La Liga ACB vive momentos un tanto convulsos, con cambios en la estructura de sus órganos gestores (marcha de Joan Senespleda, hasta hace pocas semanas, Director General de la ACB), modificaciones en el marco contractual a la vista y, sobre todo, la apertura de un periodo de reflexión sobre el modelo a seguir para el futuro. La ACB es un producto altamente atractivo. Es la mejor liga de baloncesto del mundo tras la NBA, los pabellones se llenan jornada tras jornada y es pionera y un ejemplo a seguir en aspectos como su página web, que no tiene parangón en la world wide web. Sin embargo, datos como los problemas económicos que viven algunos clubes que componen la liga y las bajas audiencias televisivas hacen que desde la propia liga se alcen voces pidiendo cambios.
Uno de los aspectos que han sido motivo de discusión es el actual sistema de competición. Como los lectores sabrán, la temporada se compone de dos fases. En la primera, la fase regular, los 18 equipos que componen la liga se enfrentan todos contra todos a doble vuelta. 34 jornadas en las que se decide los equipos que descienden (los 2 últimos) y los que disputarán el playoff por el título (los 8 primeros). En la segunda fase, el playoff por el título, los 8 primeros se cruzan en series eliminatorias al mejor de 3 partidos en cuartos de final y al mejor de 5 en semifinales y en la gran final. Un sistema clásico en el baloncesto en general, que se aplica en la ACB desde la temporada 1994-95 (aunque hasta la campaña 2006-07 los cuartos de final también se disputaron al mejor de 5 y en la 2008-09 conforrmaron la liga solo 17 equipos por la desaparación del Akasvayu Girona). Por lo que se refiere al playoff, este decide el ganador de la competición desde la propia creación de la ACB en la temporada 1983-84, aunque hasta mediados de los 90 se utilizaron distintas fórmulas; desde aquellas primeras fases con Grupos Pares e Impares, los Grupos A1 y A2, los Playouts por el descenso, hasta las series de Playoff con 16 equipos en liza, disputando octavos de final.
Dentro de este periodo de brainstorming (tormenta de ideas) colectivo, se han escuchado algunas voces favorables a la desaparición del playoff por el título. Desde algunos sectores abogan por un modelo de una sola fase, la liga regular, cuyo líder acabaría siendo campeón de liga. En definitiva, un sistema como el actual de la Liga de Futbol Profesional. Se afirma que la existencia del playoff por el título desvirtúa la fase regular, que pierde interés para los grandes equipos que se juegan el título, conscientes de que es en la post-temporada donde se juegan las castañas. Además, se afirma que la buena labor realizada durante todo el curso se puede ir al traste por un par de malas noches en los encuentros del playoff.
Es opinión exclusiva de la persona que firma el presente artículo que la disputa de los playoffs es una característica consustancial al baloncesto competitivo actual. La eliminatorias por el título aportan una especial emoción a la competición, es el tiempo de las sorpresas, donde todo puede pasar. Se entiende que la fórmula de la fase única se realiza desde ámbitos no puramente baloncestísticos, que no alcanzan a entender el auténtico valor de los playoffs. La post-temporada forma parte del ADN del basket, de su identidad diferenciada. Su desaparición podría constituir un error monumental.
Tal y como hemos mencionado a lo largo del artículo, una de las críticas más recurrentes al sistema actual es el escaso peso de la fase regular frente al playoff por el título, en el que todo se decide prácticamente a unas pocas cartas. En este sentido, se podrían explorar fórmulas para dar un mayor peso a la primera fase de la competición. Analizando los sistemas de competición de otras ligas europeas, en las que se sigue el modelo de liga regular + playoffs, encontramos un ejemplo en el que se intenta premiar de alguna manera la labor realizada durante la fase regular. Nos referimos al sistema de competición de la Liga Turca (TBL).
La TBL turca la componen 16 clubes, que en la primera fase de la liga se enfrentan todos contra todos a doble vuelta, lo que supone 30 jornadas de fase regular. Los 8 primeros disputan el playoff por el título y los 2 últimos descienden. Las series por el título serán al mejor de 5 encuentros en los cuartos y semifinales y al mejor de 7 en la gran final. Hasta este punto, todo sigue el guion preestablecido. La novedad viene al aplicarse un factor de corrección en los distintos cruces: aquellos equipos que hubieran ganado en las 2 ocasiones que se enfrentaron en la fase regular a sus rivales en las series eliminatorias partirán con un 1-0 inicial el cruce correspondiente, bien sea de cuartos, semifinales e, incluso, la final. De esta manera, por poner un ejemplo, si el líder de la fase regular venció en casa y en pista contraria en esta primera fase a todos los rivales con los que se va encontrando en la lucha por el título, en todas las series partirá con un 1-0 inicial, que corresponderá al primer partido que debería de disputarse en cancha propia. Sin embargo, si cayó en alguno de los 2 encuentros disputados en la fase regular ante un equipo concreto con el que se vuelve a encontrar en playoffs, las series partirán del 0-0 inicial. En última instancia, si el equipo que finalizó en peor posición clasificatoria la fase regular sorprendió al cabeza de serie en sus dos enfrentamientos, se le premia con un 0-1 de partida en su cruce. De esta forma, se pretende premiar, en primera instancia, a los mejores equipos durante la fase regular, teniendo en cuenta los resultados obtenidos ante los equipos con los que se pueden cruzar en el playoff por el título. A su vez, las sorpresas de esta primera fase también tendrán su recompensa, obteniendo un jugoso 0-1 aquellos equipos que le tengan tomada la medida a los grandes de la competición.
En definitiva, el modelo turco puede tenerse muy en cuenta si la opinión mayoritaria es favorable a dar un mayor peso a la fase regular, evitando que se convierta en un largo trámite (algo discutible, en la opinión de la persona que firma este artículo) para los equipos dominantes.