Entre el favoritismo y la eterna duda. Entre la cartera más amplia y el factor X de sus jugadores locales. Con Damocles acechando constantemente la cabeza del entrenador de turno, pero mirando siempre o casi perennemente a todos desde lo más alto de todas las clasificaciones. Acostumbrado de toda la vida a ese discurso se mueve, invariablemente, el CSKA de Moscú; el eterno y cuestionado favorito.
Nada de su temporada deja siquiera traslucir esas y aquellas dudas: mejor equipo de largo de la fase regular, con tan sólo 6 derrotas en 30 partidos y un espectacular +298 en el average general. No gana, aplasta este CSKA construido en el frío ruso al calor del subtrópico canario. El mejor ataque con casi 90 puntos por partido vive, sin embargo, en la constante duda de su rendimiento cuando se juegan los verdaderos garbanzos. Juicios puestos en dudosas telas por los sucesos cercanos y los paisanos de Damocles en forma de Spanoulis o Printezis, entre otros…
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Y para huir de pesadas espadas y aquellos sinos, mojo canario. Una dosis de Chachismo que contagie alegría y ritmo, talento e imaginación para suplir al jugón enjuto que hace las américas en el equipo pobre de L.A. Tomas y tomas de Chachismo y de De Colo, claro. Y de Higgins. Y de Clyburn, que no de Westermann, cuya espalda no ha conseguido llegar sana a Belgrado. Talento y músculo a partes iguales para una línea exterior de escándalo, sobre la que basa gran parte de su estrategia el discípulo Itoudis, otro con espadas cerca siempre de su cuello. Y es que en Moscú, al igual que en Madrid, en Atenas o en Estambul, otra cosa que no sea ganar será analizado y visto con los ojos de una final perdida, de un trofeo no conquistado, al borde siempre de la palabra fracaso. Cosas de eterno y cuestionado favorito.
Si bien Sergio Rodríguez es el que trae la fantasía, con sus 19.3 puntos y 6.5 asistencias en la serie contra Khimki, el que pone los puntos, la calidad y, como siempre en su carrera también las dudas, es el espléndido Nando de Colo. Talento indefendible a cámara lenta, sus 30 años le sitúan en la madurez de las buenas decisiones, siempre puestas en la desconfianza de su frialdad cuando más calienta el sol. Con casi 17 puntos y 4 asistencias por partido, aspira el #1 a su segundo título, codeándose con el MVP de la liga regular. Casi nada…
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Pero no sólo de juego exterior vive el trasatlántico moscovita. El mejor defensor de la liga Kyle Hines suma ya desde el calentamiento, junto al otro ex madridista de la plantilla, un Othello Hunter con músculos en los músculos y muchas ganas de desmontar decisiones pasadas. Al dúo estadounidense se suma el recién llegado Victor Rudd, para completar el nivel físico desde el alero alto.
Y a partir de aquí, cirílico en estado puro; una ristra de jugadores de la casa (y alrededores…) como complemento perfecto a todo ese talento y a aquellas carteras, empezando por el potente Nikita Kurbanov. Acompañan, calcando absolutamente sus números en la temporada, dos cuatros de esos de los que abren el campo y porcentajes perimetrales de cine; Semen Antonov firma un 43,5% de acierto desde detrás de la línea con un 6/8 en los cuatro partidos de playoffs.
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El otro ala-pívot para abrir latas es el espigado Andrey Vorontsevich picando también el 40% de acierto en el triple. Completa el ejército rojo el viejo conocido Vitaly Fridzon, con un rol circunstancial en esta escuadra de lujo, pero al que nunca se le puede dar distancia desde la larga distancia.
El viernes por la noche sabremos si aquella afilada y fría espada de aquel personaje griego de leyenda que siempre acecha a Itoudis y compañía pase de largo por los cuellos moscovitas y cumplan con su papel o, por el contrario, sucumben un año más a las presiones de su eterno papel y aviven el fuego de los que siempre dudan de ellos. Es la historia del CSKA de los últimos años, la del eterno y cuestionado favorito.