Michael Jordan, a sus 50 años, finalmente se quitó de la cabeza jugar un partido con los Charlotte Bobcats, equipo del que es propietario mayoritario. Kobe Bryant, a sus 34 años, naufraga en un equipazo como los Lakers con los poderes adquiridos para ser el líder.
Se le acabaron los cartuchos a Kobe Bean Bryant, para no ser más que la mejor imitación que haya habido de Michael Jordan. Con su versión se cerrará un ciclo que otros antes también alimentaron con peor suerte, léase fatídico caso de Harold Miner o los mejor parados Jerry Stackhouse y Vince Carter. No es cuestión de que Jordan a su edad hubiera ganado un campeonato más de la NBA, un título universitario ni otros tantos premios individuales. Lo que nos concierne es que Jordan era un ególatra exepcional; proyectaba sus esfuerzos desde éxito individual hasta el colectivo. Kobe cierra el círculo, lo es desde el individual hasta el individual.
No es cuestión de IQ. KB juega siempre así porque siempre quiso y quiere jugar así. Si hace un sobreesfuerzo dando asistencias es porque se encapricha en esa faceta -muy de tanto en tanto sea dicho de paso-, por mucho que la lectura del partido sea adversa. Su competitividad se ha basado fundamentalmente en el resultado de superar retos propios. Así, a secas, obviando asíduamente entornos y ecosistemas baloncestísticos.
Jordan también tuvo un inicio en que pareció ser Kobe, curiosa paradoja. Pronto quiso ser el mejor entre los mejores y eso incluía hacer más competitivo a su equipo. Si para ello tenía que defender al base contrario, let’s go, baby. Si para ello tenía que postear más o ayudar en rebote, here we go, fella.
Es cierto que a aquel interminable pívot llamado Bill Cartwright, ya con el culo pelado de librar mil batallas ante Jabbar, Gilmore, Parish y otros míticos colosos, vivió miserables momentos por culpa de Jordan cuando en 88 fue traspasado a los Bulls. La nostalgia de MJ por su guardaespaldas Charles Oakley, billete a New York, abrió la caja de pandora en contra de Cartwright. Aquel trade mostró lo peor de Jordan. llegó a hacer sentir al veterano pívot que ya no era jugador de baloncesto cuando propuso al resto de compañeros de los Bulls que no le pasaran la pelota. Se dice que Cartwright 'cogió por la pechara' a Mickey y luego todo fluyó más.
Es cierto que fue injusto con muchos más, la diferencia era que se equivocaba por un despiadado deseo de ganar.
Antes, en sus primeros años en la NBA, Jordan ya le había complicado la vida a Doug Collins pero siempre acababa entendiendo el sentido que tenía la palabra equipo, entre otras cosas, por su formación universitaria en North Carolina. “Alguna gente dice que Dean Smith no me dejaba anotar más de 20 puntos por partido pero lo que hizo fue enseñarme a meter 37 por partido” frase célebre de Air.
Se dice que Kobe casi no hablaba con el ya destituido Mike Brown. El año pasado, Ettore Messina dio su opinión a Jotdown sobre ‘The Black Mamba’ y su continuo abuso gastando tiros fue muy claro. Nadie se atrevería a decirle que tirara menos porque el escolta pasaría de todo mortal que le plantease un cambio. El resultado sería que espetara algo como “juego así desde los 16 años y he ganado 5 anillos ¿quieres que cambie ahora?”
No tengo ningún tipo de duda que Jordan se habría retorcido sabiendo que podría haber ganado un par más de anillos. Es muy probable que Michael Jordan las hubiera tenido con el genial pero díscolo Shaquille. No obstante, nunca le habría dejado marchar si hubiera intuido que le llevaría a ganar más campeonatos.
Los movimientos de Kobe son deliciosamente parecidos y bien ejecutados con los de Jordan pero los demonios de uno y otro los canalizan de forma muy diferente en una cancha de baloncesto. Jordan venía de una familia humilde, tradicional, dura y estricta. Luchadora. Su hermano mayor James Jordan Jr. fue sargento mayor y el mediano, Larry, fue alter ego de un niño y adolescente Michael. Larry era la estrella del instituto, a Michael lo habían descartado. En la canasta de su casa, le había machacado sin piedad.
Jordan tenía un gran respecto por su familia y amaba a su padre. Era otro espejo más. Cuando su hijo ya era una estrella James Jordan padre no sólo siguió yendo a verle jugar sino que también era un asiduo viajando con los Bulls. De hecho, dicen que aún le daba consejos. Era la persona que más le entendía y la que más le exigía. Tuvieron una fuerte relación hasta que fue asesinado en 1993. Eso llevaría a Jordan a su primera retirada.
Jordan siempre jugó para machacarte, vencerte… sin importarle si millones de personas observaban cada uno de sus movimientos o si simplemente recogía su testimonio algún gimnasio perdido, vacío.
La infancia de Kobe fue casi opuesta así como la relación con su padre Joe, un ex jugador NBA que pasó gran parte de su carrera en Italia. Kobe habla italiano y español perfectamente y quiere acabar su carrera en el país transalpino.
Leí que Isiah Thomas, en un contínuo ejercicio de celos hacia The Royal Airness, hizo una comparativa con Jordan en favor de Lebron James, primero o segundo mejor jugador de baloncesto de la tierra actualmente. Yo soy de los que piensa que aún llegaremos a ver a un mejor Lebron y sí, es más alto y más fuerte. Pero… sigo sin ver en él la ferocidad ni la determinación de Michael Jordan.
Be like Mike it's not that easy, Kobe.