A su ritmo y en competiciones menores auspiciadas por la FIBA, Chipre se va haciendo un hueco en el baloncesto europeo. Tras varios años organizando el All Star de Fibaeurope, sólo le faltaba a la isla un equipo que llegase lejos en las competiciones por clubs para poder acoger el partido decisivo de un torneo continental. Hace unas semanas, el Proteas EKA AEL firmaba su pase a la final a cuatro y Chipre ya tenía su evento soñado. Así se confirmaba el pasado viernes.
En Limassol se albergan muchas esperanzas de que un equipo de la ciudad haga algo grande. Y es que, si bien la FIBA Cup ha vuelto a quedar devaluada tras la ampliación de la ULEB, no deja de ser un título continental con cierto atractivo para equipos y países que ven en todo ello una oportunidad de adornar internacionalmente su palmarés.
Para que se hagan ustedes una idea del nivel de la competición, uno de los semifinalistas, el Dexia Mons belga, apenas dio el nivel el año pasado en la Copa ULEB, convirtiéndose en la perita en dulce de un grupo en el que figuraban, entre otros, el Estrella Roja o el Real Madrid. Sin embargo, para los belgas se trata del momento más importante de la historia del club. En el cruce de cuartos demostraron credenciales para alzar el trofeo al eliminar a uno de los grandes favoritos, el Samara de Scales.
Cuando se anunciaba el plantel de participantes en agosto, griegos y rusos partían como favoritos y pocos dudaban de que alguno de sus conjuntos se llevaría la copa a casa. Pues bien, siete meses después ni AEK de Atenas ni el propio Samara ni ningún otro estarán presentes en los choques decisivos. Por el contrario, el Tartu Rock estonio y el Barons Riga letón, donde juega Demetrius Alexander, han hecho historia y uno de los dos disputará por primera vez una final europea.
La hora de un veterano
Todo lo que acontezca dentro de un mes tendrá un valor especial para George Evans ya que supondrá la culminación a una carrera deportiva dedicada a defender una camiseta, la del Dexia Mons. A sus 37 años, este ala- pívot norteamericano se encuentra ante la oportunidad de su vida. Con una trayectoria algo extraña- licenciado a los 30 años, empieza a ser profesional en la USBL para después hacerse un sitio en Bélgica, de donde no se ha movido- Evans es un jugador corpulento, capaz de postear y de aportar kilos en la pintura y con cierto peligro bajo los tableros, tanto para anotar como para rebotear. A todo ello le añade una buena disposición para los bloqueos, lo que clarifica bastante el juego de los suyos. Por su experiencia puede convertirse en una de las claves de la Final Four.