El esperado biopic Drazen, centrado en la figura del legendario jugador croata Drazen Petrovic, se presentó por primera vez en España en la sesión inaugural de la primera edición del Festival Play Granada, un nuevo certamen que une cine, literatura y deporte con vocación de convertirse en referente cultural de la ciudad y que tuvo lugar el pasado23 al 26 de abril, cuando en Solobasket tuvimos ocasión de disfrutarla.
El codirector del film, Ljubo Zdjelarevic, viajó a Granada gracias al apoyo de la Embajada de Croacia y compartió con el público detalles del rodaje y del impacto que Drazen ha tenido en su país, donde ha sido número uno en taquilla. En Solobasket tuvimos la oportunidad de asistir a la proyección y conversar con Zdjelarevic sobre un trabajo que busca hacer justicia al mito de Sibenik, una de las figuras más queridas y trágicas del baloncesto europeo.
‘Dražen’, la película: un icono más allá del parqué
Dražen Petrović fue mucho más que un extraordinario jugador de baloncesto; fue un símbolo de talento, superación y carácter en una Yugoslavia que hacía malabares políticos y que se unía gracias al deporte de la canasta. Ídolo en la Cibona de Zagreb rompió barreras con su salida al Real Madrid, donde dejó una huella imborrable pese a su breve paso.
Fue apodado el “Mozart del baloncesto”, Petrović combinaba una técnica depurada con una ética de trabajo obsesiva y una mentalidad ganadora feroz, quien lo vió jugar en directo guarda en su retina aún aquel recuerdo. Su trágica muerte en accidente de tráfico a los 29 años truncó una carrera que estaba destinada al Olimpo del baloncesto, pero su legado sigue vivo como leyenda irrepetible.
Dražen Petrović no fue solo un jugador histórico. Fue un puente entre dos mundos: el baloncesto europeo y la NBA. Fue también un símbolo cultural durante la transición de Yugoslavia a los países balcánicos. La película toca, con elegancia, la tensión de esos años, sin caer en el discurso político.
Su llegada al Real Madrid marcó un antes y un después para los jugadores croatas con un paso por la NBA abrió puertas que antes parecían cerradas para los europeos. Petrović era obsesivo, disciplinado y perfeccionista. Su historia inspira porque no era un genio natural, era alguien que se hizo a sí mismo, a base de repetir mil veces un tiro hasta que fuera perfecto.
La película sobre Dražen Petrovic: motivación personal y eco colectivo
Los creadores de la película no buscan el drama ni el escándalo. Buscan la humanidad. En las palabras de Zdjelarevic, Dražen es un film familiar, emocional y honesta. La reacción de la familia fue el termómetro definitivo: la madre lloró al verla por tercera vez. El hermano, Aco Petrović, la vio en solitario y la respetó como una interpretación cinematográfica, no como un documental.
El impacto en el público croata ha sido profundo. Dražen no es solo nostalgia: es también una lección de trabajo duro, identidad y legado. Un recordatorio de que el talento puede inspirar, pero el esfuerzo transforma. Una película que conecta generaciones, y que pronto podrá verse en España.
Una narrativa emocional, no deportiva
“No queríamos hacer una película de deportes”, afirma Zdjelarevic. Y lo logran. Dražen no es una sucesión de partidos ni una biografía cronológica. Es una historia sobre relaciones humanas: entre hermanos, madre e hijo, amor y vocación. El baloncesto aparece como el motor interno de Dražen, pero también como su refugio y obsesión.
El filme combina imágenes de archivo original y escenas de ficción, ensambladas con precisión. La decisión de intercalar imágenes reales de partidos con secuencias interpretadas da autenticidad y refuerza el impacto emocional. Esta técnica realmente nos hace llegar la dimensión del Drazen jugador, un tipo que dejó huella en todos y cada uno de los técnicos y jugadores que compartieron vestuario con él, como reflexionó para solobasket Zeljko Pavlicevic hace años.
La película no necesita mostrar el trágico accidente que marcó su final. Prefiere una despedida poética, desde la serenidad, desde lo que pudo haber sido. La escena final emociona cuando te das cuenta lo que representa. La delicadeza, el respeto y el sentimiendo de este final es todo un homenaje no al Drazen jugador, sino al Drazen niño que nunca dejó de soñar.