Ya queda menos para que se nos vaya ese gusanillo en el estómago causado por el mono de NBA y podamos disfrutar de nuevo con algunos de nuestros jugadores favoritos. Tras los últimos anillos de Lakers, nuevas amenazas se plantean en el horizonte, un firmamento con nubes y claros. Como siempre, por otro lado.
Repasemos algunos de los puntos de interés en el inicio de la temporada.
Los bases y la nueva NBA
Si el cambio de las reglas auspiciado por Jerry Colangelo apostaba por liberar el juego de los continuados contactos defensivos que hacían cada vez más complicado ver el brillo individual de los exteriores, una de las consecuencias que nos ha traído ha sido lo que podríamos llamar “una nueva era de los bases”. Primero con Nash, pero también con la llegada y crecimiento de los Paul, Williams, Rondo o Rose.
De la mano de la efectividad mostrada en los Suns por el canadiense, se han multiplicado en los últimos tiempos las situaciones de ataque que buscan finalizar tras un bloqueo directo con varias opciones, bien con la continuación hacia el interior, bien hacia fuera aprovechando la versatilidad de los atacantes en la actualidad. En ese sentido, quizás la NBA no ha estado nunca tan próxima a Europa en estilos de juego, volviendo muchos conjuntos a utilizar el pick&roll como base de la ofensiva, similar a lo desarrollado en este lado del charco por tantos equipos a lo largo de los últimos años.
La llegada de Boozer -los minutos de Scalabrine ante su reciente lesión no permiten ser tan optimistas- abre para Rose nuevas posibilidades, dada la facilidad en tiro de media distancia y en las continuaciones hacia el interior del nuevo fichaje de los Bulls; la adquisición de Jefferson -pese a las lógicas dudas sobre su recuperación total tras las lesiones- multiplica las opciones para Williams, puesto que quizás no hayan tenido los Jazz un interior con esa combinación de juego de espaldas y finalizaciones interiores desde Karl Malone, además de cómo el juego exterior de Okur puede multiplicar los puntos fuertes del dúo al abrir los espacios con la amenaza de su lanzamiento; Rondo debe mejorar su lanzamiento exterior para que sus rachas de juego deslumbrante puedan durar más de un mes, y cuenta para ello con jugadores capaces de aprovechar todas sus virtudes a la perfección; de Chris Paul se espera que vuelva a rendir como lo hizo antes de sus lesiones de la temporada pasada, con esa combinación de desborde en individual, visión del pase al interior con ventaja y mala leche que tanto nos hacen recordar a Isiah Thomas. Por último, Nash puede que acuse finalmente el paso de los años y también la ausencia de Amar’e en una plantilla muy profunda pero con claras carencias en la pintura, aunque ¿quién sabe?
El lockout, la amenaza no tan fantasma
Frente a la machacona llamada al mineralismo -ya “a punto de llegar” desde hace un tiempo de forma recurrente en algunos medios- tampoco debemos plantear la alternativa opuesta como válida, el “nada, sigan, sigan, que aquí no pasa ná”.
Es bien conocida la situación: el convenio colectivo que rige el marco de contratación en la NBA llega a su fin en el mes de junio. Mientras algunos propietarios reclaman -casi sería mejor decir “exigen”- un drástico cambio en el mercado contractual apelando a los enormes gastos y pérdidas en plena época de crisis económica, el sindicato de jugadores expresa su descontento y negativa a mayores restricciones y menores salarios. Hasta ahora, las reuniones entre patronal y sindicato han mostrado fases de enormes diferencias, pero hay margen -y tiempo- de sobra para la negociación y acercar posturas. A lo largo de la temporada conoceremos mayores disputas, y quizás a la altura del All Star podamos ya plantearnos si se llegará a un acuerdo, si las posturas son irreconciliables, o si se mantiene la incertidumbre actual, donde las elucubraciones forman parte del día a día pero sin que existan reales datos que nos lleven al posible cierre de forma definitiva.
¿Son tan distantes las posturas como para que ambas partes se atrincheren en sus posiciones? Las pérdidas esgrimidas por Stern y los propietarios se enfrentan a la inicial negativa a un posible tope salarial más estricto con una reducción de las excepciones salariales, a disminuir el porcentaje de dinero garantizado y los máximos años de vinculación, o a reducir los salarios máximos.
¿Por qué hablar del All Star como punto de inflexión, cuando el convenio se mantiene hasta junio? Pocos días después llega el cierre del mercado de traspasos, y la incertidumbre podría modificar por completo las estrategias a seguir, ya sea desarrollando todos estrategias conservadoras ante la posibilidad de una gigantesca reducción de ingresos la próxima temporada, apostando por el riesgo con la posibilidad de menores gastos en salarios el siguiente curso, o una combinación de ambos que cualquier cosa podría deparar.
Sin duda, estamos ante uno de los temas que más darán que hablar a lo largo del año. Y eso que nadie ha propuesto contar el sueldo de los entrenadores para el tope salarial, que ahí sí que nos íbamos a divertir.
La hora de Sam Presti
Prácticamente sin discusión, los halagos hacia la figura de Presti han sido constantes durante los últimos cursos. Apuestas por jóvenes en el draft y una gran inventiva a la hora de lograr nuevas adquisiciones, jugando también con la baza de un conjunto con escasas aspiraciones deportivas y casi “sin nada que perder”, contando además con una escasa carga salarial que contribuía a lograr hacer todo más sencillo al tener mayor margen de maniobra.
