El Obra comenzaba este encuentro mucho más metido, con el fluido juego de Thomas como catalizador de sus primeras ventajas. Le duró sólo medio cuarto, lo que tardó Darío Brizuela en vestirse de corto y comenzar a producir. Con él como líder, Estudiantes se catapultó en el marcador hasta terminar el primer periodo, tras un triple de Hakanson, a ritmo de 100 puntos: 25-19. En los segundos cinco minutos, un 18-3 de parcial.
Precisamente fue Hakanson quien, a raíz de ese triple y dos buenas defensas, cogió el manod del partido. Otra buena noticia, ya de paso, fue el debut de Adams Sola, que sí es un habitual de las convocatorias de Champions League pero no de Liga Endesa, y en ésta entró por el lesionado Nik Caner-Medley. Los de Moncho Fernández sufrían para enlazar buenas acciones y era con los menos habituales, Laksa, Simons y Spires, con quienes lograba mantenerse. Al descanso, 46-36.
Y, tras el paso por vestuarios, llegó el apagón definitivo de Monbus Obradoiro. En 8:30 de juego no llegaron a la decena en puntos, una tortura de la que Moncho Fernández salió escaldado más por impotencia que por otro motivo. El gran protagonista, por historia previa y por ser decisivo en ambos lados de la cancha, fue Víctor Arteaga. El conquense enchufaba aún más a los compañeros y Estudiantes se despegaba y superaba ya los veinte. Al final del tercer cuarto, tras triple anolado a David Navarro, se llegaba con 74-50 en el electrónico.
Y en ese momento de apagó el gen competitivo del encuentro y comenzó el festivo para los aficionados del Palacio, que vibraron con acciones de Savané y pidieron más minutos para los jóvenes. De hecho, el Obra no maquilló sino que empeoró más su partido en este último periodo. Se llegó al final del partido con 95-67.