Justo en el momento en el que los Lakers estaban mejor desde la marcha de Shaquille O’Neal (25-11 de record, a medio partido del liderato del Oeste y habiendo ganado 10 de los últimos 11 encuentros), la realidad les ha golpeado con la baja de Andrew Bynum, que se prolongará durante las próximas ocho semanas. El jovencísimo pívot se lesionó ayer frente a los Grizzlies de Gasol y Navarro y tuvo que abandonar el partido. La resonancia magnética realizada durante la mañana angelina ha confirmado las peores sospechas de los seguidores amarillos.

Bynum se encuentra en el mejor momento de su corta y prometedora carrera, consolidándose como segundo puntal ofensivo de los Lakers, y un gran desahogo para Kobe Bryant. En la mencionada racha de los últimos once partidos, había promediado 17 puntos, 11 rebotes y dos tapones por partido, con un escandaloso 72% de acierto en tiros de campo. Su baja deja al juego interior de los de Phil Jackson mermadísimo, obligando a recuperar a Kwame Brown para la titularidad. El francés Turiaf y el serbio Radmanovic también se ven en la obligación de dar un paso adelante, aunque ambos cuentan con grandes limitaciones para jugar por dentro; Radmanovic, de hecho, no es ni siquiera un jugador interior, pero todo parece indicar que Jackson deberá jugar con cuatro exteriores a menudo para suplir la ausencia del joven Bynum.

Además, la lesión llega en el momento menos indicado. Tras el partido de esta madrugada en el Key Arena de Seattle, los Lakers se medirán a Suns, Nuggets, Spurs, Mavericks y Cavaliers. Una exigente prueba para Kobe Bryant, que no había necesitado protagonizar ninguna orgía anotadora esta temporada para que el equipo estuviese en los puestos más altos del salvaje Oeste, y sus compañeros.