Uno de los equipos menos mediáticos de la NBA es Charlotte Hornets. Una ciudad poco atractiva, que ha dado más noticias por la polémica que obligaba a los transexuales a usar los baños del sexo con el que habían nacido que por los éxitos de su equipo de baloncesto. La franquicia cuyo dueño es el mejor jugador de la historia nunca ha logrado salir de la mediocridad en 16 años de historia (nunca ha superado la primera ronda de playoffs) y se encontraba en una situación muy incómoda en verano, pero ha sabido dar el protagonismo a los jóvenes, que están jugando mejor de lo esperado.

Un verano que presagiaba lo peor

Tras el fin de la temporada pasada, surgió lo que muchos presagiaban: Kemba Walker, estrella absoluta de los jóvenes, abandonaba Carolina del Norte como agente libre con destino Boston. Un jugador que había sostenido a una plantilla mediocre en sus aspiraciones a playoffs salía de Charlotte, dejando una plantilla en la que había muchos contratos tóxicos que impedían una reconstrucción en ese mismo verano. El panorama no pintaba nada bien a corto plazo.

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Las gerencias anteriores de los Hornets se habían caracterizado por ofrecer contratos largos y cuantiosos a jugadores que no habían demostrado merecer el dinero que iban a cobrar. Ya saben, los mercados pequeños deben sobrepagar para acometer fichajes de relumbrón o retener jugadores, pero en Charlotte siguieron esa filosofía hasta cercenar cualquier esperanza de reconstrucción futura, puesto que tenían en nómina a muchos jugadores difícilmente traspasables en caso de que el proyecto no funcionara.

Los Hornets aún están pagando los grandes contratos de Nicolas Batum (le quedan 52 millones en dos temporadas), Bismack Biyombo (17/1), Marvin Williams (15/1), Cody Zeller (30/2) y Michael Kidd-Gilchrist (13/1). Con esos nombres a esos precios, apenas quedaba espacio para remodelar la plantilla, pero Mitch Kupchak, general manager desde 2018, hizo una apuesta muy arriesgada. Con el escaso dinero disponible, decidió ofrecer un contratazo a Terry Rozier (58/3), un jugador que no había mostrado la consistencia adecuada para ser el líder de un proyecto, y reconstruir a través de él. Pocos apostábamos un duro por este equipo, pero de momento está funcionando.

Apostar por los jóvenes

En pasadas temporadas, se había apostado por el rendimiento de los jugadores que habían firmado los grandes contratos mencionados, pero este año, sin presión por la baja de Walker, el coach James Borrego (2.ª temporada) decidió cambiar de filosofía. Pobló el quinteto inicial de las promesas que habían elegido en el draft (en puestos medios) y relegar a los veteranos al banquillo, en algunos casos con roles marginales. Así, Rozier, Dwane Bacon, Miles Bridges, el rookie PJ Washington y Biyombo salían de inicio y tenían toda la confianza de Borrego. Los resultados no fueron malos, pero la irrupción de un pequeño desconocido puso a Charlotte en el mapa de la NBA.

Devonte’ Graham, la nueva sensación

Devonte’ Graham fue elegido en el puesto 34 del draft de 2018. Llegado con 23 años a la NBA y sin destacar demasiado en una las universidades de más prestigio de Estados Unidos, Kansas, no parecía que este pequeño jugador (1,85) fuera a destacar en la mejor liga del mundo. Su primer año, además, no fue demasiado alentador y lo terminó con 4,7 puntos y 2,6 asistencias. Pero la retirada de Tony Parker le daba una oportunidad como segundo base y Graham no la iba a desaprovechar.

Comenzó como suplente, pero pronto empezó a destacar como anotador exterior, especialmente en los triples. Su velocidad, desparpajo y acierto en la larga distancia le catapultaron al quinteto titular y, después de un partido de 40 puntos, a los highlights de la NBA. Ahora mismo es el máximo anotador y asistente de Charlotte con 19,1 puntos y 7,5 asistencias por partido. Es el segundo jugador que más triples anota de la NBA, por detrás del intratable Harden, con 3,7 por partido, y lo está haciendo con más de un 40% de acierto.

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Pero no solo Graham está rindiendo por encima de las expectativas. Su compañero en el backcourt, Terry Rozier, ha dejado atrás unas primeras semanas dubitativas y está siendo el complemento perfecto de Graham. Son una pareja muy imprevisible, rápida y con gran tiro exterior, lo que provoca el caos en las defensas rivales si tienen el día desde la larga distancia. Otros jugadores como Miles Bridges y PJ Washington están por encima de los 12 puntos por partido y se han convertido en unos acompañantes de lujo de la dupla exterior. Cody Zeller, Biyombo o Malik Monk están aportando su granito de arena a la causa de los de Carolina del Norte. Solo Willy Hernangómez no está contando con los minutos que esperaba y de momento solo ha participado en 9 partidos, en los que jugado 7 minutos de media.

Por el otro lado, los veteranos ejercen un papel secundario en la rotación. Marvin Williams es el que más está contando por su habilidad para abrir la pista, pero otros como Kidd-Gilchrist o Batum (3,3 puntos por partido) solo están para momentos muy puntuales de los partidos. Borrego ha sabido dar carpetazo y le está funcionando.

Un verano de 2020 con mucho margen salarial

Algunos de los contratos tóxicos que pueblan la plantilla de los Hornets terminan este verano, donde podrán optar a reforzar la plantilla y dar un paso adelante. Marvin Williams, Biyombo y Kidd-Gilchrist liberarán 45 millones para dejar un amplio margen a Kupchak, que empezará el verano con solo 80 millones comprometidos (18 millones por debajo del mínimo), pero deberán renovar a Graham, que será agente libre restringido.

Charlotte ha ganado 5 de los últimos 6 partidos y con ello se ha metido en los playoffs. La debilidad de la Conferencia Este le ha permitido alcanzar esa posición con un balance de 13-18, que para la plantilla que tienen es un exitazo. Celebramos que Charlotte haya rechazado el tanking para competir con lo que tenía y merecería pelear por los puestos de postemporada, aunque será muy difícil. Orlando, Detroit y Chicago tienen mejores mimbres para lograr ese objetivo, pero no rechacemos que Charlotte busque algún traspaso antes de febrero para poder aspirar con mejores garantías a jugar los playoffs.