Con los nervios a flor de piel. Con las ganas de soñar ante el infierno turco, que se hacía notar desde antes del salto inicial. El Baskonia soñaba y quería no despertar. Christodolou lanzaba el balón al aire y comenzaba la segunda semifinal.

Ekpe Udoh comenzaría anotando y abriendo el marcador, con un tiro cómodo desde media distancia. Un triple de Datome, un tapón de Udoh y otra canasta del interior del Fenerbahçe dejaban despertaban de la forma más cruel posible al Baskonia: Antic completaba un 10 a 0 de parcial con otro triple.

Decía Amélie Poulain que son tiempos difíciles para los soñadores. Las gargantas baskonistas quedaban tapadas por la mayoría turca, y Darius Adams erraba sus dos primeros lanzamientos. Todo lo contrario que un Fenerbahçe que continuaba de dulce. Hanga callaba por primera vez a la afición turca, con un mate que rompía, al fin, el parcial, que alcanzó hasta el 13 a 0.

El Laboral Kutxa lo tenía todo en contra. La ansiedad de los primeros minutos, personalizada en Hanga, muy precipitado en sus acciones, eran otro punto a superar, pero la entrada de Bourousis permitió calmar los ánimos. Con él, todo fluía. Todo era posible de nuevo. Baskonia se colocaba a cinco puntos (15-10, 3:26 para finalizar) y Obradovic paraba el encuentro.

El Laboral Kutxa seguía creyendo en sus opciones y mantenía las distancias a pesar del excepcional acierto turco. Hickman tomaba el testigo de sus compañeros y con cuatro puntos seguidos volvía a dar aire al Fenerbahçe, que se crecía con un espectacular alley oop que culminaba Jan Vesely, que cerraría el marcador del primer cuarto en 23 a 15.

Bourousis volvería a colocar al Laboral Kutxa a solo cinco puntos nada más iniciar el segundo cuarto, con un triple. Los de Perasovic enseñaban las garras, dejando claro al equipo turco que no habían ido a Berlín de visita. Con un Bourousis descomunal respondían al acierto del Fenerbahçe, que firmaba 6/8 en tiros de dos y 4/6 en tiros de dos en los primeros doce minutos.

La afición baskonista se hacía notar, animando a su equipo y coreando “MVP, MVP” tras una nueva canasta de Bourousis, que ya sumaba nueve puntos. Causeur entraba a pista, cumpliendo su deseo de jugar en esta Final Four, mientras Vesely seguía sobrevolando la pista, con otro alley oop que remató por encima de Bourousis. El pívot checo pasó a ser la principal preocupación baskonista, con seis puntos en tres minutos que dejaban el marcador en 30 a 24 entrados los últimos cinco minutos.

El Laboral Kutxa seguía plantando cara, con una excelente defensa, aunque era difícil encontrar espacios en la zona turca. Hasta que Adams encontró a James, con una simple mirada, con un simple gesto, y firmando un alley oop que levantaba al Mercedes-Benz Arena. Mas llegaron los primeros problemas, con la tercera falta de Bourousis, que no sabía cómo parar la potencia de Udoh.

Adams asumía entonces el mando de la nave, con dos triples que volvían a colocar al Laboral Kutxa a sólo cuatro puntos, sobreviviendo a un Udoh que ya llevaba ocho puntos. Blazic sacaba un dos más uno a falta de 45 segundos que obligaba a Obradovic a solicitar tiempo muerto, con la intención de buscar una solución a la sangría de puntos de los exteriores baskonistas. Una excelente presión del equipo de Perasovic forzaba una nueva pérdida del Fenerbahçe, esta vez por ocho segundos sin pasar de cuarto, y Adams colocaba a su equipo a un solo punto, 41 a 40. “Sí se puede”, gritaba la afición baskonista. Lo habían demostrado.

Había que querer. Había que luchar. Y el Laboral Kutxa quiso demostrar de inicio que tenían más hambre que nunca. Blazic por los suelos. Sangre y sudor por cada balón. Un robo de Tillie acababa con canasta de Hanga. Sí, el Laboral Kutxa tomaba el mando del marcador. Sin miedo, sin complejos. Con ganas de seguir soñando.

Antic reconectaba a su afición con un triple, le daba de nuevo el control a su equipo y lograba que el equipo vasco se colocara en bonus cuando sólo habían transcurrido dos minutos y medio. Un escollo más que superar, y de qué mejor manera si es con un triple de Hanga. Fenerbahçe seguía controlando el marcador, sobreviviendo al ritmo frenético de juego.

A falta de 4:37, Sloukas perdía otro balón, y Laboral Kutxa peleaba por volver a colocarse por delante. Bourousis percutía en la zona, pero siempre había una ayuda preparada o una mano de Ekpe Udoh que taponaba su tiro. Con ambos equipos atascados en ataque, el 50 a 49 seguía inamovible. Hasta que apareció Darius Adams, quien con otro triple hacía las delicias de la afición baskonista y colocaba a los suyos por delante. Fenerbahçe se veía superado por la presión. Era el momento de apretar.

