes y Batiste cogían 11 puntos de oxigeno en un visto y no visto.

El cuarto final comenzaba con los del trébol 9 arriba, con un Panathinaikos que ahora era el que veía la final muy cerca y que daba sensación de serenidad en la cancha, en parte por la mayor experiencia en estos choques.

Hairston encendía a su hinchada con un triple inicial, que se diluía en la magia de los dos bases de los verdes en ataque y en la tela de araña defensiva dispuesta por el mariscal Obradovic. Siena lo intentaba y lo intentaba, no cejaba en su empeño, a través de individualidades, moviendo el balón, pero cada acecho hacia la víctima era respondido con una huída rápida que hacía ver que el cazado era más ágil, experimentado y rápido que el cazador. Calathes hacía fluir el juego, buenas decisiones, buena defensa para firmar su mejor partido profesional en el momento clave y llevar a su equipo a la final tras vencer 77-69.

Duelo de técnicos (por Fernando Gordo)


La defensa volvió a ser una de las principales armas del equipo griego para meterse en la final. En el tercer cuarto los pupilos de Obradovic consiguieron maniatar el ataque de Siena dejándoles en 9 puntos en el tercer cuarto lo que les permitió irse siete puntos arriba para empezar el último periodo. Se volvió a ver como jugadores del Panathinaikos flotaban a jugadores como McCalebb cuando botaba en determinados momentos mientras Obradovic mandaba desde el banquillo diferentes alternativas defensivas para no permitir a los italianos que mantuvieran un ritmo anotador en ataque. Los griegos defendieron muy agresivos el balón mientras cerraron las líneas de pase de los hombres importantes como Kaukenas y cambiaban en los bloqueos indirectos para evitar las ventajas de los lanzadores italianos. Obradovic volvió a destrozar las armas ofensivas de su rival y tendrá la oportunidad de conseguir una nueva Final Four para aumentar su gran palmarés.

Por su parte los de Siena lograron durante buena parte del encuentro frenar en ataque a Diamantidis. El base griego tuvo que recurrir a su repertorio de pases para generar juego a su alrededor pero en ningún momento pudo anotar como lo hiciera en la serie contra el Barcelona. Hasta el inicio del último cuarto no logró anotar su primera canasta en juego con un triple precedido de un fallo defensivo del Siena. Sin embargo lejos de obsesionarse por anotar, Diamantidis aprovechó que los focos de la defensa del Siena estaban fijados en él para generar ventajas en ataque. Una tímida presión defensiva de los italianos a falta de cinco minutos que se transformaba en una defensa zonal trató de generar dudas en los griegos que estuvieron un par de posesiones sin anotar pero en la que los italianos no insistieron tras el tiempo muerto pedido por Obradovic. Batiste fue mejor que Rakovic en los últimos minutos y el poderío interior de los italianos de la primera parte en ataque se acabó cuando sus jugadores se cargaron de faltas.