Ahora bien, esos tiempos ya cambiaron. La subida en prestaciones de los Thunder a lo largo de la pasada temporada y el poderío de su público en la primera ronda han disparado las expectativas, de la mano de un Kevin Durant que no tuvo un gran debut en su primera aparición en Playoffs pero que en Turquía impresionó a todos los que le vieron jugar. Con su contrato ampliado este verano, los Thunder se aseguran mantener un conjunto competitivo, pero las dudas se abren en el resto de sus compañeros. Frente a un Westbrook en crecimiento llega la incógnita de Jeff Green, quizás la mayor ante la que se enfrenta Presti desde que llegó al cargo. ¿Es el jugador indicado con el que “agotar” el espacio salarial tras su renovación o se intentará un traspaso y cubrir alguna de las carencias de la plantilla? ¿Cuáles son las cantidades en las que habrá que moverse para lograr su renovación? ¿Se confiará en Ibaka como la apuesta en el interior de la plantilla o se buscará algún movimiento arriesgado que pueda dar mayores resultados a corto plazo mientras se espera con paciencia a su posible explosión como jugador?
Si el año pasado todas las victorias eran bien recibidas y las derrotas encajadas con normalidad, en el presente las exigencias han subido, e incluso podría llegarse a decir que el mayor acierto de Presti fue que Pritchard eligiese a Greg Oden en la primera posición del draft. Hasta ahora es muy difícil hablar mal de cualquier decisión de Presti más allá del fichaje de Carlesimo claramente inspirado en el ‘modelo Spur’, pero todo cambiará este año y no hay que irse muy lejos para ver la caída en desgracia de uno de los managers más aclamados hasta hace unos meses, Kevin Pritchard.
Va a ser interesante seguir la evolución del equipo, tanto si mantienen la estructura como si deciden apostar por nuevos objetivos durante el curso.
La presión aumenta en Portland
En cierto modo, "los antiguos Thunder". Con el equipo girando alrededor de Roy, el primer mes de competición fue un caos la pasada temporada. Adaptar a Roy y Miller no era sencillo, hacerlo al mismo tiempo que se buscaba un mayor protagonismo de Oden en ataque lo hacía aún más complicado, las lesiones de Batum o Rudy parecían la puntilla definitiva y McMillan empezaba a ser discutido en todos los frentes.
Para sorpresa de quienes pensábamos que era poco menos que imposible ver a Miller y Roy juntos a buen nivel, lograron reconducir la situación, y todo ello pese a mantenerse a lo largo de todo el año -junto a los Warriors– como el conjunto más castigado por las lesiones, con noticias desoladoras para Oden o Przybilla. Puede que, en cierto modo, todo ayudase, al rebajar la exigencia del conjunto y poder volver trabajar con una cierta relajación y normalidad, pese al caos desatado en los despachos con la situación de Pritchard, culminado con la noticia de su cese -un "secreto a voces", por otro lado- en las horas previas del draft. McMillan logró de nuevo que el conjunto mostrase un extraordinario espíritu competitivo y -nuevamente- lograron buenos resultados pese a las limitaciones que afrontaban.
Pero ahora vuelve a subir el nivel de expectativas: la presión sobre Oden será grande, Przybilla podría ser traspasado gracias a acabar contrato y a la presencia de Camby, Roy continuará al mando del estático y una nueva derrota en primera ronda parece complicado que pueda resultar aceptable para Paul Allen y el público, más teniendo en cuenta la posible bajada de conjuntos como Suns o Spurs.
Miami y "los 3 amigos"
Ha sido la noticia del verano. Bueno, de muchos veranos podríamos decir. James y Bosh llegan a Miami, conformando junto a Wade un trío ofensivo que parece casi imposible de defender, con muchas más dudas en lo que se refiere a sus acompañantes, desde un Mike Miller cada vez menos efectivo en los últimos años hasta unos interiores con numerosos defectos, por falta de explosividad, centímetros, o por carencias en la anotación. No es extraño que los primeros días de pretemporada se haga especial énfasis en el apartado defensivo; algunos dirán que es “por que la defensa gana campeonatos”, otros pensaremos que simplemente debe trabajarse especialmente en los puntos más débiles del conjunto.
Pocas dudas hay de que los Heat lograrán uno de los mejores registros de victorias, más aparecen cuando pensamos en posibles duelos durante la postemporada. ¿Son suficientes las virtudes de Miller, Chalmers y Arroyo en el exterior o pasarán factura sus defectos cuando se encuentren ante la élite de la competición? ¿Cómo responderán ante los juegos interiores más potentes del campeonato?
Uno de los comentarios más habituales cuando se habla de Miami es el latiguillo de “a ver si hay balones para todos”, aunque el hecho de que sus estrellas decidiesen encaminar su futuro de forma común lleve a que una especie de rebelión ante la falta de protagonismo parezca a día de hoy una hipótesis remota. Al menos, mientras el objetivo siga siendo ganar y no sufran dolorosas derrotas.
Aunque esto último se podría decir de todos y cada uno de los conjuntos en la NBA. Sin duda, son muchos los puntos de interés y preguntas en el aire ante la nueva temporada.
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