6 de Mayo de 2012. El Estudiantes, que desde el ascenso a Liga Nacional en 1957 había estado siempre en la primera categoría, se encuentra al borde del abismo. Último partido de la temporada contra el Murcia, en el que ambos equipos se juegan la permanencia, o el descenso. Necesitaban ganar de 14 y esperar el resultado de otros partidos. El escenario, un Palacio de los Deportes abarrotado y la peña “Demencia”, completa, detrás de canasta. El Estudiantes era un equipo de sufridores, si los títulos eran para el vecino y enemigo Real Madrid, el Estudiantes tenía la honra y el orgullo intacto con el “somos el primer equipo de Madrid”. Sin embargo, no estaba acostumbrado a una catástrofe de tales dimensiones. El equipo llegó a ponerse 11 arriba, pero tras un cortocircuito las esperanzas se acabaron, perdiendo 80-86. Ese día dio la cara el capitán, el canterano Carlos Jiménez, que lo había sido todo y que veía como el que iba a ser el último partido de su carrera era también el más triste.
Pero el “Estu” no descendió. En la enésima falta de responsabilidad de una ACB que parecía cerrada para quién no estuviera entre los 18 elegidos, el Tenerife no pudo afrontar el canon exigido. “Yo te quiero Estudiantes, aunque no ganes ni a las canicas”, es uno de los gritos más extendidos. No importaban los títulos, pero sí los valores. Y mantenerse en la máxima categoría gracias a los despachos no es, cuanto menos, decoroso. En el instituto Ramiro de Maestu se fraguó una suerte de conciencia representada en el esqueleto Garibaldi, un aficionado más, que veía con negatividad los nuevos tiempos.
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“Dicen que ha muerto Garibaldi”. Hoy, apenas rondan los 6000 espectadores en el Palacio de los Deportes. El número de abonados es cada vez menor, esos que gritan “el Estu somos nosotros”. Además, el número de partidos en televisión ha descendido a consecuencia de que las cadenas eligen a equipos con más victorias en la clasificación.
En los últimos años los jugadores llegan y se marchan en apenas tiempo. Para sanear sus cuentas, el equipo siempre se ha visto obligado a vender a los canteranos, su principal seña de identidad, a los equipos más poderosos. Los Alberto Herreros, Felipe Reyes o Carlos Suárez que se fueron al eterno rival, una suerte de tragedia necesaria para sobrevivir. Sin embargo, habituados ya a renovar el plantel cada año y a los “parches” a mitad de temporada, en la plantilla actual el jugador que más tiempo lleva en la formación colegial es Jaime Fernández, con apenas 21 años. El resto, no llegan a tres temporadas. Se adolecen las referencias de Pancho Jasen, Germán Gabriel o el número 13 de Nacho Azofra, símbolos identitarios de la afición.

Parte de este problema proviene del fuerte golpe que la crisis económica ha asestado al baloncesto moderno. Con menos apoyos, la liga se polariza y equipos como el de Magariños entran en concursos de acreedores ante las deudas acumuladas. En este caso, de manera voluntaria. Los momentos en que el equipo no tenía patrocinador eran de auténtica incertidumbre e histeria. La inestabilidad provocada impide renovar los jugadores al alza, como Jayson Granger en 2013 o que Germán Gabriel se vaya perdonando dinero para buscar un último contrato. Entre los jóvenes, los últimos canteranos apenas tienen importancia en el equipo, en el que la mejoría del ya mencionado Jaime Fernández es un pequeño rayo de sol en una época nublada.
Hoy no se llevan turbantes al estadio, pero se escucha “directiva dimisión”. Se le achaca una mala gestión que haya llevado al equipo a los vaivenes habituales. Uno de los hechos que más hostilizó las relaciones de parte de la afición fue, cómo no, en el derbi contra el Real Madrid del 13 de Abril. La policía nacional realizó cacheos selectivos en una de las puertas y, entre medias, expulsó del estadio y requisó el abono a una aficionada por llevar una camiseta que rezaba “Vallekas antifascista” y panfletos de contenido político en una riñoñera. Cuando toda la “Demencia” se enteró, tomaron la decisión de abandonar el pabellón, denunciando “abuso de autoridad”. Durante las siguientes jornadas empezaron los partidos dejando la grada joven vacía.
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El mismo día también se requisaron bufandas con el lema “Palestina libre”. El compromiso de la afición con Palestina es un guante que el equipo había recogido con anterioridad. En 2010, el equipo sub21 disputó el primer partido internacional de la historia en territorio palestino, contra el campeón Ibdaa Center. Poco más tarde, jugaron en Cisjordania contra la selección nacional masculina, mientras que la femenina jugó en el polideportivo Magariños.
Para no pocos aficionados, la palabra Estudiantes evoca una imagen casi romántica del equipo, lo que le ha supuesto, distinta para cada uno. No obstante, ya no parece haber base material para mantener el arraigo. Corren malos tiempos para los equipos de baloncesto. En el “Estu” ya no juegan los Pinones o Azofras, y no se gana a equipos como el Aris de Salonica en históricas temporadas. Si le preguntamos a cualquier aficionado del Estudiantes, responderá “ir con los ganan es muy fácil”. La afición azulona, acostumbrada a sufrir, no va al Palacio no por los malos resultados deportivos, sino por la pérdida de identidad. Esta temporada, en una muestra de orgullo, aunque sobre todo, de historia, Estudiantes ha ganado al Real Madrid y al Barcelona, pero sigue cerca del descenso con los mismos problemas. Urge una vuelta a los orígenes para volver a destapar pasiones.