Michael Jordan estuvo en República Dominicana en el verano de 1983 como parte de la selección de los Estados Unidos que se preparaba para asistir a los Juegos Panamericanos de Caracas. Aún hay gentes que se dan golpes en el pecho por no haber hecho acto de presencia en el Palacio de los Deportes, la Media Naranja del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, para apreciar de cerca aquel portentoso colectivo frente a la selección de República Dominicana, que entre otros contaba con Héctor Báez, actual gerente de selecciones nacionales, Vinicio Muñoz, Julián -El Bombo-McKelly, Winston Royal, Frank Prats, Evaristo Pérez, Víctor Chacón, Víctor Hansen, Aldo Leschorn, y otros más, bajo la dirección de Pedro David Curiel, a quien todos perpetuamos como Pututi.
Tiempos aquellos en que éramos atléticos y con fundamentos, cuando se podían elaborar jugadas para ser ejecutadas dentro del rectángulo, cuando con un mínimo de preparación nos hallábamos en capacidad de enfrentarnos a cualquier conjunto con resultados a esperar, quizás con el estigma de Puerto Rico y Brasil que parecían inalcanzables. Con altas y bajas eran aún los instantes de nuestro mejor baloncesto. De hecho, en Caracas ganamos todas las primeras mitades, pero nuestra inconsistencia nos hacia fracasar en la parte complementaria.
Jordan estaba lejos de ser la fuerza determinante en la que terminaría convirtiéndose y además, Jack Hartman, entrenador del grupo y de la Universidad Estatal de Kansas, tenía unos esquemas muy rígidos. Tampoco era una trama para que fuera Jordan contra todos los demás. Inclusive un servidor preparó todo el material de prensa que se utilizó para la ocasión, a pedido de Eduardo Gómez y la Gulf & Western Corporation, pero no guardé una copia de todo aquello. Pese a todo, los norteamericanos no llegaron completos al país, Chris Mullin se había lesionado en una de sus piernas y necesitó viajar de urgencia desde Puerto Rico a tierra firme.
La filosofía de Hartman, fallecido ya, resultaba sencilla: el juego está diseñado para dibujar una ofensiva con altos porcentajes, preferiblemente debajo de los tableros, con tiros cómodos y posicionamiento para la toma de rebotes ofensivos.
Tratar de acorralar al oponente para que rápidamente este en problemas de faltas personales. Ajustes rápidos en la defensa. Ser determinante con los rebotes, con tres hombres altos siempre cerca de las tablas, buscando una triangulación para la captura del balón. Mantener el control del balón por parte de los defensas hasta encontrar la oportunidad para un lance de buenas proporciones y ser flexibles, hacer ajustes y usar ofensiva doble o triple poste.
El seleccionado lo completaban Michael Cage, Jim Master, Sam Perkins, Ed Pickney, Mark Price, Fred Reynolds, Charlie Sitton, Greg Stokes, Leon Wood y Wayman Tisdale.
Como nota curiosa recuerdo un instante en que Vinicio Muñoz encestó un lance de extra larga distancia y Hartman respondió enviando a la duela a Master y Price quienes ofrecieron un recital desde la misma distancia, ¡inmutables! Cada quien continuó por sesgos diferentes. Cinco de ellos estuvieron en la selección olímpica de 1984, pero nadie llegó tan lejos como Mr. Jordan.
Tisdale, nativo de Tulsa y egresado de la Universidad de Oklahoma, fue segundo pick en el sorteo de 1985 por Indiana Pacers y jugó por 12 temporadas en el exigente circuito y promedió a lo largo de su carrera 15,3 puntos, 6,1 rebotes y 0,6 tapones. Su mejor temporada fue la 89-90 con Sacramento, se fue hasta los 22,3 puntos, 7,5 rebotes, 1,4 asistencias. En su etapa universitaria fue electo en tres ocasiones para el equipo All American de toda la nación, convirtiéndose en el único novato en haber sido seleccionado para tal distinción en toda la historia del baloncesto División I de la NCAA. Además de jugar para Indiana (1985-89) también tuvo paradas con Sacramento Kings (1989-94) y Phoenix Suns (1994-97). Se retiró en 1997, pero dos años antes había incursionado en la música, tocando la guitarra-bajo, su primer álbum se tituló Power Forward.
Resultaba interesante la mezcla de baloncelista y músico. De su retiro ha continuado afianzando su carrera y lleva varios titulos grabados. Hasta ahí, todo de maravillas.
Pero en el año 2007 Tisdale fue diagnosticado con cáncer en sus huesos, específicamente alojado en su rodilla derecha. Después de varios procedimientos, la semana pasada fue necesaria una intervención para amputarle parte de su pierna izquierda, tratamiento del que se anunció había corrido a la perfección. Lo triste es que según las estadísticas el 63% de las personas que sufren este tipo de cáncer viven al menos 10 años más. “Esto puede sonar drástico, pero ahora lo puse en manos de Dios y se que era la mejor forma de actuar”, dijo. “Pronto estaré de gira nuevamente haciendo lo que mejor hago”.
Una estrella de la mismísima NBA, cargado de honores, sin una de sus piernas: uno de los instrumentos que fueron indispensables para el desarrollo de su carrera. Podríamos pensar que la vida, por momentos, es demasiado cruel. Tisdale anunció que pronto estaría de regreso a las tablas, con su otro instrumento, para deleite de la amplia legión de admiradores. Situaciones que llevan al ser humano más allá de sus límites.
Esperamos su más completa recuperación.