Kareem Abdul-Jabbar, Spencer Haywood o la generación de jugadores negros que en su día salvó el alma y dio vida a la NBA. Elementos que ponen dirección a la novedad editorial “Black Ball” siendo un relato intenso de décadas de transformación, donde el epicentro del libro de Theresa Runstedtler girará alrededor de la compleja política laboral y racial de muchos sujetos de la liga.
La profesora de historia afroamericana de la American University de Washington, ex miembro del equipo de baile de los Toronto Raptors, busca analizar más allá de las apetecibles narrativas, comenzando con la forma en que los jugadores inconformistas soportaron la segregación y el acoso en la década de 1950, creando una espectacular historia a largo plazo cronológico donde los jugadores negros que fueron explotados durante décadas por los propietarios blancos.

“A lo que los jugadores negros se volvieron aún más numerosos y más dominantes en la NBA“, escribe el autor, “se metieron a un mayor escrutinio“. La escritora y profesora, continúa examinando el tumulto de varias décadas de la política racial estadounidense en medio del declive urbano e industrial que vive Estados Unidos, especialmente en la década de 1970. La autora, con doctorado en Yale University en 2007, señala cómo las luchas antimonopolio coincidió con la creciente conciencia política de una fuerza de trabajo cada vez más negra, y la prominencia de figuras transformadoras como Julius Irving, Spencer Haywood y Kareem Abdul-Jabbar: “Esta lucha“, escribe Runstedtler, “se trataba de la dignidad de los jugadores como trabajadores“. En el epílogo, la autora muestra que mientras que la NBA en su conjunto “comenzó a formarse a sí misma como un espacio tanto de daltonismo como de multiculturalismo“.
Uno de los casos más significativos fue el de Spencer Haywood, cinco veces All-Star en la ABA a finales de los sesenta y en la NBA hasta los ochenta, momento también de competencia y fusión entre la ABA y la NBA, llegando una demanda, por ejemplo, de Robertson, sobre el antimonopolio contra las dos ligas para bloquear la fusión y ganó una orden judicial, llegando la fusión finalmente en 1976.
La liga se estaba recuperando de las consecuencias de un incidente que involucró a Kermit Washington, un jugador negro de los Lakers de Los Angeles que, en medio de un partido en 1977, golpeó y lesionó gravemente a Rudy Tomjanovich, un jugador blanco de los Houston Rockets. Tres años más tarde, Bernard King, una de las estrellas más grandes de la liga, fue arrestado en Utah por posesión de cocaína y abuso sexual forzoso. Estos incidentes de alto perfil, que conmocionaron al país, dieron lugar a una gran cantidad de preguntas, gran parte de las cuales aparentemente justificadas, sobre lo que, exactamente, estaba sucediendo en los deportes profesionales.
Runstedtler comienza y finaliza la publicación que vio la luz en marzo, con una discusión sobre el artículo de Cobbs y sobre el por ciento de los jugadores que estaban drogados en el final de la década de los setenta dentro de la NBA. Lo que Runstedtler ilustra es cómo se relacionan todos esos hechos, no solo en términos de la narrativa aceptada, sino también en términos de la forma en que la liga ejerce poder sobre los jugadores.
Los casos más feos de caricatura y abuso racistas se produce cuando los trabajadores negros piden el mismo salario y mejores condiciones de trabajo o cuando las luchas empresariales y la dirección necesitan a alguien a quien culpar. Esto fue cierto en los años setenta y ochenta, cuando el deporte luchó por ganar o retener a los aficionados. Lo que hace que “Black Ball” sea uno de los mejores y más veraces libros políticamente veraces sobre el baloncesto es que se resiste a las narrativas seductoras y simplistas que a menudo surgen en un negocio en el que el trabajador es el producto, y también resulta ser mundialmente famoso.