Todo estaba preparado para una nueva mudanza. David Stern ya se había dado por vencido en su luchar por convencer a Sacramento de que los Kings necesitaban un nuevo pabellón. El registro de la propiedad ya tenía en su listado el nombre de los Anaheim Royals. El calendario se había programado para que el equipo cerrar su estancia en la capital de California con un partido contra sus bienamados Lakers. Pero la ciudad se resistió a perder su franquicia y este lunes recibió la noticia que tantas veces había soñado durante estas semanas: los Kings se quedarán… al menos una temporada más.
Es muy importante hacer hincapié en esto último, porque el futuro sigue siendo un lujo que está fuera de su alcance. Puede que dentro de unos años las crónicas hablen de la estoica resistencia de una ciudad unida por un mismo objetivo, pero no hay que engañarse: los Kings no se han movido de Sacramento porque no era el mejor momento, pero la premisa sigue siendo exactamente la misma que hace un año: si para marzo no hay en la mesa de Stern un proyecto viable para la construcción de un nuevo estadio, dirán adiós al equipo.
Puesto que es una cuestión con muchas aristas, empecemos por partes.
En 1997 el antiguo propietario de los Kings, Jim Thomas, solicitó a la ciudad de Sacramento un préstamo de 70 millones de dólares para poder mantener el equipo en la ciudad. Cuando dos años más tarde los Maloof compraron la franquicia, se hicieron también cargo de esa deuda, que no sólo no ha desaparecido, sino que ya asciende a los 77 ‘kilos’. Naturalmente, si querían llevarse al equipo ahora debían liquidar la deuda. El propietario de los Anaheim Ducks, Henry Samueli, se había ofrecido a prestar dinero para la mudanza y reformar el Honda Center para poder acoger a los Kings, pero esa solución simplemente habría trasladado el problema y los Maloof ya no están para muchas alegrías.
No sólo están endeudados con Sacramento, también con la NBA. Cuando hace dos años la liga ofreció una línea de crédito para sus franquicias, los Kings también se acogieron. Las Monarchs de la WNBA desaparecieron en 2009 y la familia ha tenido que vender buena parte de sus negocios para mantener a flote el Palms Casino… y ni eso es seguro por culpa de la crisis que está afectando a Las Vegas. Llegaron con dinero y se están quedando sin él (dentro lo que son unos millonarios, entiéndase). Todo fue de color rosa (o morado) mientras la franquicia y el casino funcionaban, pero ahoralo uno y lo otro están en punto muerto. No han sabido gestionar el final de su época dorada, y ahora que equipo lleva 3 años sin llegar a las 30 victorias, aparece Anaheim como la solución (utópica) a todos los males.
El espectacular ambiente en el, hasta el momento, último encuentro de los Kings en el Arco Arena:
Los Maloof son unos de los pocos propietarios de la NBA que son además dueños del pabellón en el que juegan, lo que supone tener un mayor control sobre el dinero que genera su explotación. Ocurre que el Arco Arena, por mucho que haya cambiado de nombre, sigue siendo igual de viejo que antes y es necesario construir uno nuevo. ¿Quién lo va a hacer, si ellos no tienen dinero?
Sacramento. No es la primera vez que surge esta posibilidad, pero sí debe ser la primera en la que salga adelante. La batalla para que la ciudad se haga cargo de parte de la construcción del nuevo pabellón es una contienda que tanto Stern como los Maloof llevan librando desde hace años. Tradicionalmente se ha negado, pero ahora que se ha visto entre la espada y la pared se ha puesto manos a la obra. Entra aquí en juego Kevin Johnson, ex All-Star y actual Alcalde de la ciudad. Ha pasado de dirigir el juego de los Phoenix Suns a orquestar los movimientos de un grupo de empresarios que arrimen el hombro para que los Kings puedan quedarse. Ha recaudado 10 millones de dólares para el equipo (patrocinio, venta de entradas…) con los que convencer a Stern de que todos apoyan a su franquicia. Pero nada desvía la atención del Comisionado: o hay pabellón o no hay equipo.
Junto a esa iniciativa privada, durante estos días se habla de la posibilidad de que los seis condados de la región unieran fuerzas para construir ese nuevo estadio, pero la situación económica de la zona (Sacramento tiene una tasa de paro superior al 13%) no es la mejor para estos compromisos. A finales de este mes de mayo se publicará un plan de viabilidad. Parte del dinero tendrá que venir de las arcas públicas. Del ‘cuánto’ depende la respuesta. Para encontrar el ‘cómo’ tienen hasta el 1 de marzo de 2012.
Esta situación llega en un momento en el que la NBA se plantea la necesidad de reducir el número de equipos en la liga y en la que, crisis mediante, se hace evidente que una franquicia no es sostenible en un mercado pequeño. Nuggets y Jazz han perdido este año a sus mayores estrellas. Los Hornets no sólo están a punto de sufrir eso también, sino que son propiedad de la liga. Uno de los puntos clave en la negociación del nuevo convenio será el mejor reparto de los ingresos y Sacramento es uno de esos equipos que espera (y necesita) salir beneficiado. Stern se ha mostrado favorable a una distribución más equitativa (similar a la que hasta ahora tenía la NFL) para dar un respiro a estos equipos. No hay duda de que utilizará a los Kings como argumento a su favor. Por eso mejor dejar la situación abierta en plenas negociaciones por el nuevo convenio.
Se mira con temor a una realidad: la NBA no es un negocio rentable para todos. El grifo de los Maloof ya no aguanta más. Ahorran todo cuanto pueden. Más que Donald Sterling. Esta temporada tuvieron que hacer los traspasos de Marcus Thornton y Marquis Daniels para cumplir el mínimo salarial. A pesar de todo se niegan a vender y, aunque nadie se ha pronunciado públicamente, es muy posible que la liga vea con buenas ojos ese interés del multimillonario Ronald Burkle en comprar el equipo. Un dueño que no sólo tiene dinero, sino que no le importa gastarlo.
Este año no sólo es una tregua para Sacramento. También para Joe y Gavin Maloof. Se espera que del nuevo convenio salga una situación más benévola con las franquicias que sobreviven en mercados más pequeños y ellos serán conejillos de indias.
Toca demostrar que los Sacramento Kings son viables. Lo más complicado sólo acaba de empezar.