Y apretaron. Con una defensa brillante, con un poco de paciencia en ataque y con la inspiración de Adams. El base americano brillaba con luz propia y colocaba la máxima para el Laboral Kutxa, 50 a 54 a falta de dos minutos para el último cuarto. Obradovic paraba la sangría con un tiempo muerto y un parcial de 5 a 0, que paraba pronto Perasovic. Imprimir calma a los suyos, recordar dónde han llegado. Y darle el balón a Bourousis.

Porque el griego tenía que demostrar que era especial. Y lo hizo. Recibió cuando quedaban cinco segundos para que acabara el tercer cuarto. Amagó, dio un pasó atrás y con la mano de Udoh delante, anotó un triple a tabla. El éxtasis. La confirmación. El carácter Baskonia. 55-57. Y diez minutos para seguir soñando.

Bourousis era el primero en querer más. Trabajo al poste y canasta. Baskonia cuatro arriba. Y él, de nuevo él. Eterno él. Histórico. Sin calificativos. Bourousis volvía a anotar de tres, Baskonia se disparaba. Siete de ventaja, y la afición turca callada. Udoh respondía al inconmensurable trabajo de Bourousis anotando cuatro puntos seguidos. El griego volvía a asumir, volvía a anotar. Y comenzaba el descontrol.

Fenerbahçe no sabía qué hacer. Estaban desmantelados. Triples sin sentido, malas posesiones. Como si restaran minutos y no la mitad de un cuarto. Como si dependiera de una acción todo el partido. Mike James golpeaba de nuevo en el mentón. El gigante turco se tambaleaba. Todos querían ser el héroe.

Vesely anotaba para colocar al Fenerbahçe a sólo tres puntos. El checo era el motor ofensivo y defensivo del equipo de Obradovic, que había perdido el rumbo. Para recuperarlo, Obradovic dio entrada Sloukas, mucho más pausado y con mejor lectura que Dixon. Vesely volvía a encestar. 65-66. Menos de cinco minutos y tiempo muerto de Perasovic. El partido en un puño.

Adams volvía por sus fueros, con dos puntos más que rompían el parcial de 6 a 0 de los turcos. Fenerbahçe tenía tiro para empatar, dos opciones seguidas desde el perímetro, una de ellas por Datome que escupía cruelmente el aro. Dos tiros libres de Tillie devolvían los cinco puntos de ventaja, 65-70, a falta de 2:10.

Los nervios se apoderaban del Baskonia. Querían ganar y lo querían ya, antes de que acabara el encuentro. La precipitación y las malas decisiones ofensivas impedían que mataran el encuentro. Datome volvía a colocar el partido en un punto. Darius Adams contaba con dos tiros libres y erraría el segundo, a lo que respondería Sloukas con una rápida canasta que empataba el encuentro a 72 a falta de 25.7 segundos.

El infierno se materializó. Sólo se oían los silbidos turcos, que apretaban para atemoriar al Baskonia. Hanga ponía la bola en juego y Adams se encargaba de dirigir. El reloj corría. 13, 12, 11, 10… Darius Adams se jugaba un triple. Se heló el pabellón. El aro escupía el balón, de la forma más cruel posible. 72 a 72. Kim Tillie cometía falta, las dudas sobre si era o no dentro de tiempo hacían estallar a Obradovic. Al final, seis décimas que se hicieron eternas. Dixon lanzaba sin éxito. A la prórroga.

Bogdanovic no tendría piedad y anotaría un triple nada más iniciarse el tiempo extra. Hanga anotaría una bandeja tras él, pero el serbio volvería a colocar los tres puntos de ventaja desde la línea. La afición turca empujaba cada vez más y Udoh anotaría una canasta que no debió valer, pues la posesión había acabado. Un mazazo que hizo que los nervios se apoderaran del Baskonia y Bourousis errara dos tiros libres. El Laboral Kutxa empezaba a vivir su propia pesadilla.

Dos minutos y medio. Sólo dos minutos y medio necesitó Bogdan Bogdanovic para dinamitar el encuentro. Siete puntos suyos, siete de diferencia para el Fenerbahçe. La afición turca comenzaba a celebrar, a falta de minuto y medio. James por los suelos, peleando cada balón, como imagen de la frustración.

Sloukas mataba el encuentro a fata de 40 segundos con un triple que ponía el 88 a 77 definitivo, con Bogdanovic como verdugo gracias a sus 18 puntos (9 en la prórroga), que hicieron estériles los 22 de Bourousis (con 10 rebotes) y los 19 de Adams. El sueño de cuarenta minutos tornó en pesadilla. Laboral Kutxa vibró, Laboral Kutxa soñó. Pero son tiempos difíciles para los soñadores.

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