Dillon Brooks se hizo odiar en el último tiempo. El perimetral le tomó especial rechazo a Golden State Warriors desde la eliminación que Memphis Grizzlies sufrió a manos de ellos el año pasado y no ha perdido oportunidad de dejarlo en claro. En los últimos partidos, ha protagonizado duelos dialécticos con Draymond Green y con Klay Thompson, quienes le restregaron en su cara la cantidad de anillos conseguidos en la liga.
Sin embargo, el rechazo hacia Brooks se extendió a otros equipos de la NBA, lo que quedó demostrado en el último partido frente a Dallas Mavericks, en el que quiso intercambiar su camiseta con Kyrie Irving, pero éste no la recibió. Las declaraciones del alero de los Grizzlies no cayeron bien por meterse contra jugadores respetados como Green y Thompson, cuatro veces campeones.
El nuevo villano que tiene la NBA no podrá estar presente en el partido de esta noche ante Houston Rockets por acumulación de faltas técnicas. Brooks, que ya se perdió un partido por el mismo motivo al sumar 16 a lo largo de la temporada regular, cumplirá una nueva sanción al llegar a las 18 en total.
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La ausencia del canadiense es un problema para el equipo de Taylor Jenkins, ya que es el defensor perimetral más confiable con el que cuentan. Su espíritu de liderazgo se contrapone con su energía desmesurada y su carácter conflictivo. Brooks está más que consciente de esos puntos negativos, que pueden costarle caro a Memphis, que sin Ja Morant, pelean por quedarse con el segundo sembrado del Oeste.
“Tengo que aprender a bajar un par de tonos. Voy a volver a mis clases de mindfulness para encontrar mejores formas de canalizar mis emociones”, expresó en las últimas horas, de forma sincera y humorística a la vez.
Dillon no para de sumar problemas esta temporada. Viene de ser sancionado por agredir a Donovan Mitchell a principios de febrero y más recientemente recibió una multa económica por empujar a un camarógrafo de televisión en la visita a Miami.
