Bosnia Herzegovina nos traslada inevitablemente a las impactantes imágenes que nos llegaron del conflicto bélico de finales del siglo XX. Una historia tan reciente como conmovedora con cerca de 100.000 muertos y un millón de desplazados. En la multicultural Bosnia conviven, o empiezan a convivir, católicos, musulmanes y ortodoxos, además de otras religiones minoritarias. Las dos ciudades que visitamos en nuestro Basket World Tour, Sarajevo y Mostar, casi veinte años después siguen mostrando sus heridas, presentes en cualquier edificio en forma de metralla, así como en cualquier conversación con algún local haya vivido o no la guerra.
En Mostar, antigua ciudad fronteriza otomana, situada en Herzegovina, la parte croata del país, tenemos la suerte de poder hablar con Boris Dzidic, exjugador de la Cibona de Zagreb e internacional con la selección croata y actualmente entrenador asistente de la selección U16 de Bosnia. Como en todos los países que hemos visitado, la sociología y la historia nos ayudan a entender muchas de las características del deporte y los balcanes en general y Bosnia en particular, no son una excepción. En los países que se vieron implicados en la guerra, el conflicto identitario está muy presente y la nacionalidad de muchos de los jugadores de la antigua República de Yugoslavia, tiene poco que ver con su lugar de nacimiento. Serbia y Croacia siguen muy pendientes de lo que consideran sus zonas de influencia en el país vecino.

¿Os imaginais que Pau Gasol o Juan Carlos Navarro jugasen con la selección francesa o portuguesa? Esto ocurre habitualmente en Bosnia donde jugadores como Planinic, Bogdanovic, Markota, Barac, Begic, Preldzic o Savovic compiten con otras selecciones nacionales. Y es que en la parte occidental del país donde viven los croatas, de mayoría católica, ya en categorías inferiores los jugadores más destacados juegan con Croacia. Del mismo modo, en la República Srpska, entidad habitada por serbios, de mayoría ortodoxa, pero perteneciente a República Federal de Bosnia-Herzegovina, también ocurre lo mismo y en este caso los mejores acaban formando parte de la selección serbia. Más allá de las dificultades económicas y las consecuencias del conflicto bélico, con esta fuga continua de talentos deportivos no resulta fácil crear una estructura deportiva capaz de ayudar al país a recuperar la autoestima, aunque sea a través del deporte.

Lejos de caer en el victimismo, Boris Dzidic, junto con otros entrenadores y directivos de la Federación Bosnia de Baloncesto, están tratando de revertir esta situación y conseguir que los jóvenes talentos quieran representar a su país sin complejos como lo hace el jugador de los Brooklyn Nets Mirza Teletovic. Con el reclamo de tener a Dusko Ivanovic como seleccionador se ha logrado realizar un grupo competitivo que disputará el próximo Eurobasket. Es cierto que de las ex repúblicas Yugoslavas, Bosnia Herzegovina no es la que mejores resultados ha obtenido en competiciones internacionales, pero también es cierto que de haber contado con algunos de los nombres citados anteriormente el resultado seguramente habría sido distinto. De hecho Boris afirma con orgullo que Mostar, con poco más de 150.000 habitantes -incluyendo también las poblaciones vecinas- es una de las ciudades europeas de donde más jugadores han sido drafteados -más de veinticinco-, aunque no todos hayan llegado a jugar en la NBA.

Y es que si analizamos el origen de jugadores o entrenadores balcánicos en muchos casos podemos encontrar raíces en la que actualmente es una de las repúblicas más pobres de la antigua Yugoslavia. Más allá de ser el lugar de nacimiento de dos de los mejores jugadores balcánicos de la historia como son Drazen Dalipagic (Mostar), Mirza Delibasic (Tuzla), o Pedrag Danilovic (Sarajevo), también Aleksandar Nikolic, considerado el padre del baloncesto serbio nació en Sarajevo. Los mismos Petrovic y Bodiroga tienen raíces, uno más directas que el otro, en Trebinje (Herzegovina); misma ciudad en la que nació Vladimir Radmanovic, quien llegó a jugar en siete equipos de la NBA.
Uno de los proyectos de baloncesto con más futuro que están creciendo en el país es el que dirige Boris Dzidic en la ciudad de Mostar, donde por cierto, a día de hoy siguen coexistiendo una duplicidad de instituciones no políticas musulmanas-católicas en cada parte de la ciudad. Pogled es un proyecto inspirado en el modelo universitario norteamericano que pretende ofrecer a los buenos deportistas las mejores condiciones para poder compaginar deporte y estudios. Además el proyecto, aún en sus primeros años, también contempla una de las asignaturas pendientes del deporte balcánico, el deporte femenino, con un equipo de voleibol. Proyectos como Pogled así como el trabajo de la Federación Bosnia permitirán a que en un futuro no muy lejano los aficionados al baloncesto no tengamos que hurgar tanto para conocer el nivel real del deporte en este pequeño país y lo podamos reconocer como ocurre con sus países vecinos Serbia y Croacia.