RESULTADO: C.B. TARRAGONA 76 COINGA MENORCA 73
C.B. TARRAGONA: Del Tío (4), Douglas (4), E. Martínez, Ll. Martínez (15), Bryant (24) cinco inicial Morales (11), Paricio, Aranda (2), Coego (9), Farré (7).
COINGA MENORCA: Floyd (11), Camps (2), Rueda (14), Martín (8), Joseph (11) cinco inicial Castelló (12), Urko (5), Alba (4), Mesa (6).
Parciales: 16-18, 34-36 (descanso), 59-55, 76-73 (final).
CRÓNICA
Importante victoria del Tarragona que le permite respirar tras la últimas derrotas ante uno de los colíderes de la competición que no demostró tal condición en un partido lleno de garra pero de escasa calidad por ambas partes.
El triunfo era lo único que tenían en la mente los locales y a fe que pusieron todo de su parte para conseguirlo.
Tras un comienzo igualado con intercambio de canastas y errores por ambas partes, los locales en segundo cuarto intentaron abrir hueco en el marcador (24-18) pero los de Curra Segura de la mano de Joseph, su mejor hombre, consiguieron de nuevo equilibrar la balanza y llegar al descanso incluso con una exigua ventaja (34-36).
Tras el descanso la zona fue el mejor arma de los menorquines que vieron como un acertadísimo Bryant catapultaba al Tarragona de nuevo con ventaja en el marcador.
Los problemas de faltas en los hombres fueron el mayor enemigo del Tarragona que permitió a base de tiros libres, el volver a remontar el marcador a los menoquines dentro ya del último cuarto (59-62).
Con la lesión de Esteban Martínez, tuvieron que ser Morales y Lluis Martínez los que pusieran las cosas en su sitio y permitieran al Tarragona entrar con un ventaja, a la postres suficiente, en el tramo final de partido (70-64), eso sí con mucho esfuerzo y a base de la garra propia de estos dos jugadores.
Al final el Menorca intentó un arreón final pero no pudo conseguir una victoria que le colocaría líder provisional a falta del partido de Los Barrios.
LA CLAVE: La garra y la fe en la victoria de los locales.
EL MEJOR: Lluis Martínez, tuvo que lidiar con Joseph y Floyd en la zona y además resolvió en los instantes finales cuando más difícil lo tenían los tarraconenses.