Lituania ha sido y será cuna del baloncesto europeo; un país donde nadie vive ajeno a lo que el deporte de la canasta genera y un lugar donde la aparición de nuevos talentos se repite en el tiempo desde hace décadas. Muchos de ellos formados de principio a fin bajo el manto de la sabiduría patria, y otros más, que sin miedo a lo desconocido, apostaron por dividir su formación en varias etapas y emprender el viaje hacia los Estados Unidos para involucrarse en alguna de las muchas competiciones colegiales que en tierras americanas se disputan. Siendo la primera división de la NCAA el objetivo máximo.

En la nómina que agrupa a estos “viajeros” nos encontramos entre otros a Mindaugas Timinskas (IONA/actualmente en Pamesa Valencia), Arturas Karnisovas (Seton Hall/retirado), Rimantas Kaukenas (Seton Hall/Mens Sana Siena), Linas Kleiza (Missouri/Denver Nuggets), Darius Songaila (Wake Forest/Washington Wizards), Mindaugas Katelynas (UT-Chattanooga/Monferrato) o Sarunas Jasikevicius (Maryland/Golden St. Warriors).

Antanas Kavaliauskas seguiría la estela que todos ellos dejaron.

Como no podía ser de otro modo, nuestro protagonista crecería con un balón de baloncesto entre sus manos desde muy temprana edad. Jugando en alguno de los múltiples conjuntos infantiles o cadetes que su Vilnius natal acogía. Llegando a proclamarse campeón de Lituania con el equipo ligado a su institución académica.

“Durante mi infancia el baloncesto fue todo. Lituania es un país donde se respira baloncesto y lleva siendo así desde los años 20”

La que era su mayor diversión y pasatiempo podría considerarse también el mayor lujo al que podía aspirar. No en vano, Kavaliauskas se crió en un entorno muy modesto, formando parte de una familia monoparental (padres divorciados) y viviendo en un minúsculo apartamento. Era su madre la que llevaba todo el peso económico del hogar, trabajando como peluquera y posteriormente como guardia de seguridad privado. A su cargo, además del pequeño Antanas, también estarían la abuela y hermana de éste.

Por si fuera poco, era la época en la cual Lituania proclamaría la restauración de la independencia (1990-1991), algo que provocaría una ocupación militar por parte del ejército soviético. El miedo se apoderaría de la población. Y Birute Kavaliauskiene, embarazada, decidiría mudar de la ciudad al chico, acompañado por la abuela, durante los días que aquella situación evitara que la capital fuese un lugar seguro.

Idas y venidas, que a su término, fueron permitiendo el paso de los años así como el crecimiento y desarrollo del joven.

Contaba 18 años cuando en su camino se cruzó la oportunidad que le haría cambiar su vida. Pues uno de los múltiples scouts que viajan por el mundo decidió recomendar a aquel espigado chico (entonces, destacaba sobre todo por su altura) al entrenador de un pequeño JUCO situado en el Estado de Kansas; era el Barton County Community College de Great Bend. La recomendación sería evaluada, y el reto aceptado por Kavaliauskas. Emigraría a los USA; Septiembre del 2003 sería la fecha señalada.

El diálogo que mantuvieron fue, más o menos, el siguiente:

– Me gusta la forma en la que juegas. Tengo un amigo en los Estados Unidos que busca un hombre grande que tenga cualidades. ¿Quieres ir?
– Seguro, ¿por qué no?

Su nuevo hogar sería una villa cuya población ascendía a poco más de 15.000 habitantes. Y el nivel de inglés con el que aterrizaría más bien pobre. Pese a las dificultades lógicas que conlleva tremendo cambio cultural y personal, la adaptación del joven lituano se iba produciendo en unos términos de absoluta “normalidad”. Entre otras cosas porque se mostraba encantado con el estilo de vida norteamericano, y sobre todo gracias a la inestimable ayuda de su mejor amigo y compañero de equipo: J.P.Batista. El brasileño se convertiría en inseparable, además de inculcarle la necesidad de levantar pesas como parte fundamental del entrenamiento. Curiosamente, los avatares del destino han querido que Batista haya comenzado su carrera profesional precisamente en el país y en la ciudad que vieron crecer a Kavaliauskas. Formando parte del Lietuvos Rytas.

Deportivamente, progresaba de forma destacada. Y en la temporada shopomore lideraba a los suyos en anotación, rebotes y tapones; promediando 17.4 puntos y 10 capturas por choque. Desde 1992 no lo había conseguido nadie vistiendo la elástica de los Cougars. Números que le valieron para ser incluido en el mejor quinteto de la región.

