Antonio Morón pasa por el mejor momento de su vida profesional. Desde la llegada de Joaquím Costa, el pívot no sólo se ha convertido en el sexto hombre del Ciudad de Huelva, sino también, en el jugador revelación de las últimas nueve jornadas de la Liga LEB. En ese intervalo, Morón ha promediado 7 puntos y 4 rebotes en los 17 minutos que juega por partido. Estadísticas propias de los mejores ‘tercer pívots’ de la categoría de plata del basket español.
Especialmente llamativa fue su exhibición el pasado sábado en el Pazo Paco Paz de Ourense. A pesar de sus 201 centímetros, Morón firmó 14 puntos y 7 rebotes ante tres de los mejores interiores de la competición, a saber, Santi Aldama (2.13), Sharone Wright (2.11) y el saltarín Lester Earl (2.03). Y lo hizo además, sin abusar del tiro exterior (una de sus grandes virtudes), sino aceptando el cuerpo a cuerpo, tónica habitual en sus últimas actuaciones pese a que casi siempre le toca emparejarse con pívots norteamericanos. A sus 22 años, el baloncesto, por fin le hace justicia.
No ha sido un camino de rosas. Desde que Unicaja de Málaga se fijara en sus habilidades y Menorca lo hiciera debutar en la LEB, Morón ha tenido que luchar contra un enemigo implacable: su tendencia al sobrepeso. Su aspecto inusualmente voluminoso (ha llegado a pesar cerca de 150 kilos) ha dado pie a que muchos hayan infravalorado, cuando no han hecho mofa, de sus posibilidades.
Máxime, cuando a comienzos de la pasada campaña, el Sondeos A Coruña daba marcha atrás en su fichaje porque llegaba «muy pasado de peso». Una especie de maldición cayó entonces sobre Morón y ningún equipo de LEB, LEB-2 o EBA se interesó por sus servicios. Olvidado por todos, Morón buscó refugio en el CB Gibraleón de la Primera Nacional, una categoría impropia para un hombre de su calidad.
Rescatado para la élite por Pedro Zalvide y el Ciudad de Huelva este verano, nunca gozó de la confianza de Bioque (sólo jugó 4 partidos de 18 posibles). No se desanimó, a fuerza de voluntad ganó la batalla al sobrepeso (ha perdido una veintena de kilos) y la confianza de Costa le ha abierto las puertas de un camino que ya recorrieran con éxito otros ‘gordos’ ilustres como Charles Barkley o John Williams.