Un 6 de Noviembre de 1861, nació el hombre que cambió para siempre el mundo del deporte tal y cómo lo conocemos hoy en día. Casi sin darnos cuenta, gracias a eso, se ha forjado una historia imborrable, única y que con el paso de los años, muchas generaciones han podido saborearla.

 

Uno no es consciente de la historia hasta que se da cuenta de que la tiene delante de sus ojos. Y sí, actualmente, lo que nosotros estamos viviendo con ese noble y bonito deporte llamado baloncesto, ahora en 2014, es eso: Historia viva.

 

Ese hombre que forjó el sueño de muchos se llama James Naismith (de origen canadiense), que se dio cuenta de que con una cesta y un balón era una forma tan sencilla como, potencialmente, una idea atractiva para atraer a los jóvenes en aquella época. Colocando unas cestas unos balcones a una altura de 3,05 metros en el gimnasio del centro estudiantil, más un balón. Todo hecho.

 

Un 21 de diciembre de 1891, en Springfield (Massachusetts), el profesor Naismith creó la historia de un deporte que acabaría denominándose "baloncesto".

 

El baloncesto iba extendiéndose cada vez más en las escuelas, institutos e universidades de Estados Unidos. Dicho deporte iba perfeccionándose tanto técnicamente hablando como también aceptaba cualquier tipo de sugerencia para instaurar en la normativa, sobre todo, de quiénes lo practicaban y disfrutaban en el día a día.

 

Iban pasando los años y dicho deporte iba implantando nuevas cosas. Como por ejemplo, en 1892 se añadió la línea de tiros libres al baloncesto y en 1895 el tablero, una herramienta tan útil como práctica para acabar metiendo el balón dentro de la cesta y que durante el paso de los años. Y ya a partir de 1897, se establece la norma del 5 vs 5, y así hasta ahora, tal y como lo conocemos.

 

En 1898, Naismith empezó a trabajar en la universidad de Kansas. Y tras casi 20 años ejerciendo los roles de profesor en la universidad de Lawrence y entrenador de baloncesto en una escuela, finalmente fue designado como director de los Kansas Jayhawks (1919). Entrenó a la universidad situada en Lawrence durante unos años, aunque todo hay que decirlo, sin un éxito rotundo como el que acabaría teniendo uno de sus pupilos: "Fhog" Allen, que fue uno de los entrenadores del college basketball más ganadores de la historia. Y que, años más tarde, éste acabaría teniendo en sus filas a otros como Dean Smith y Adolph Rupp, dos hombres que, con el tiempo, serían parte de la historia de universidades como North Carolina y Kentucky, respectivamente. Y a esa lista hay que añadirle Pat Riley, que pasó por las manos de Rupp en Lexington y fue uno de los entrenadores más exitosos de la historia NBA.

 

Todos los mencionados anteriormente, al fin y al cabo, fueron de los primeros en el proceso de construir una historia deportiva que, durante el paso de los años, ha ido extendiéndose. Todos ellos, de una forma u otra, influyeron en el desarrollo de esta historia.

 

Ya en los años 30, James Naismith contribuyó de manera directa con la NAIA, organización cuya finalidad es la de añadir el deporte a la vida de la formación académica.

 

En 1935, el profesor Naismith, ya con 74 años a sus espaldas y con un sueño hecho realidad, recibió un comunicado muy especial: El baloncesto sería deporte olímpico por primera vez en su historia. Y por fortuna, pudo llevar a cabo el saque de honor del primer partido de baloncesto de la historia en unos Juegos Olímpicos (los de Berlín) en 1936, pese a haber vivido con ciertas dificultades económicas en aquella época. Un gesto muy significativo.

 

Desafortunadamente, en 1939, el profesor James Naismith falleció. Enterrado en Lawrence, junto a su primera esposa, y prácticamente al lado del lugar donde supuso llevar a otro nivel su sueño, la universidad de Kansas.

 

El día 17 de Febrero de 1968, el Naismith Memorial Hall Of Fame abrió sus puertas con la función de homenajear a todos los que demostraron contribuir a un nivel superior y distintivo a los demás en el baloncesto. En este caso, muchos jugadores y entrenadores de diversas nacionalidades se han ganado estar ahí, entre los más grandes de este deporte. Pasando por George Mikan, Bob Cousy, Bill Russell y Wilt Chamberlain, Oscar Robertson y Kareem Abdul-Jabbar a otros como Magic Johnson, David Robinson, Michael Jordan, Larry Bird, Clyde Drexler, Karl Malone y una larguísima lista que continúa.

 

 

Y a día de hoy, ese sueño sigue agrandándose a pasos agigantados. Ya sea en la calle, en el gimnasio del colegio, en los pabellones… y un amplio sector de seguidores lo disfrutamos día a día. Lo cierto es que unos hemos disfrutado de diferentes generaciones. Unos vivieron para contar las hazañas de Russell y aquellos tan laureados Celtics, de Magic Johnson y Abdul-Jabbar en los Lakers del Showtime, de los inalcanzables vuelos de Julius Erving y Dominique Wilkins, de los 6 anillos de Jordan, de la conexión Stockton y Malone en Utah… mientras que otros vivimos los pasos de esa máquina de hacer baloncesto llamada San Antonio Spurs liderados por Tim Duncan y Gregg Popovich, de la batalla por la supremacía del baloncesto mundial entre LeBron James y Kevin Durant, de los últimos coletazos de Ray Allen, Kobe Bryant, Paul Pierce y Kevin Garnett… Unas generaciones vienen y otras se van, y así sucesivamente. Es inevitable. Pero no obstante, los recuerdos estarán guardados ahí, en una profunda hemeroteca llena de documentos visuales considerados como joyas, afortunadamente.

 

Este deporte ha creado escuela y una imborrable historia. Y seguramente, James Naismith se sentirá orgulloso de ello.