Con estas referencias llamaría la atención de varios entrenadores y universidades. Entre ellos Billy Gillespie, técnico de Texas A&M, que tras verlo entrenar por casualidad, pues en principio iba a ver a otro jugador, pronto puso en marcha la maquinaria para su reclutamiento. Así, cuando el pívot lituano visitó el campus de los Aggies se encontró con comida típica lituana en la cafetería, en señal de bienvenida y como guiño especial para lograr convencerle de que aquel era el mejor destino posible. Algo que funcionó y les permitió adelantarse a los otros candidatos: Virginia Tech, South Carolina y Tennessee.

“Creo que Texas A&M es la mejor opción para mí”

Se convertiría en el tercer hombre interior que salía del Barton County rumbo a la NCAA (Division I). Como predecesores había tenido a Robert Whaley (Cincinnati) y al antes mencionado J.P.Batista (Gonzaga).

En las últimas campañas, hablar del programa de baloncesto ofertado por Texas A&M es hacerlo de Billy Gilliespie (que recientemente firmaba por la Universidad de Kentucky). Los tres años en que ha estado al mando tuvieron como resultado unas mejores asombrosas, culminadas con sendas y exitosas apariciones en el NCAA Tournament (05/06 y 06/07). Además siempre fue el principal valedor de Kavaliauskas, depositando una gran confianza en sus posibilidades.

“Desde el primer momento en que pude verle en acción pensé que iba a ser un gran jugador. Nunca he esperado de él un mal partido”

Dicha confianza resultó ser devuelta con mucho trabajo y compromiso. De hecho no era raro ver a nuestro protagonista lamentarse ante la prensa por algún error suyo o culpabilizarse directamente de alguna de las derrotas del equipo. Sus mejoras han ido quedando reflejadas en el análisis de sus promedios estadísticos y en la influencia creciente entre sus compañeros o entrenadores.

Pese a que su vida en Estados Unidos estaba totalmente estabilizada, dedicándole su tiempo a los estudios y al baloncesto. La ausencia de la familia era algo que seguía en su mente. Quizá porque desde su marcha apenas había podido regresar en un par de ocasiones y las escasas llamadas telefónicas sabían a poco.

Conocedores por los medios de comunicación de esta situación, algunos seguidores del equipo intentaron recaudar dinero para poder reunir a toda la familia en Texas. Algo que las estricta normativa de la NCAA prohíbe. Sin embargo, la iniciativa no caería en saco roto, y sería la propia universidad quien se pondría manos a la obra sin llegar a infringir ninguna de las normas, evitando cualquier sanción posible.

Tras consultarlo, llegaron a la conclusión que una de las fundaciones/departamentos del propio centro (NCAA Financed Student-Athlete Opportunity Fund) podría financiar el desplazamiento. De esta forma, la madre de nuestro protagonista volaría rumbo a América para contemplar el último encuentro como jugador NCAA de su chico. Al igual que también harían la madre de su compañero Marlon Pompey (desde Canadá y con orígenes caribeños) y la madre de Lenka Zimova, jugadora eslovaca del equipo femenino.

“No quería decirle nada antes de que ella tuviese el billete. Pero no pude frenarme y terminé por contárselo”

Ese último partido enfrentaría a Texas A&M y a Missouri. En el denominado Senior´s Day nada podía salir mal, y todo fue una fiesta. Victoria contundente (94-78), los típicos discursos de agradecimiento y toda una hinchada enloquecida que abarrotaba el pabellón de los Aggies. Y por si fuera poco, el pívot lituano firmaría una actuación cercana a la perfección: anotó 26 puntos (su mejor marca) con un único error en los lanzamientos de campo (11/12), capturó 6 rebotes y puso 2 tapones.

“No sé que decir. Ha sido un gran partido, y que mi madre haya estado aquí lo hace mucho más especial, estoy emocionado. Ella me contó que nunca había visto un partido como este, con un ambiente de estas características”

“Si no fuese por mi madre, no sé si hubiese podido estar aquí”

Antanas comenzaría su charla de despedida con un “Te quiero, mamá”, en lituano. Se cerraba el círculo de la misma forma que empezó cuando tan sólo era un crío: al lado de los suyos.

Actualmente se encuentra trabajando duro para llamar la atención de los diferentes responsables de las franquicias NBA, con el objetivo de lograr aparecer en la segunda ronda de próximo draft. No lo tendrá nada fácil, pero al menos si parece muy cerca de conseguir su paso al profesionalismo y de esta forma poder ser él quien ahora se haga cargo de su familia; en Estados Unidos o en cualquier otro lugar.

Vídeo: presentación local en el último partido de la temporada frente a la Universidad de Missouri

Nota: próximamente incluiremos el profile de Antanas Kavaliauskas en el International Draft de Solobasket