Las páginas del New York Times nos revelan una historia sorprendente en su edición del 11 de septiembre. Jaime Nared, una chica de Beaverton, Oregon, en los Estados Unidos fue excluida del equipo de baloncesto masculino de Team Concept con el que jugaba ¡por ser demasiado buena!

Acababa de anotar 30 puntos y protagonizar jugadas de mucha habilidad, cuando recibió una notificación en la que se le decía que no podía seguir jugando con ellos. La razón oficial era una regla hasta ese momento olvidada que decía que no podían jugar en un mismo equipo jugadores o jugadoras de distintos sexos. La verdad, Jaime era demasiado buena.

La lucha de su madre por evitar esta injusticia hizo que la noticia se propagase rápidamente por todos los medios de comunicación de Estados Unidos a nivel nacional y, rápidamente, Jaime comenzó a recibir mensajes de apoyo de mucha gente. A partir de ahí, con la negativa de la organización de la liga en la que jugaba como única respuesta, la familia de Jaime decidió emprender acciones legales.

Así, una amenaza de querella por parte de la abogada Beth Creighton fue clave para que, pocas horas después de que el Times publicase el citado artículo, Jaime Nared pueda volver a jugar en categoría masculina.

Ahora, esta joven espigada, que no titubea cuando declara que su sueño es jugar en la NBA -no en la WNBA- puede seguir los pasos de la que es su ídolo: Candance Parker, la jugadora con quien más la comparan. Jaime recibió una camiseta firmada por la estrella de LA Sparks durante un reportaje especial de la cadena de televisión ABC, mientras ésta la animaba a través de un mensaje de vídeo.

Nared no está sola en esta aventura. Su  mejor amiga, Kailee Johnson, mide 1.88 siendo un año mayor, llega a tocar el aro y está aprendiendo a hacer mates. Ambas juegan para “Team Concept” un programa de élite para chicas en edad de instituto (high school). Las dos empezaron a jugar muy pronto influidas por sus familiares -la madre de Kailee fue entrenadora de baloncesto en un instituto- y adquirieron habilidades con el balón que, a los nueve años, las hacía mucho mejores que las niñas de su edad cuando disputaron sus primeros partidos organizados.

Por su parte, el padre de Jaime, Greg Nared, fue jugador de baloncesto en la Universidad de Maryland y sostiene que hacer jugar a su hija con chicas de su edad sería como “hacer jugar a Shaquille O’Neal contra chicos de instituto”. La última vez que jugó un partido con el equipo al que le correspondería pertenecer por edad, el resultado fue de 90-7.

A Jaime le queda mucho camino por delante y predecir donde está su techo es imposible. De momento, las barreras impuestas a su progreso empiezan a caer.

Reportaje de la ABC sobre Jaime Nared