Valga para empezar un pequeño detalle que dice mucho de la actitud con la que saltaron los jugadores madridistas a la cancha. Recién pisado el parquet, Mumbrú comete falta sobre Stombergas. La acción no fue muy dura y el jugador visitante se quejó ostentosamente. Ante eso, el alero catalán le plantó cara, una muestra de carácter, algo así como “aquí estoy yo, esta es mi casa y somos el Madrid”
Porque los de Plaza respondieron perfectamente al entusiasmo creado en torno a ellos, al partido, a la ilusión de verles alzar un trofeo, o al menos dejarse la piel y lo que haga falta en el intento. El Madrid está en la final de la Copa ULEB, en parte porque es el mejor de la competición, en parte porque es un conjunto, un equipo, con un entrenador que sabe a lo que juega. Me comentaban en Vistalegre ” A Plaza no se le escapa una, sabe lo que tiene que hacer en todo momento” El técnico madridista supo dosificar perfectamente a sus jugadores, suplir a Bullock cuando este se encontraba agotado, reservar a Felipe cuando llevaba tres personales.
Los blancos salieron enchufados desde siempre, con una afición que no calló ni un segundo. La victoria también es de ellos. Uno piensa, no sé si con razón, que con ambientes como el de esta noche debe de ser complicado perder los partidos. Esas miles de gargantas merecen una recompensa, así lo creyeron los jugadores blancos.
Mención especial para Felipe Reyes. A estas alturas poco más se puede decir del jugador cordobés. Fue el referente en ataque, en defensa, se pegó, bregó, reboteó, se exprimió al máximo para conseguir 23 puntos y 16 rebotes. El menor de los Reyes ha sido el miembro de la plantilla que más ha influido en el triunfo final. Parte del billete a Charleroi tiene su firma, por el encuentro de hoy y por el de hace una semana, cuando hundidos los blancos, tiró de casta y reflotó una nave a la deriva.
Tampoco sería justo pasar por alto la labor de Bullock, demasiado errático en los últimos encuentros. El escolta norteamericano había recibido muchas crítcas por sus dos últimas actuaciones, pésimas por otra parte. Sin embargo Sweet no es de los que se esconden y hoy se echó a sus doloridas costillas el peso de todo el equipo. Anotó en momentos claves. Gracias a él, los de Plaza empezaron a despegar hacia Bélgica.
El resto de jugadores aportaron todo lo que estuvo en su mano ( genial Sekulic) para doblegar al Unics Kazan, que aguantó vivó un tiempo entero (44-40). Después, la caldera de Vistalegre (14000 personas), el cansancio ruso y el triunfo de una idea, esa de Plaza basada en un baloncesto rápido y alegre, hicieron lo demás.
El 10 de abril, el Madrid jugará su segunda final de la Copa ULEB. Hace tres años se descalabró estrepitosamente, hace poco más de un mes le ocurrió lo mismo en Málaga. El valiente proyecto madridista tiene una nueva reválida. Por ganas no va a ser.